Sonora está en llamas desde enero: en el estado se libra una guerra sorda, acaso la más intensa de cuantas se están llevando a cabo en las entidades en las que, el próximo 7 de junio, habrá elecciones para gobernador.
Desde ese mes se filtran grabaciones, se publican desplegados, se presentan denuncias por malversación, peculado, tráfico de influencias, ejercicio indebido del servicio público y cohecho. Como en ningún otro sitio, los políticos locales se están despedazando.
En marzo pasado, por ejemplo, el presidente nacional del PAN, Gustavo Madero, acusó al PRI de desvío de recursos y manejos turbios tendientes a fortalecer a la candidata y senadora con licencia Claudia Pavlovich. Madero exhibió grabaciones en las que un funcionario de la alcaldía de Nogales compromete “todo el apoyo municipal” —recursos materiales, humanos, infraestructura y la entrega de maletas de dinero—, para sacar adelante la campaña de la priísta.
Un mes más tarde fueron filtradas grabaciones en las que Pavlovich hace gestiones ante la Secretaría de Agricultura para que el proyecto de un empresario camaronero sea favorecido con la entrega de 7 millones de pesos, y en las que solicita luego a un funcionario de Sedesol que se comunique con el empresario para informarle que el dinero ya le fue depositado, por lo que llegó la hora de “ponerse guapo”.
Un mes después —estamos ya en mayo— se filtra un nuevo audio en el que la aspirante a la gubernatura de Sonora señala que en caso de perder la elección regresará al Senado “y me los voy a chingar a todos, de eso que no quepa la menor duda”. “Si todo mundo le apuesta a que pierda, bueno, pues todos nos hundimos”, asegura la senadora a un interlocutor no identificado.
En uno de los audios más polémicos del periodo, el coordinador de campaña de Pavlovich acuerda con una señorita llamada Paulette que “va a cambiar la plataforma” y que ahora “en lugar de ser Londres va a ser Caimán”. Entiéndase lo que se quiera.
Aunque la campaña sucia ha envuelto también al candidato del PAN, Javier Gándara, y al célebre gobernador Guillermo Padrés —quien se construyó una presa con recursos públicos para beneficiar sus ranchos, y al que se acusa de corrupción, enriquecimiento ilícito, y de favorecer a empresarios cercanos—, en los medios de comunicación locales, así como en los círculos políticos y empresariales de la entidad, priva la impresión de que la guerra está siendo alentada, no por partidos rivales, sino por el mismo PRI.
A fines de 2014 la prensa sonorense reveló la existencia de un forcejeo entre el presidente Enrique Peña Nieto y el coordinador del PRI en la Cámara de Diputados, Manlio Fabio Beltrones. Se publicó entonces que Peña apoyaba la precandidatura al gobierno de la entidad del senador Ernesto Gándara, y que Beltrones cabildeaba en contra de la decisión del Presidente para imponer a un miembro de su propio grupo, la senadora Pavlovich.
En Sonora se creyó a pie juntillas que ganaría el candidato del Presidente. A fines de enero se anunció, sin embargo, que Pavlovich sería la abanderada. Cuatro días más tarde llegó el primer ataque. La candidata fue acusada de haber abogado por los dueños de la guardería ABC: los padres de los niños que perecieron en el incendio calificaron su candidatura como “una burla total”.
Aunque los manejos de Pavlovich fueron exhibidos desde entonces, los audios revelan que se le vigilaba, al menos, desde junio de 2014.
El columnista Ricardo Alemán ha apuntado en La otra opinión que un triunfo de Beltrones en Sonora acercaría al coordinador de los diputados priístas a la dirigencia de su partido. En el círculo sonorense se asegura que el PRI nacional ha comenzado a dejar sola a la candidata, y ha decidido incluso perder Sonora, como una forma de contener las aspiraciones de Beltrones.
En ese círculo se asegura incluso que desde el seno del PRI se puso en marcha una campaña para desactivar a nivel nacional las fuerzas del sonorense, y que por eso se ha vuelto frecuente hallar en los medios filtraciones que involucran a sus operadores más cercanos, Canek Vázquez y Willie Ochoa, entre otros.
La última encuesta de Mitofsky coloca a Pavlovich ligeramente arriba de sus oponentes, con 45.8% de las preferencias electorales.
Todo indica que va a continuar lo que nos hemos acostumbrado a llamar el cochinero.
Fuente.-El Universal/@hdemauleon
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