- El discurso oficial, según el cual el país ha sido modernizado y la inseguridad no es un problema grave, ha quedado destrozado.
- Asimismo, en el mejor escenario, las autoridades federales han sido exhibidas como frívolas y desconectadas de la realidad; en el peor, como negligentes y omisas.
En todo esto, hay también un elemento kafkiano: mientras México se entera de que el alcalde de Iguala tenía vínculos con la delincuencia organizada, de que planeaba que su mujer le sucediera en el cargo y de que la policía de dicha ciudad obedecía órdenes de criminales, el Instituto Nacional Electoral anuncia que el proceso electoral de 2015 ha comenzado; pronto, los mexicanos podremos ejercer “nuestros derechos” y, apegándonos a las leyes que nos hemos dado, votar por quienes queremos que nos gobiernen.
Así es nuestro México: por un lado, está claro que no hay Estado, que no hay ley, que las alcaldías son vistas como negocios familiares, que las policías son una tragedia y que, quienes de verdad mandan en varios puntos del país, son los delincuentes. Por otro lado, unos señores de traje y corbata, que se supone tienen en sus manos buena parte del funcionamiento de la “democracia” mexicana y que cobran más que funcionarios de alto nivel de países desarrollados, nos informan que comienza el ciclo electoral, que los mexicanos podremos votar en un marco de libertad y de respeto pues, faltaba más, México es una democracia, un país serio.
Ahí está lo kafkiano del asunto: se nos dice que el país es una democracia. Pero, simultáneamente, varios jóvenes son masacrados por “policías” en el estado de Guerrero. Por si fuera poco, el gobernador de esta entidad, Ángel Aguirre, ni siquiera tiene la vergüenza de renunciar. Asimismo, el presidente de su partido lo defiende diciendo que, si este gobernador se va, también se deben ir otros gobernadores cuyos estados están igualmente en graves problemas, lo cual equivale a aceptar que el señor Aguirresí es patético, pero, no va a dimitir porque otros patéticos gobernadores no lo han hecho aún.
Ah, pero eso sí, pronto vendrán las campañas, el derroche de recursos, los vacíos e inútiles discursos de los candidatos, etcétera. También se renovarán la Cámara de Diputados y varias gubernaturas. Y de nueva cuenta se celebrará lo “democrático” que es nuestro país. Preguntas: ¿en qué democracia ocurre que padres de familia tengan que sufrir que sus hijos sean secuestrados, asesinados y desollados por quienes se supone están ahí para brindar protección y garantizar la seguridad y el orden? ¿En qué democracia un gobernador no renuncia inmediatamente cuando, claramente, no puede cumplir con sus tareas?
Nuestro país está mal, muy mal. A veces creo que ya ni cuenta nos damos. La violencia, la inseguridad, la corrupción y el desprecio de la clase política por los ciudadanos son tan normales, tan cotidianos, tan nuestros, que ya ni siquiera los percibimos. Esperemos que Iguala nos haga recobrar conciencia, darnos cuenta de que, más allá de lo que digan el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el gobierno de la República, estamos muy lejos de ser el país del futuro. Lo que sí somos es una tierra cuyo presente es doloroso, sangriento y desolador. ¿Seguiremos así siempre? Ojalá que no.
fuente: @aromanzozaya
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