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viernes, 5 de diciembre de 2014

"ANTE la MALA REPUTACION de EPN:"...fortalecer el ESTADO DE DERECHO o mejor TERMINAR con el "ESTADO CHUECO".


La demanda de justicia y la verdad sobre los desaparecidos no puede seguirse postergando ni tapando con bolas de humo ni distractores. Ni perdón ni olvido, es la demanda que tiene que entender el Presidente.
No hay nada más valioso en un político que su reputación.
No hay nada más fácil de dañar que la reputación ajena.
Juan Gabriel Vásquez

MEXICO,D.F 05/Dic/2014 Cual deporte o espectáculo de moda, de izquierda a derecha, de dentro y de fuera del país, está desatada la crítica hacia la figura del titular del Ejecutivo Federal a quien acusan de no tomar decisiones ni responder a la altura de las circunstancias ante la peor crisis que pudo tener gobernante alguno en el mundo contemporáneo: la desaparición de 43 jóvenes; 43 normalistas rurales, el eslabón más olvidado y condenado a la erradicación de las políticas neoliberales; 43 estudiantes mexicanos que en dos meses de ausencia han encontrado empatías incluso en los hijos de las élites del poder político y económico de México y de otras partes del mundo.
Ni siquiera Díaz Ordaz ni López Portillo han generado tales niveles de reclamo y crítica incluso insultante como la que hoy por hoy recibe Peña Nieto. Aun cuando las marchas y plantones se generan de manera intermitente –como que un día se dé una gran megamarcha y al día siguiente nadie mueve un dedo— y conforme pasan los días se desvía el objetivo original de las movilizaciones, es muy preciso que la reputación del Presidente está por los suelos, traduciéndose en una desconfianza y falta de credibilidad hacia las instituciones que él representa.
Esos 43 desaparecidos son ya una carga pesada para el gobierno de Peña Nieto y mientras no se conozca la verdad, su expediente se conformará en un desgastante juicio mediático pero sobre todo, en un asunto del que habrán de responder ante tribunales internacionales por el delito de desaparición forzada, y no porque sea el directo responsable, sino porque hay indicios de que funcionarios federales cometieron omisiones graves y contra los que no ha querido actuar.
Apenas el 28 de octubre advertí:
“… se equivocan en Los Pinos se creen que la crisis sólo ha dañado a las izquierdas y que con la salida de Ángel Aguirre ya se solucionó la crisis y se atemperará la irritación social incendiada en Guerrero. En lo absoluto, el problema es para Enrique Peña Nieto, es el juicio histórico a él y la viabilidad de su gobierno lo que está registrándose”.
Han pasado más de dos meses de la desaparición de los 43 normalistas y los aparatos de inteligencia del Estado han sido ineficaces. La credibilidad de los aparatos de seguridad y procuración de justicia quedaron rebasados y son vilipendiados los cuerpos policíacos a lo largo y ancho del país. Y, lo más delicado, a pesar de todo lo anterior, de la presión e injerencia externa, Peña Nieto apenas ha respondido con un mea culpa muy genérico, con decálogo de perfil policíaco y de cuestionamientos por querer regresar al centralismo. Ninguna reprimenda a su gabinete y “a lo que no funciona”; ninguna sanción o cambio hacia quienes controlan los aparatos de inteligencia que debieron alertar de los riesgos en la Tierra Caliente y de haber “desaparecido” la información sobre el crimen organizado en los medios nacionales.
Pero no hay cambios en ese sentido, porque creen que todos los críticos están equivocados y que el “grupo cerrado” del presidente tiene la razón.  Por eso quizá es que este grupo, o estos grupos cercanos a Peña Nieto, lo tienen secuestrado y no le permiten ver más allá de decisiones reactivas y no estratégicas ni trascendentes.
Al contrario, parece que el Presidente de la República premia la ineptitud y la ineficacia. ¿O a qué responde el regreso de Mondragón y Kalb a la escena pública cuando él fue directamente comisionado para atender la inseguridad en Guerrero al mismo tiempo que Alfredo Castillo estaba instalándose en Michoacán?  Pocos recuerdan ahora que cuando Mondragón llegó a Guerrero con sus policías federales –que los importó del GDF- un grupo de éstos casi de inmediato fueron detenidos por estar secuestrando.
Hace unos meses aquí critiqué fuertemente al procurador General de la República por estar nadando “de muertito” con el expediente de la corrupción sexenal actual y del pasado, sin resolver ninguno de los casos controversiales y delicados porque tenía su sueño guajiro de ser el primer Fiscal General de la Nación. El “ya me cansé” fue la cúspide de esa forma lenta y poco efectiva para responder a las actuales circunstancias y de mantener en la nómina a muchos de los cuadros de las procuradurías panistas.
Ni qué decir de la inseguridad. Cuando se autoengañaban con que los golpes exitosos contra las cabezas de los cárteles la droga iban a acabar con las extorsiones, los homicidios y secuestros, estos delitos se dispararon. La súper Secretaría de Gobernación es tan grande que su agenda es difícil de cubrir, como lo expuse en la columna ¿Dónde está el pilito? De hace unos meses. Este día, se publica que el Instituto Nacional Electoral detecta que riesgos para el proceso electoral 2015 en los estados de Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León, Sinaloa, Guerrero, así como el norte de Veracruz y sur del Estado de México.
La desconfianza en el país está tocando las puertas a la economía. Hay nerviosismo y las expectativas de que las reformas estructurales atraigan capitales se están diluyendo. La caída del peso frente al dólar y del precio del petróleo no son buenas señales, además de  que a pesar de las reuniones, las cúpulas empresariales siguen presionando para evitar el pago de impuestos. El golpeteo mediático de los grupos económicos de interés está desatado desde el debate fiscal y de telecomunicaciones, donde los periodistas son utilizados para golpear al poder público o denigrar al empresario enemigo.  
La crisis desatada por los desaparecidos ya es multifactorial y el Presidente tiene que dar respuestas. Hace falta construir una agenda integral que recupere la confianza de todos los sectores en las instituciones, no sólo en la imagen presidencial ni en su partido político. Hay que recordar la corresponsabilidad de todos los actores políticos y económicos involucrados en esta crisis: las izquierdas, incluyendo al lopezobradorismo guerrerense; la herencia narcopolítica del panismo calderonista; el desmantelamiento de los cuerpos de élite de la inteligencia realizado durante el foxismo; las componendas de empresarios buitres; los criminales impunes y las omisiones de funcionarios federales que ven la tormenta y no se hincan.
La demanda de justicia y la verdad sobre los desaparecidos no puede seguirse postergando ni tapando con bolas de humo ni distractores. Ni perdón ni olvido, es la demanda que tiene que entender el Presidente.
Si como han publicado algunos columnistas, las leyes secundarias en materia de Reforma Educativa dejará exentos de ser evaluados a los profesores de Oaxaca y Guerrero, será más grave su error al no hacer cumplir un mandato Constitucional y dejar que la agenda de privilegios de los opositores sean los que se impongan. Además, más allá de la rebelión magisterial este movimiento ya es más que nacional, es global y aunque hipotéticamente les concedieran al cien por ciento todas sus demandas y otorgaran las prebendas de Oaxaca, Michoacán y Guerrero a la CNTE y CETEG, las protestas no cesarán.
Pero para tomar decisiones el Presidente tiene que liberarse del secuestro del que es víctima por parte del o los grupos políticos que lo tienen por ahora secuestrado, confuso y atado de manos para tomar decisiones. Lo tiene que hacer porque a quien la historia está juzgando es a él; no a Osorio, no a Murillo, no a Videgaray ni a Aurelio Nuño ni al PRI.

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