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jueves, 20 de junio de 2024

"SON las LLUVIAS el COCO de N.L": DEL "RIO FIERA al HURACAN BEULAH y de los PEORES AMANECERES a los NUEVOS DILUVIOS'...los regios ya saben como la naturaleza cambia de opinión.


Hasta ayer "Alberto" era clasificado por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos como tormenta tropical sobre el Golfo de México, que traería fuertes lluvias y vientos a Nuevo León y otras entidades.

Sin embargo, una combinación de factores (aumento de la temperatura del mar, entrada continua de aire frío, presencia súbita de vientos, entre otros) puede transformar al fenómeno y cambiar el destino de poblaciones. Nuevo León sabe de esto.

El Cronista Carlos González Rodríguez habla de este antiguo pavor por las grandes aguas.

"Hace muchos años había gente en San Pedro que, ante los gruesos nubarrones, salían al patio o a los sembradíos a 'partir la tormenta' blandiendo un machete al aire. Claro, mera superstición, pero que nos habla del temor al viento huracanado, al trueno o a la gran cantidad de agua que caería.

"El viento, el rayo y la lluvia les parecía algo sobrenatural, un castigo de la naturaleza, por lo que había rezos a los santos para que lloviera y, paradójicamente, para que no lloviera".

El deseo de ver llenos sus ríos y presas y, a la vez, el miedo a la lluvia pareciera ser parte del regiomontano.

Y es que la devastación provocada por las grandes aguas ha quedado registrada en la historia: así fue la de 1611, que obligó a los primeros pobladores, tras desaparecer la mitad de la aldea, a alejarse de los Ojos de Agua de Santa Lucía y mudarse a lo que hoy es la Plaza Zaragoza.

Hay registros de inundaciones en los años 1636, 1642, 1644, 1648, 1775, 1825 y 1881.

EL RÍO ‘FIERA’

1909. La inundación de ese año provocó la muerte de más de 4 mil regiomontanos.

La inundación de Monterrey entre el 27 y 28 de agosto de 1909 fue la primera devastación registrada en forma, tanto en crónicas como en fotografías.

“Se olvidó que los ríos secos también son traidores”, escribieron los cronistas Oswaldo Sánchez y Alfonso Zaragoza, en su libro El río fiero, bramaba, en alusión a la inundación del Río Santa Catarina que cobró la vida de casi 5 mil habitantes, muchos asentados en el cauce del río. Otra zona afectada fue el El Barrio de San Luisito, hoy conocida como Colonia Independencia.

En ese entonces, el ancho del Río Santa Catarina abarcaba desde lo lo que hoy es la calle Hidalgo hasta donde actualmente se ubica la Basílica de Guadalupe.

2. HURACÁN BEULAH

Ya con la tendencia de nombrar huracanes, el Beulah, en 1967, es de los primeros que aún recuerdan muchos regios. El Santa Catarina ya había sido canalizado en 1953, tras sufrir otra inundación de terror, el 28 de agosto de 1938, que incomunicó a la Ciudad y destruyó barrios humildes y residenciales de la época.

El Beulah entró por Matamoros, Tamaulipas, y entre el 20 y el 24 de septiembre de 1967 provocó en el Río Santa Catarina un caudal desconocido para los habitantes de esa época.

3. EL PEOR AMANECER

1988. Una de las imágenes icónicas del Río Santa Catarina lleno por el Huracán “Gilberto”: el toldo de uno de los Juegos Manzo.

Entre la noche del 16 y la madrugada del 17 de septiembre de 1988, Nuevo León sufrió el golpe del huracán “Gilberto”, cuando aún no existían los cuerpos de Protección Civil.

Considerado por el Centro Nacional de Huracanes de EU como el más grande del siglo 20, “El monstruo” arrojó una cantidad descomunal de agua que, en poco tiempo, desbordó ríos y arroyos.

Aún se mantienen en la memoria las imágenes de la tragedia: los autobuses que quedaron atrapados en la corriente del Santa Catarina y de cuyas ventanillas los pasajeros pedían ser salvados.

También el trascabo que quedó sepultado en el río y desde el que el operador Enrique Colis Escareño y los judiciales César Cortés “El Campeón”, Mario Javier Ríos Ruiz, Óscar Vázquez y Miguel Manzano intentaron sin éxito rescatar a los pasajeros. La corriente volteó la unidad y todos fueron devorados por el agua.

El único que sobrevivió en aquel intento de rescate fue el ciudadano Rogelio Ayala Contel, quien pudo salir de las aguas fieras. Otra imagen son los tradicionales Juegos Manzo arrastrados por la corriente.

La cifra oficial de muertos que dio el Gobierno del Estado no rebasó las 100 víctimas. Sin embargo, de acuerdo a los rescatistas de entonces, el saldo mortal debió ser de más de 2 mil muertos.

4. NUEVOS DILUVIOS

2010. El agua que dejó el huracán “Álex” destruyó tramos de las avenidas Constitución y Morones Prieto, que cambiaron su orientación, y todo lo que había en el río.

El 21 de julio del 2005, los remanentes del huracán “Emily” dejaron muchos daños, incluyendo el derrumbe del Puente Guadalupe, sin provocar víctimas.

Un lustro después, el 1 de julio del 2010, Nuevo León vivió la contundencia del huracán “Álex”, que provocó una destrucción sin precedentes debido a que el meteoro descargó por 60 horas continuas tres veces más agua que el “Gilberto”. De no ser por la Presa Rompepicos, la catástrofe hubiera sido mayor.

El huracán “Alex” provocó desbordamientos en las dos arterias principales de Monterrey, Constitución y Morones Prieto, y daños graves en la infraestructura. Además, el municipio de Anáhuac debió ser evacuado por el desbordamiento del Río Salado y la apertura de la presa Venustiano Carranza, en Coahuila.

En esa ocasión, los cuerpos de auxilio realizaron la operación más grande para salvar vidas.  Seguirían “Fernand” y “Hanna”, en el 2019 y 2020. De nuevo, destrucción y damnificados, aunque con menos fallecidos.

Antes los historiadores solían decir que las llegadas de los huracanes a Nuevo León y el colapso del Río Santa Catarina podía medirse: primero cada 30 años, luego 20. Después hablaron de una década.

Ahora, con el cambio climático, resulta impredecible.

El historiador Carlos González dice que hay que perder el miedo, pero no bajar la guardia. Ni olvidar los aprendizajes.

“Hoy sabemos de los riesgos con anticipación y, aunque la modernización trae ventajas, también hay otras cosas que afectan, como tanto pavimento que impide la absorción, que hace que el agua corra con facilidad y que obstaculice arroyos.

“Somos tantos habitantes que hasta las tragedias pasan a ser algo cotidiano”, agrega el Cronista. “Tenemos muchas lecciones que aprender”.

Pero, siempre, las recordamos cuando las lluvias ya están presentes.

Fuente.-ElNorte/


1 comentario:

  1. Así es, Nuevo Leon resilente, el que padece cada ciclo las mismas penas y cada vez con peores consecuencias sin hacer nada para cambiar mas que apelar a su gran resilencia y por supuesto, grandes ocurrencias.

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