Covid-19, opina la investigadora Angélica Cuapio, es una de las enfermedades más extrañas a la que los expertos se han tenido que enfrentar.
Lo es tanto por sus mecanismos que aún no logran entenderse por completo como por sus implicaciones clínicas. Y es que aquello que inicialmente se pensaba como una enfermedad exclusiva del sistema respitarorio, en la actualidad se considera un mal del sistema circulatorio que afecta no sólo a los pulmones, sino a distintos tejidos y órganos.
Ejemplo de las interrogantes abiertas es, entre otras cosas, lo referente a la respuesta inmune. Un tema que ha mantenido a los científicos en los laboratorios tratando de identificar el grado de inmunidad que ofrecen los anticuerpos desarrollados frente al SARS-CoV-2, es decir, qué tan efectiva y duradera pudiera ser esta protección.
Pero los resultados, hasta este momento, no han sido favorables; al menos no desde la óptica de los anticuerpos.
Ahora, un estudio realizado por el Instituto Karolinska y el Hospital Universitario Karolinska, en Estocolmo, Suecia, ha encontrado que la respuesta inmune a dicho mal pandémico sería mucho mayor gracias a otro elemento inmunológico esencial: las células o linfocitos T.
"Se encontró que aproximadamente el doble de los individuos han desarrollado inmunidad basada en los linfocitos T, comparado con aquellos en quienes sólo se han detectado anticuerpos", apunta Cuapio (CDMX, 1981), investigadora del Centro de Enfermedades Infecciosas del Instituto Karolinska.
Para explicar esto, la doctora en inmunología y especialista en células asesinas naturales compara al sistema inmune con un ejército (el arsenal celular inmunológico) integrado por diferentes tropas que actúan contra las entidades enemigas o patógenas: virus, bacterias, parásitos.
En el caso de las infecciones virales, hay diferentes tipos de linfocitos que se hacen cargo: los B y T. Los primeros producen anticuerpos (o inmunoglobulinas), que son proteínas secretadas para poder localizar y neutralizar a los microorganismos.
"Por un lado, tenemos eso que se llama respuesta humoral, que es la producción de moléculas como los anticuerpos. Y la otra parte del ejército sería la respuesta celular liderada por los linfocitos T, que son las células que actúan directa e indirectamente para matar a las células que se encuentran infectadas".
"Así tenemos que, por un lado, los anticuerpos encuentran al virus en sangre, y por otro lado, los linfocitos T encuentran a las células que están infectadas con el virus, para con esto lograr una respuesta inmune que se complementa", detalla la investigadora.
En el estudio que el Instituto Karolinska hizo público hace unos días, y en el que Cuapio participó, no como parte de los autores principales, sino desde el Grupo de Estudio de Covid-19, se expone qué análisis avanzados han permitido mapear detalladamente la respuesta celular de los linfocitos T durante y después de la infección de SARS-COV-2.
Esto fue realizado en una cohorte o un grupo de muestras muy diverso y con un número importante de individuos que fueron parte del estudio. En total, se analizaron a más de 200 personas, entre quienes estuvieron enfermos u hospitalizados por enfermedad severa o moderada, así como pacientes que tuvieron la infección de forma asintomática o que mostraron síntomas leves.
También se estudiaron a los familiares de estos pacientes, expuestos al virus a través de ellos y cuya infección fue asintomática. Adicionalmente, se incluyeron individuos sanos de una muestra recolectada en 2019 (pre-covid19) y una en 2020 (durante la pandemia) como controles.
"Una observación muy interesante fue que no sólo los pacientes que tuvieron un diagnóstico confirmado de Covid-19 mostraron inmunidad basada en células T, sino que también los familiares, quienes a pesar de no tener anticuerpos, también tuvieron esa inmunidad", apunta Cuapio.
"Otro dato cautivador es que el 30 por ciento de los donadores de este año, a los cuales se consideró sanos, además de que fueron negativos para el virus y también negativos para los anticuerpos, tuvieron respuesta inmune mediada por los linfocitos T".
La relevancia de estos resultados, subraya la investigadora mexicana, es que la respuesta detectada es muy similar a la que usualmente surge después de una infección o después de la aplicación de vacunas, que es lo que indica que hay una respuesta inmune importante.
Y algo interesante, continúa, son las posibles implicaciones a nivel de salud pública, pues hasta ahora se ha tomado únicamente a los estudios de anticuerpos para determinar cierto porcentaje de inmunidad colectiva alrededor del mundo.
De esa forma, en Suecia los cálculos estimaron que aproximadamente entre el 10 y 15 por ciento de la población era inmune a la enfermedad, en algunas ciudades hasta un máximo de un 20 por ciento. Cifra similar a la de otras naciones con altos índices de contagio y mortalidad, como España, Italia y Reino Unido.
"Esos estudios han sido basados únicamente en respuestas celulares tipo humoral, es decir, cuantificando los anticuerpos. Pero con este nuevo estudio nos damos cuenta que la inmunidad mediada por células T es importantísima."
"Entonces, se puede considerar que hasta un 30 por ciento de la población tiene ya cierta inmunidad", enfatiza Cuapio.
"Empezamos a ver la luz al final del túnel".
Ejemplo de las interrogantes abiertas es, entre otras cosas, lo referente a la respuesta inmune. Un tema que ha mantenido a los científicos en los laboratorios tratando de identificar el grado de inmunidad que ofrecen los anticuerpos desarrollados frente al SARS-CoV-2, es decir, qué tan efectiva y duradera pudiera ser esta protección.
Pero los resultados, hasta este momento, no han sido favorables; al menos no desde la óptica de los anticuerpos.
Ahora, un estudio realizado por el Instituto Karolinska y el Hospital Universitario Karolinska, en Estocolmo, Suecia, ha encontrado que la respuesta inmune a dicho mal pandémico sería mucho mayor gracias a otro elemento inmunológico esencial: las células o linfocitos T.
"Se encontró que aproximadamente el doble de los individuos han desarrollado inmunidad basada en los linfocitos T, comparado con aquellos en quienes sólo se han detectado anticuerpos", apunta Cuapio (CDMX, 1981), investigadora del Centro de Enfermedades Infecciosas del Instituto Karolinska.
Para explicar esto, la doctora en inmunología y especialista en células asesinas naturales compara al sistema inmune con un ejército (el arsenal celular inmunológico) integrado por diferentes tropas que actúan contra las entidades enemigas o patógenas: virus, bacterias, parásitos.
En el caso de las infecciones virales, hay diferentes tipos de linfocitos que se hacen cargo: los B y T. Los primeros producen anticuerpos (o inmunoglobulinas), que son proteínas secretadas para poder localizar y neutralizar a los microorganismos.
"Por un lado, tenemos eso que se llama respuesta humoral, que es la producción de moléculas como los anticuerpos. Y la otra parte del ejército sería la respuesta celular liderada por los linfocitos T, que son las células que actúan directa e indirectamente para matar a las células que se encuentran infectadas".
"Así tenemos que, por un lado, los anticuerpos encuentran al virus en sangre, y por otro lado, los linfocitos T encuentran a las células que están infectadas con el virus, para con esto lograr una respuesta inmune que se complementa", detalla la investigadora.
En el estudio que el Instituto Karolinska hizo público hace unos días, y en el que Cuapio participó, no como parte de los autores principales, sino desde el Grupo de Estudio de Covid-19, se expone qué análisis avanzados han permitido mapear detalladamente la respuesta celular de los linfocitos T durante y después de la infección de SARS-COV-2.
Esto fue realizado en una cohorte o un grupo de muestras muy diverso y con un número importante de individuos que fueron parte del estudio. En total, se analizaron a más de 200 personas, entre quienes estuvieron enfermos u hospitalizados por enfermedad severa o moderada, así como pacientes que tuvieron la infección de forma asintomática o que mostraron síntomas leves.
También se estudiaron a los familiares de estos pacientes, expuestos al virus a través de ellos y cuya infección fue asintomática. Adicionalmente, se incluyeron individuos sanos de una muestra recolectada en 2019 (pre-covid19) y una en 2020 (durante la pandemia) como controles.
"Una observación muy interesante fue que no sólo los pacientes que tuvieron un diagnóstico confirmado de Covid-19 mostraron inmunidad basada en células T, sino que también los familiares, quienes a pesar de no tener anticuerpos, también tuvieron esa inmunidad", apunta Cuapio.
"Otro dato cautivador es que el 30 por ciento de los donadores de este año, a los cuales se consideró sanos, además de que fueron negativos para el virus y también negativos para los anticuerpos, tuvieron respuesta inmune mediada por los linfocitos T".
La relevancia de estos resultados, subraya la investigadora mexicana, es que la respuesta detectada es muy similar a la que usualmente surge después de una infección o después de la aplicación de vacunas, que es lo que indica que hay una respuesta inmune importante.
Y algo interesante, continúa, son las posibles implicaciones a nivel de salud pública, pues hasta ahora se ha tomado únicamente a los estudios de anticuerpos para determinar cierto porcentaje de inmunidad colectiva alrededor del mundo.
De esa forma, en Suecia los cálculos estimaron que aproximadamente entre el 10 y 15 por ciento de la población era inmune a la enfermedad, en algunas ciudades hasta un máximo de un 20 por ciento. Cifra similar a la de otras naciones con altos índices de contagio y mortalidad, como España, Italia y Reino Unido.
"Esos estudios han sido basados únicamente en respuestas celulares tipo humoral, es decir, cuantificando los anticuerpos. Pero con este nuevo estudio nos damos cuenta que la inmunidad mediada por células T es importantísima."
"Entonces, se puede considerar que hasta un 30 por ciento de la población tiene ya cierta inmunidad", enfatiza Cuapio.
"Empezamos a ver la luz al final del túnel".
El camino a la inmunidad
A la luz de esta nueva evidencia, asoma la interrogante que rodea todo el tema de la inmunidad: ¿Se puede volver a contraer el virus? O, en este caso, ¿aquellos quienes desarrollan inmunidad por linfocitos T ya no podrían contagiarse nuevamente de SARS-CoV-2?
"Esa es la pregunta de los ¿cuántos millones?", responde la especialista, entre risas.
"Los indicios apuntan hacia algo esperanzador. Lo que se necesita ahora es determinar, estudiar qué tanto tiempo dura una respuesta inmune mediada por células T", agrega.
"Este estudio que se acaba de publicar engloba cuatro meses de análisis, es decir, muestras de esos pacientes que fueron infectados desde marzo hasta la fecha. Sabemos que dentro de estos cuatro meses no hubo reinfecciones. Pero más allá de este tiempo, no podemos decir nada; se necesita primero saber que una respuesta inmune mediada por los linfocitos T es de largo plazo, es decir, duradera y específica".
¿Cómo se explican los casos de pacientes que vuelven a recaer?
Han habido algunos casos reportados como que alguien se reinfecta. Sin embargo, estudios sólidos sobre este tipo de casos no se han hecho. Lo que se piensa es que puede haber resultados que son falsos positivos, es decir, que quizá la muestra falla porque puede haber posible entrecruzamiento de moléculas de los virus que se parecen al actual coronavirus.
Esos casos que se han reportado como reinfecciones han sido principalmente en individuos de mayor edad, entonces es gente que tiene un sistema inmune no tan sano, no tan fuerte.
Es posible que al tener un sistema inmune un poco deteriorado no se pueda combatir completamente la enfermedad. Entonces el virus va a escapar de la respuesta inmune y se genera esa reinfección, que en realidad no es reinfección, más bien es como un repunte de la enfermedad.
¿La inmunidad mediada por linfocitos T avalaría una estrategia como la inmunidad de rebaño?
No estoy segura si este hallazgo avalaría la inmunidad por rebaño, más bien agregaría otra información. Encontrar respuesta inmune por células T aumentaría la posibilidad de una mayor cobertura inmune. Entonces, quizá en algunos términos se podría considerar que sí, avala un poco a la inmunidad de rebaño; pero, por otro lado, la inmunidad de rebaño generalmente se mide por la presencia de anticuerpos.
Entonces, no sé si actualmente eso se podría considerar como válido, pero es posible que ahora se empiece a considerar esta posibilidad.
¿Podría consolidar un modelo como el de los pasaportes de inmunidad?
El alcance de este estudio no llega tan lejos, y esto es debido a que los estudios de anticuerpos en general son estudios que se pueden realizar de manera muy rápida, son baratos, no requieren personal ni infraestructura especializada. Los estudios de células T que realizamos en este caso se hacen en laboratorios complejos; entonces, hasta el momento no hay pruebas, no hay exámenes rápidos para determinar esta especificidad de las células T.
La doctora Cuapio señala que este estudio, aún en calidad de pre-paper y pendiente de ser sometido a revisión por pares, es tan sólo uno de los muchos que actualmente se realizan en el Karolinska, en cuyo Centro de Enfermedades Infecciosas están desarrollando un biobanco de muestras de pacientes con Covid-19, uno de los más grandes y completos en Europa.
Celebra esfuerzos
Cuestionada, desde la postura que le da ser una observadora externa, sobre el manejo de la contingencia sanitaria por parte de las autoridades mexicanas, la inmunóloga Angélica Cuapio destaca el esfuerzo que se ha hecho por informar y educar.
"Lo que vemos desde fuera quizá no refleja completamente lo que se vive en realidad. Pero creo que lo que sí se puede rescatar, y que me parece muy importante, es que al menos se ha tratado de informar a la población con esta hora diaria que se da sobre las actualizaciones del curso de la pandemia en México, que son de cierta forma hasta clases de epidemiología".
fuente.-
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