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lunes, 20 de abril de 2015

MENTIRAS detrás del "DETECTOR de MENTIRAS"...el POLIGRAFISTA un "IMBECIL con un poco de ENTRENAMIENTO que "engañan con otro poco de entrenamiento".


Casi inmediatamente tras su creación, en 1923, los resultados de un examen de polígrafo fueron admitidos como pruebas en un juicio en los EEUU. Y también casi inmediatamente después, la Suprema Corte de los EEUU dictaminó que las pruebas de polígrafo no eran lo bastante confiables para ser admitidas en un tribunal. 
Setenta y cinco años más tarde, en 1998, el Tribunal Supremo insistió en su posición, asegurando que no existía consenso en la comunidad científica respecto de si “las pruebas de polígrafo son confiables”. Pero para ese entonces ya había demasiada gente entrenada en manejar un detector de mentiras que no podía quedarse sin trabajo.

 Nacieron entonces los reality caza-mentirosos. Desde simples sospechosos de infidelidad, ladrones de poca monta y hasta acusados de asesinato, se han lanzado a competir, en un intento porque el show los libre de polvo y paja –y de paso ganar algunos milloncitos en premios. Sin ir muy lejos, en Ecuador, Miguel Badillo, ex cabo de Policía que estuvo preso ocho años por su implicación en la muerte y desaparición de dos hermanos, se sometió a una prueba de polígrafo, en vivo y en directo por la cadena Ecuavisa, la que lo terminó “exculpando” (y dándole un jugoso premio). Y en Colombia (por Caracol Televisión), María Rosa Solano respondió con un contundente “¡sí!” a la pregunta de si le había pagado a un sicario para mandar a matar a su marido. María Rosa se llevó el premio de 50 millones de pesos. La pregunta es, ¿en verdad una máquina puede determinar si alguien miente o dice la verdad?
Quienquiera que emprenda la tarea de erigirse como juez en el campo de la
 verdad y el conocimiento naufragará ante la risa de los dioses”. 
Albert Einstein
1. Los poligrafistas aseguran que el primer detector de mentiras de la historia lo usó Dios, cuando luego de preguntarle a Caín por su hermano, éste le respondiese: “¡¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?!” (Gén 4,9). El de arriba, sin necesidad de cables ni preguntas de control, habría notado de inmediato que aumentó la presión cardiaca de Caín, que su respiración se agitó y que le sudaron las manos. “¡Miente!”, fue la conclusión del barbón.
2. Pero no todos somos Dios, así que los humanos hemos intentado diferentes métodos para detectar a los mentirosos. Aproximadamente en el año 500 A.C., un monje en la India ideó su propia versión del detector de mentiras. Metió a los sospechosos de un robo en un cuarto oscuro con un burro, y les dijo que todos debían jalar la cola de un burro. El animal resultaba ser mágico, y solo cuando el ladrón fuese quien tirase de su cola, la voz del asno se escucharía en el templo y revelaría la identidad del ladrón. La cola del animal había sido previamente pintada de negro, por lo que el sacerdote podía saber la identidad del ladrón al ver quién de los sospechosos salía de la habitación con las manos limpias. ¿Y qué si un inocente temía que el burro se equivoque? O peor aún, ¿qué si alguien libre de culpa temía, en medio de la oscuridad, jalar algo diferente de la cola? Pero atención: este es exactamente el mismo principio del polígrafo.
3. Desde finales del siglo XIX y a inicios del XX, se desarrollaron diversos métodos que pretendían descubrir si alguien decía la verdad o mentía, y que llevaron al polígrafo moderno. En general, este aparato intenta detectar cuando una persona miente en función de sus reacciones fisiológicas: cambios en la presión sanguínea y el ritmo de la respiración, y un aumento de la conductividad galvánica de la piel –¿no sería más fácil decir simplemente “sudoración”? El uso del polígrafo se ha ido perfeccionando, al punto que muchas veces ha sido utilizado en juicios, detección de amenazas para la seguridad, empleos y hasta en reality shows. Insistimos con la pregunta, ¿los resultados de un polígrafo son confiables?
4. La respuesta es: tan confiables como puede ser determinar si alguien miente sometiéndolo a una prueba de yan-ken-pó. En el 2003, la Academia Nacional de Ciencias de los EEUU publicó una investigación titulada EL POLÍGRAFO Y LA DETECCIÓN DE MENTIRAS, en la que afirma que la mayoría de estudios que pretenden dar validez al uso del polígrafo, son “no fiables, no científicos y sesgados”. Además concluyeron que el uso del polígrafo permitía discernir la verdad de la mentira en un nivel “ligeramente mayor que el del azar”, es decir, con solo un poco más de certeza que la que daría lanzar una moneda al aire. La gran desventaja radica en que, si vamos a acusar a alguien de mentiroso o exculparlo en función a si la moneda cae de cara o sello, sabemos que estamos simplemente jugando con el azar. Pero tras usar el polígrafo, es probable que la mayoría –incluidos fiscales, jueces y potenciales empleadores– quede convencida de que se trata de una verdad científica y no simplemente el resultado de lanzar una especie de dados más sofisticados.
5. “La poligrafía no es una ciencia. Como sus disciplinas hermanas desacreditadas, la frenología y la grafología, es una codificada conjetura disfrazada de ciencia”, sostienen los expertos poligrafistas George W. Maschke y Gino J. Scalabrini, en su demoledor libro LAS MENTIRAS DETRÁS DEL DETECTOR DE MENTIRAS. Luego agregan: “Las ‘pruebas’ de polígrafo son procedimientos no estandarizados que dependen fundamentalmente del engaño. Como tales, no pueden tener ninguna validez científica. La lectura de la carta computarizada poligráfica, difundida en los últimos años, no tiene más respaldo ‘científico’ que el que tiene la lectura computarizada de una carta astrológica”.


6. ¿Y en qué consiste la prueba? Veamos. Durante la prueba se hacen tres tipos de preguntas:
a. Preguntas irrelevantes: no tienen ninguna utilidad en la prueba, pero pretenden despistar o hacer creer que ayudan a saber cómo reacciona uno cuando dice la verdad. Ejemplos: ¿Vives en Miraflores? ¿El presidente del Perú se llama Ollanta Humala? ¿Alguna vez has comido arroz?
b. Preguntas relevantes: referidas a lo que en el fondo se quiere detectar con la prueba. Ejemplos: ¿ha consumido Ud. Drogas? ¿Ha vendido o pasado información de la empresa a un competidor? ¿Es Ud. Espía? ¿Es Ud. Culpable de asesinato?
c. Preguntas de control: sirven para comparar la reacción frente a estas preguntas con la reacción frente a las preguntas relevantes. Ejemplos: ¿Alguna vez has hecho trampa en un examen? ¿Alguna vez le has dicho una mentira, por mínima que sea, a tu pareja? ¿Has tenido en algún momento el impulso de robar algo, aunque sea brevemente?
7. La forma en que un poligrafista pretende saber que alguien mintió es observando las reacciones físicas que se producen frente a las preguntas de control y compararlas con las reacciones físicas producidas frente a las preguntas relevantes. Si la respuesta a una pregunta relevante produce una reacción más fuerte a la que se produjo durante las preguntas de control, el sujeto, de acuerdo con el poligrafista, miente.
8. Pero es imposible que el “detector de mentiras” pueda detectar mentiras. Lo que detecta son reacciones fisiológicas (sudoración, elevación de la presión, cambios en la respiración) que, en el mejor de los casos, se deberían efectivamente a que el sujeto de la prueba esté mintiendo. Pero las mismas reacciones fisiológicas pueden aparecer, por ejemplo, debido al natural nerviosismo frente al examen, por el temor a “fallar” aun cuando se esté diciendo la verdad (es decir, temor a que la máquina se equivoque), por recuerdos de sucesos incómodos relacionados con la pregunta, etc. Esto produce lo que se llama “falsos positivos”.
9. En 1983, la Oficina de Evaluación de Tecnología del Congreso de los EEUU publicó un estudio de validación de los test poligráficos. En el mismo concluyen que, por cada resultado correcto de una prueba de polígrafo –es decir, cuando esta determina que miente alguien que efectivamente está mintiendo–, se podrían dar 50 casos de falsos positivos –es decir, personas a las que se culparía de estar mintiendo cuando en realidad dicen la verdad.
10. Por si fuera poco, es relativamente bastante fácil engañar al polígrafo, es decir, que esta prueba termine por exculpar a una persona que efectivamente miente durante la misma. Es el caso, por ejemplo, del ex agente de la CIA, Aldrich Hazen Ames, quien en dos ocasiones, en 1986 y 1991, pasó por el detector de mentiras sin que el mismo revelase, aunque se lo preguntaron, que era en realidad ¡un espía ruso! O el caso del asesino serial Gary Leon Ridgway, culpable de 48 asesinatos, pero que en 1984 y como si fuese el más inocente de los monaguillos, pasó sin ningún problema la prueba del polígrafo.
11. “Bueno”, te dirás, “pero a lo mejor solo espías de la KGB y psicópatas son capaces de burlar una prueba poligráfica”. Falso. El ex policía y experto poligrafista Doug Williams, asegura que es capaz de entrenar a cualquier persona para pasar exitosamente por el detector de mentiras, aun siendo el más grande mentiroso del mundo. Williams es autor del libro The "lie detector" is bullshit! and I have proved it! (EL DETECTOR DE MENTIRAS ES PURA MIERDA. ¡Y YO LO HE DEMOSTRADO!), gracias al cual, miles de personas en el mundo se han entrenado en la manera de pasar exitosamente por un polígrafo. Probablemente Omar Chehade ya había comprado este libro cuando dijo estar dispuesto a someterse a un detector de mentiras tras su incidente en Las Brujas de Cachiche.


12. Cerremos esta nota con la siguiente frase de Doug Williams acerca de cómo engañar a un detector de mentiras: “A polygraph examiner is nothing but an asshole with a little training. In order to beat this asshole with a little training, your asshole's got to have a little training"; lo que en castellano significa: Un poligrafista no es otra cosa que un imbécil (asshole) con un poco de entrenamiento. Para engañar a ese imbécil-con-un-poco-de-entrenamiento, (asshole) debes recibir un poco de entrenamiento
Fuente.-dedomedio.com

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