Hace más de 15 años que
el saqueo de combustibles es un grave problema que causa pérdidas
multimillonarias a Petróleos Mexicanos (Pemex). La merma anual por este ilícito
podría sumar entre 15 mil millones y 20 mil millones de pesos, estimó el
secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade (Excélsior,
10 de mayo de 2017).
Pemex, por su parte,
calcula las pérdidas en 10 mil millones de pesos anuales. Pero ese monto se
refiere sólo a los miles de barriles que los llamados huachicoleros extraen
de los ductos (un promedio de 600 mil barriles de hidrocarburos cada mes).
Aparte están los gastos
multimillonarios que han hecho tanto la empresa como el gobierno federal para
“combatir” el delito. En el primer caso, Pemex ha invertido millones de pesos
en la supuesta modernización y optimización de las operaciones del sistema de
distribución, así como en su sistema de seguridad, que incluye tecnologías para
medir permanentemente el flujo de combustibles en ductos y monitorear sus
autotanques. Además, paga al Ejército por la custodia de la red de ductos.
En el caso del gobierno,
éste ha asumido los costos de los operativos militares para, supuestamente,
“desarticular” a los grupos vinculados al robo de combustibles.
Y es que desde el sexenio
de Vicente Fox (2000-2006), miles de millones de pesos del erario se han
destinado a la supuesta lucha contra la extracción ilegal de hidrocarburos, sin
que a la fecha se logre siquiera contener el problema. Por el contrario, cada
vez es mayor la sustracción.
No hay que olvidar que
fue durante el gobierno de Fox cuando se agudizó el robo de combustibles a gran
escala. Y que, desde entonces, no sólo el Centro de Investigación y Seguridad
Nacional, la Procuraduría General de la República y la Segunda Sección de la
Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) investigan el ilícito; sino que
también se creó una unidad de inteligencia al interior de la petrolera. Así,
año con año se han mapeado las zonas más riesgosas del país.
Actualmente, el gobierno
sabe, por ejemplo, que el estado con más tomas clandestinas es Puebla, pero el
que mayores pérdidas representa, por el número de litros y tipo de combustibles
hurtados, es Hidalgo.
Esa información se deriva
de los datos correspondientes a 2016. Ésta revela que si bien en Puebla –donde
ocurrió uno de los más recientes enfrentamientos entre supuestos criminales e
integrantes del Ejército– se detectaron 1 mil 533 tomas clandestinas, las
pérdidas sumaron 109 millones 620 mil 98 pesos; mientras que en Hidalgo se
localizaron 344 tomas clandestinas, pero la merma fue muy superior: 532
millones 138 mil 56 pesos.
Está claro que las
autoridades federales conocen el problema desde hace tiempo y que, durante 16
años, han destinado miles de millones de pesos al supuesto combate, e incluso
el Congreso ha endurecido las leyes que castigan el ilícito y lo tipifican como
grave. Entonces, la pregunta es ¿por qué ni siquiera se ha logrado contener el
robo de hidrocarburos, ya no digamos erradicarlo?
La respuesta, casi como
siempre ocurre en este país, nos remite al terrible problema de la corrupción y
la complicidad. Desde 2007 di a conocer informes internos de Pemex que
revelaban que militares, funcionarios de la petrolera –incluidos servidores
públicos de primer nivel y sindicalizados– así como criminales estaban aliados
para robar combustibles.
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Pero resulta que en todo este tiempo esas redes no han sido desmanteladas, porque el gobierno federal (en especial el de Enrique Peña) tiene miedo de ensuciar la imagen de la Sedena. Así, los militares han resultado impunes. Ello, a pesar de que desde el gobierno de Fox se tienen pruebas sólidas en contra de quienes se amafiaron con la delincuencia organizada o crearon sus propias redes delincuenciales junto con funcionarios de la petrolera.
Pero no sólo los
militares han resultado impunes. Los altos funcionarios de Pemex tampoco han
pagado con cárcel sus culpas; si acaso, entre los detenidos ha habido uno que
otro funcionario con rango de obrero. Y lo mismo ha ocurrido con los grandes
capos del negocio, pues los que acaban en prisión son el eslabón más débil de
la cadena: los huachicoleros, es decir, los peones del crimen.
Con todo este contexto,
resulta incomprensible que el presidente Peña haya anunciado a inicios de mayo
de 2017 el inicio de una estrategia coordinada de las Fuerzas Armadas contra el
robo de combustible. ¿No se suponía que este delito se combatía de manera
permanente desde el sexenio foxista?
La lucha que al parecer
desconoce el presidente (¿o acaso nunca ha existido y por eso crece el hurto de
productos petrolíferos?) es ensalzada por la propia petrolera en su más
reciente informe trimestral enviado a la Comisión Nacional Bancaria y de
Valores:
“Como respuesta, el
gobierno federal ha implementado [sic] varias medidas y ha reforzado las
fuerzas militares y policiacas y, por otra parte, Pemex ha establecido varias
medidas estratégicas que buscan reducir el robo y otras actividades delictivas
en contra de las instalaciones y productos de Pemex.”
La empresa explica que
“México ha experimentado un aumento en las actividades delictivas,
principalmente debido a las actividades de diversos grupos de la delincuencia
organizada, incluyendo narcotráfico. Adicionalmente, el desarrollo del mercado
ilícito de combustibles en México ha dado lugar al aumento en el robo y
comercio ilícito de los combustibles que produce Pemex”.
Y admite: “a pesar de
estos esfuerzos, este tipo de actividades delictivas continúan en México,
algunas de ellas contra las instalaciones y productos de Pemex. Estas
actividades, su posible incremento y la violencia asociada a ellas podrían
tener un impacto negativo en la situación financiera y los resultados de
operación de Pemex”.
Ello porque a la
petrolera le roban de todo: hidrocarburos, gasolina, diésel, crudo turbosina,
gas. Así lo demuestra el producto asegurado por las autoridades federales en
2015: 1 millón 602 mil 954 litros de hidrocarburo, 381 mil 611 litros de
gasolina, 297 mil litros de diésel, 72 mil litros de crudo, 20 mil litros de
turbosina y 4 mil 290 litros de gas. Algo que quizá también desconozca el
presidente.
Fuente.-Nancy Flores
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