En un cuarto de siglo, la
Secretaría de Desarrollo Social ha gastado más de un billón 564 mil millones de
pesos en la implementación de programas sociales; pese a ello, hoy existen
prácticamente los mismos niveles de pobreza que hace 25 años.
Creada el 25 de mayo de 1992 por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, con el objetivo profesionalizar la implementación del Programa Nacional de Solidaridad, la dependencia ha sido la encargada de aplicar la política social dictada por cinco mandatarios, ha contado con 12 titulares y entre las instancias que conforman su estructura se encuentra la coordinación nacional del programa social más grande del país: hoy conocido como Prospera.
Además, en los últimos 25 años, la Sedesol ha registrado al menos 13 modificaciones con el objetivo de aumentar sus atribuciones, ampliar su base de beneficiarios y hacer más eficiente su funcionamiento interno.
No obstante, sus resultados no son los esperados. De acuerdo con cifras del Consejo Nacional Evaluación de la Política Social, no se han reducido sustancialmente los índices de pobreza y ésta continúa concentrándose en los mismos estados que hace casi dos décadas.
Presupuesto al alza
Actualmente, la Sedesol es la tercera secretaría de Estado con más presupuesto, superada sólo por las carteras de Educación y Salud.
Desde su creación, los recursos etiquetados a dicha dependencia se incrementaron de manera sistemática; no obstante, fue hasta el sexenio de Felipe Calderón cuando éstos se duplicaron.
Los datos indican que durante el gobierno del panista Vicente Fox, el presupuesto de Sedesol ascendió a más de 225 mil millones de pesos; mientras que en la administración de Calderón, aumentó a más de 544 mil 885 millones.
La del priista Enrique Peña Nieto se perfila como la administración en la que esta secretaría ejercerá el mayor presupuesto de su historia, pues entre 2012 y 2017, ya suma más de 588 mil 514 millones, y falta un año de ejercicio.
Misma pobreza
En 2010, se modificó la metodología para la medición de la pobreza; no obstante, cifras oficiales permiten concluir que, en el último cuarto de siglo, ha sido imposible acabar con este flagelo.
La evolución de la pobreza en materia de ingreso indica que, en 1992, el 53.1 por ciento de la población vivía en pobreza de patrimonio, pues era incapaz de adquirir los alimentos y los bienes y servicios indispensables para alcanzar un nivel de vida digno.
Para 2014 -la medición más reciente de Coneval-, las personas en esta situación equivalen a 53.2 por ciento de la población.
Aunque la pobreza extrema registra una reducción, las cifras indican que ésta es mínima.
Según el Coneval, hace 25 años el 21.4 por ciento de los mexicanos vivían en pobreza alimentaria, pues no les alcanzaba para adquirir una canasta básica aunque destinaran la totalidad de sus ingresos.
Las cifras correspondientes a 2014 indican que, para ese año, 20.6 por ciento de la población tenía ingresos inferiores a la línea de bienestar mínimo.
Los índices de pobreza no son
los únicos que han permanecido casi inamovibles en el último cuarto de siglo.
Aunque no existen datos oficiales que permitan saber cuál era la distribución
geográfica de ésta en 1992, la información disponible indica que, entre los
años 2000 y 2014, los estados más pobres del país han sido los mismos: Chiapas,
Oaxaca y Guerrero.
En contraste, en el mismo periodo, los estados con menos pobreza han sido Baja California, Ciudad de México y Nuevo León.
La dinámica de la pobreza es el único indicador que se ha modificado. Según el Coneval, la pobreza rural se redujo; mientras que la urbana aumentó.
El organismo indica que, entre 1992 y 2014, la pobreza en el sector rural disminuyó de 66 a 62 por ciento, en tanto que la pobreza extrema descendió de 34 a 32 por ciento.
En el sector urbano, la pobreza aumentó de 44 a 50 por ciento, y la pobreza extrema pasó de 13 a 17 por ciento.
En contraste, en el mismo periodo, los estados con menos pobreza han sido Baja California, Ciudad de México y Nuevo León.
La dinámica de la pobreza es el único indicador que se ha modificado. Según el Coneval, la pobreza rural se redujo; mientras que la urbana aumentó.
El organismo indica que, entre 1992 y 2014, la pobreza en el sector rural disminuyó de 66 a 62 por ciento, en tanto que la pobreza extrema descendió de 34 a 32 por ciento.
En el sector urbano, la pobreza aumentó de 44 a 50 por ciento, y la pobreza extrema pasó de 13 a 17 por ciento.
El fracaso
Para el economista Mario Luis Fuentes, parte de la explicación del fracaso de la política social se encuentra en su diseño.
Fuentes recuerda que los programas creados en las décadas de los 80 y 90 tenían como objetivo reducir el costo social de las reformas económicas impulsadas por el gobierno federal.
Al mismo tiempo, agrega, buscaban crear en los individuos las capacidades necesarias para incorporarse al mercado laboral que surgiría a partir del desarrollo económico que se esperaba de dichas reformas.
El problema, indica el académico, es que el desarrollo económico y las fuentes de empleo no llegaron.
Así, la Sedesol se convirtió en una instancia incapaz de compensar la realidad de una economía que no crece y que, cuando lo hace, concentra la riqueza en unos cuantos.
El ex director del Instituto Mexicano del Seguro Social advierte que este paradigma prevalece en la política social del gobierno. Prueba de ello, señala, es que actualmente las políticas económica y social están completamente disociadas, a pesar de que una es resultado de la otra.
"La gran explicación a la incapacidad de las distintas administraciones para generar una disminución de la pobreza tiene que ver con la fractura del empleo, ahí está la respuesta. La pregunta es ¿por qué no ha crecido la economía si ha habido tantas reformas, si tuvimos una renta petrolera brutal, sobre todo en el sexenio 2000-2006?", cuestiona.
El investigador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM indica que la Sedesol tampoco ha logrado articular al sector social.
Hoy en día, existen más de 5 mil 600 programas sociales que no se complementan entre sí y que, en muchas ocasiones, generan desigualdad.
Un ejemplo: en la Ciudad de México, el programa 70 y más otorga a los adultos mayores apoyos por más de mil pesos; mientras que en Morelos, el mismo programa social proporciona sólo 500 pesos.
El economista afirma que esta "república social salvaje", ha impedido que exista una política nacional articulada.
"Hay 33 políticas sociales, no una política nacional; habría que ver cada una y, en algunos casos, habrá coincidencias, hay congruencia, pero es fortuito, se da porque comparten territorios, no por un diseño que de origen pudiera haber pensado que buscaba complementar todo este esfuerzo", señala.
Dispersión y uso político
En opinión de Alejandro González, director general de Gestión Social y Cooperación AC (una organización civil especializada en la evaluación de programas sociales), otra explicación del fracaso de Sedesol es que ésta renunció a hacer política social.
El especialista indica que Sedesol ha privilegiado el uso político de los programas sociales por encima de la construcción de una estrategia nacional basada en la universalización de derechos.
De esta manera, el combate a la pobreza ha estado estructurado a partir de programas sociales que, al ser focalizados, se multiplicaron a lo largo y ancho del país con el objetivo de atender problemas específicos e incluso coyunturales, así como a pequeños sectores de la población.
El resultado es un esquema que pulveriza los recursos, dificulta el manejo y la transparencia del presupuesto y favorece el uso clientelar de los programas.
"Lo que tenemos ahora es un modelo totalmente fragmentado de política social, con más de 150 programas sociales al año, en los que se invierten más de 500 mil millones de pesos, pero que pulveriza el recurso y termina por no necesariamente llegar a quién tiene que llegar. ¿Quién en su sano juicio maneja 150 programas? Administrativamente, es complejísimo", sostiene.
González indica que, pese a la evidencia de que este esquema de combate a la pobreza ya no funciona, actualmente nadie plantea su modificación debido a que hay sectores políticos que se favorecen de él.
"Hay gente que se está beneficiando, hay inercias, hay intereses", sentencia.
Para el especialista, una muestra de que la política social es vista como un instrumento político es el hecho de que de los 12 titulares que ha tenido Sedesol, sólo uno es especialista en desarrollo social.
"Llegar al extremo de tener un secretario como el que tenemos (el priista mexiquense Luis Miranda), un operador político, ya es la última expresión del fracaso de nuestro modelo", indica.
El director de Gesoc señala que las evaluaciones y los estudios académicos que documentan el fracaso están sobre la mesa desde hace varios años.
Lo que falta, dice, es un liderazgo que impulse y conduzca las reformas necesarias, pues hasta ahora, la Sedesol se ha negado a liderar ese debate.
"Lo que requerimos es la voluntad política de un liderazgo que tiene que venir de un proyecto de país, desde la Presidencia de la República, para reconocer que este modelo no está funcionando y que ahora estamos dispuestos a poner por delante al país, a los pobres y a las personas vulnerables, más que a los beneficios o la renta política", comenta.
Modelo de derechos
Los especialistas coinciden en la necesidad de avanzar hacia un modelo de política social basado en derechos.
Éste, indican, estaría encaminado a garantizar los tres derechos fundamentales para garantizar un nivel de vida digno: ingreso mínimo, educación y seguridad social.
El acceso universal a estos derechos, detallan, reduciría de manera importante el número de programas sociales, limitaría el uso político de éstos y promovería la coordinación entre la federación, los estados y los municipios.
Un esquema así limitaría también la pulverización del presupuesto social, pues focalizaría éste hacia la conformación de un piso mínimo de bienestar para el grueso de la población.
El próximo 25 de mayo, la Sedesol cumplirá 25 años. A decir de Alejando González, llegará a su aniversario inmersa en un marasmo en el que lleva un cuarto de siglo.
Fuente.-
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