El equipo de investigaciones especiales de Carmen Aristegui, mediante el semanario de Revista Proceso, sacó como artículo de portada “Los Ejecutados de Apatzingán, Policías Federales, los Autores”; aunque la nota no es nueva, revela la poca memoria que tiene la opinión pública sobre los casos de lesa humanidad y que sólo voltea a otro lado por no querer ver la realidad.
El ex comisionado de Seguridad en Michoacán, Alfredo Castillo, ahora titular de la Comisión Nacional del Deporte, así es, así de bizarro en mi país, una persona pasa de una institución de alta responsabilidad a un premio de consolación, como Murillo Karam que ahora es titular de la Sedatu, minimizó los sucesos diciendo que eran integrantes del crimen organizado.
El pasado 6 de enero de este año, mientras niños recibían los juguetes que les dejaron los Santos Reyes debajo de los árboles navideños, un día totalmente familiar; y que de acuerdo a las investigaciones periodísticas y testimonios vecinales, policías Federales ejecutaron a 16 personas en Apatzingán.
Al día siguiente, la Comisión para la Seguridad y el Desarrollo Integral en el Estado de Michoacán había revelado un vídeo en el que se aprecia, según la dependencia federal, cómo presuntos “gatilleros” llegaron agredir a los Federales; aunque sí se aprecia la llegada de camionetas detrás de los elementos que ya se retiraban a las 7:45 am de ese día, decenas de individuos iban a remeter contra ellos, pero se puede apreciar cómo salen huyendo, cosa que no es común en un sicario del crimen organizado, puesto que siempre llevan armas para repeler la agresión. Los michoacanos se esconden, corren despavoridos, ninguno se ve con arma de alto calibre disparando, tienen miedo, unos caen.
Supuestas autodefensas tenían el control de la plaza municipal michoacana y los Federales habían decomisado vehículos que supuestos “acarreados” iban a recuperarlos con palos y piedras. En dos refriegas que se suscitaron aquél día, hubo alrededor de 20 muertos, según fuentes extraoficiales.
Según estas fuentes, las personas que tenían bajo su control la plaza municipal, estaba controlada porLos Viagras, grupo delictivo que utiliza a jornaleros para extorsiones, secuestro y narcotráfico disfrazados de autodefensas. En la toma de la presidencia, llegaron a pagar a cada persona hasta 200 pesos por asistir a la toma del municipio, y como iban en familia recibían aún más, unas 500 personas llegaron desde distintas partes. Se iban a manifestar para sacar a las fuerzas federales y que el G-250 tomara el control de la ciudad para su seguridad.
Entre las imágenes de aquel día, se puede observar un claro tiroteo a familias, escenas manipuladas, una pequeña escopeta –cuando sabemos que el crimen organizado utiliza hasta lanza granadas, como lo que sucedió en Reynosa- tirada a lado de un joven, que en otras fotografías y videos no estaba ahí. En las oficiales, los Federales muestran su lado humano levantando los cuerpos de los caídos, una hipocresía.
Un Tlatlaya más, aquel vínculo de la ciudadanía mexicana con los elementos de seguridad se desvaneció; México dejó de creer en la policía cuando éstos te secuestran para llevarte con el crimen organizado, te asesinan, te incineran y te arrojan a un río sin siquiera despedirte de tu familia. Eso es mi país, y no me gusta.
Lejos estamos de la solidaridad que nos ofrecen los spots para tratar de limpiar la imagen de las fuerzas de seguridad, pero a veces siento que estoy más seguro con el propio delincuente que con cualquier policía de los tres niveles de gobierno.
Urge una figura constitucional que castigue con todo el peso de la ley el abuso de la autoridad, porque sus mandos nos están matando. ¿En quién podemos confiar?
fuente.-@RaulAguilarp/SDPnoticias.
gozan de total impunidad,todo es un mugreo porque el mugrero combate al mugrero y se hace mas mugrero,es para el ciudadano un simple enroque para ver quien tiene mas derechos de robarlo.
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