Bajo la dirección del decano Garth Saloner, la Graduate School of Business (GSB)
de la Universidad de Stanford ha
atravesado una importante transformación.
Hace cuatro años estrenó un nuevo campus de 345 millones de dólares en Palo
Alto, y es hoy un polo mundial de innovación en materia de gestión empresarial.
Forma a ejecutivos en Bangalore, Pekín, Londres, Nueva York, Santiago y Sao
Paulo; hurta académicos de primer nivel a su rival Harvard; ostenta la tasa de
admisión más baja del mundo (7 por ciento) y el salario base promedio más alto
para los egresados de su máster en Administración de Negocios (125 mil dólares
al año).
Con todo, la prestigiosa escuela está inmersa en su propio problema gerencial
por un escándalo sexual.
El 14 de
septiembre, Saloner, de 60 años, conmocionó a la comunidad de Stanford al
anunciar que dimitiría al final del año escolar. La noticia de su renuncia
corrió por todo el campus.
En su declaración, Saloner indicaba que no quería que
"una demanda infundada vinculada al conflictivo divorcio entre un antiguo
miembro de la facultad y uno actual" dañara la reputación de la escuela.
Horas más tarde se supo, por un artículo publicado por Poets &
Quants, un sitio web dedicado a las escuelas de
negocios, que contra Saloner y la universidad pendía una demanda por
discriminación.
Presentada por
el ex profesor James Phills, la demanda alega que el decano Saloner conspiró
con su amante Deborah Gruenfeld (esposa de Phills en vías de divorcio y
profesora de la GSB) para sacar a Phills de la escuela y de la casa que la
pareja compartía en el campus.
La querella, en manos de la Corte Superior del Condado de Santa Clara en San
José, busca establecer si Saloner, tras informar al administrador académico de
Stanford John Etchemendy de su relación sentimental con Grünfeld, se excusó
debidamente de cualquier decisión que atañera a la pareja.
También está en cuestión si Etchemendy se aseguró de que Saloner no tomara
parte en las decisiones relativas a Phills y Gruenfeld, en conformidad con la
ley estatal y la política de la escuela. La demanda sostiene que Phills, quien
es negro, ha sufrido "hostilidad laboral y represalias por parte de
Saloner" y discriminación por su estado civil, raza y género.
Saloner y Stanford niegan las acusaciones de discriminación de Phills y dicen
haber respetado todas las leyes y políticas universitarias.Stanford afirma
que Saloner se abstuvo de intervenir en cualquier decisión que incumbiera a
Phills, y que la universidad rescindió el contrato de Phills este año porque él
optó por no regresar de una licencia prefiriendo un empleo más lucrativo en
Apple.
Phills fue tratado "justa y equitativamente", sostiene Stanford, y la GSB, bajo
Saloner, "sigue desempeñándose en niveles excepcionalmente altos."
Al interior de la escuela, la reacción a la dimisión de Saloner y al triángulo
sentimental que lo envolvió, está dividida. Muchos miembros de la facultad
están decepcionados por la salida de Saloner, pues desde su nombramiento en
2009 amplió los 15 profesores titulares de la facultad a 124, consolidó varios
programas y liberó más dinero de los 220 millones de dólares de presupuesto
anual de la escuela para el reclutamiento y la investigación.
Sin embargo, tiene menos admiradores entre el personal no académico, las personas
que realmente hacen funcionar la escuela. Muchos de ellos describen una
administración regida por el miedo, con un decano que intimida a los
subordinados que lo desafían, retira fondos de programas que no encajan en su
agenda y despide bajo cualquier pretexto.
En palabras de Sharon Hoffman, exvicedecana que dirigió el programa de MBA de
2001 hasta que fue depuesta y renunció en 2012:
Cuando Garth entró,
pasamos de buenos días en Estados Unidos a la Rusia Soviética.
Saloner cursó un MBA en la Universidad de
Witwatersrand en Johannesburgo y un doctorado en economía en Stanford en 1982.
Fue profesor en el MIT durante ocho años, y luego regresó a la GSB en 1990 para
quedarse. Bajo su decanato, la GSB se apuntaló como el sitio donde completaban
su educación los multimillonarios en formación.
Deborah Gruenfeld, una psicóloga social
con un doctorado de la Universidad de Illinois, es una de las principales
expertas del mundo en psicología del poder. Y quien fuera su esposo, Phills,
fue campeón de lucha en Harvard, donde obtuvo su doctorado en comportamiento
organizacional.
Se conocieron en 1994, mientras Phills enseñaba en Yale y Gruenfeld en la
Kellogg School of Management de la Universidad Northwestern. Se casaron en 1999
y al año se mudaron a Stanford, adquiriendo una vivienda en el campus con un
préstamo de bajo interés otorgado por la universidad gracias al empleo de
Gruenfeld.
Allí prosiguieron sus carreras. Ella como docente y escritora prolífica,
mientras que Phills se convirtió en un director del Center for Social
Innovation de la GSB, un centro responsable de dirigir programas de
capacitación administrativa para el gobierno y para líderes de organismos no
lucrativos.
Aunque el centro de innovación social atraía muchos estudiantes, Saloner pensó
que el énfasis en el impacto social no era directamente útil para los
estudiante de negocios y la facultad, así que en 2012 recortó el presupuesto
del centro y Phills perdió buena parte de sus ingresos como profesor cuando el
centro dejó de ofrecer sesiones de capacitación.
En mayo de ese año, Saloner y Gruenfeld comenzaron a salir, Phills pidió
una licencia para enseñar administración en Apple. Y poco después la GBS
reanudó su programa de capacitación bajo otro profesor, una situación que
Phills describe como parte de la conspiración del decano y su exmujer para impedir
que volviera.
Grünfeld dejó a Phills en junio de 2012. Ese mismo mes Saloner había
enviudado. Tras unas cuantas citas, acordaron comunicarle a Etchemendy su
relación sentimental. Dado que la licencia de Phills estaba por vencer, la
facultad tenía que decidir su futuro en la escuela, un futuro que estaba en las
manos de Saloner.
Etchemendy, dándose por enterado de la situación, le escribe a Saloner en un
correo: “Apoyo totalmente lo que decidas con respecto a Jim (Phills),
lamentaría mucho perder a Deb.” En su declaración judicial Etchemendy expresó:
“Habíamos contratado a Jim porque queríamos a Deb. Así que si perdíamos a Jim,
no habría sido una tragedia. Pero perder a Deb era una tragedia.”
El 4 de noviembre de 2012 Phills fue notificado que, dado que su cónyuge ya no
vivía con él, debía pagar 750 mil dólares que Stanford había prestado al
matrimonio años antes para la compra de la casa. Phills trató de negociar una
excepción para permanecer en la casa familiar con sus hijas y su madre, la
respuesta fue no.
Etchemendy recibió en 2014 una carta firmada por 46 empleados actuales y
antiguos de la GSB (la mitad de ellos aún trabajaba en la institución) que se
quejaban del “entorno laboral hostil, en especial para las mujeres y los
mayores de 40 años, gobernado por agendas personales, favoritismo y miedo”.
Los firmantes pedían que no se nombrara otra vez a Saloner como decano por
cinco años más, y advertían que su romance con una subordinada, que estaba
casada con otro subordinado, era un “pobre ejemplo” para los estudiantes y era
un “comportamiento estereotípico de muchos CEOs desacreditados”.
Etchemendy se reunió con los firmantes en el verano de 2014 para decirles que
había ratificado a Saloner en el cargo. El decano consiguió un nuevo
mandato y Phills se consiguió un abogado y demandó.
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