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miércoles, 9 de septiembre de 2015

ENTERATE: el "INTERNET" de las "COSAS" !!! YA ESTA AQUI !!!...y con el la "intrusión".


Se conoce como “internet de las cosas” (Internet of Things o IoT) al intercambio de información directamente entre aparatos y equipo conectados a internet, mediante una multiplicidad de aplicaciones orientadas principalmente a mejorar la vida de las personas, los procesos productivos, el comercio y la organización de los centros de población. 
El término se acuñó por primera vez en 1999 en el MIT y también se utiliza para referirse al momento en que existan más aparatos conectados a internet que personas, por lo que representa la entrada a una nueva etapa en la evolución del internet. De acuerdo con las estimaciones de Cisco, este punto se habría alcanzado entre 2008 y 2009, considerando que para 2010 ya existían en promedio 1.84 aparatos conectados por cada persona.1] 
De acuerdo con Verizon[2], para que una aplicación o solución pueda considerarse como parte del internet de las cosas, deben darse tres factores: alerta, autonomía y acción (las tres “a”, tomadas del inglés: aware, autonomous, actionable). El dispositivo debe poder percibir datos de su entorno: ubicación, proximidad, temperatura, vibración, humedad, niveles de iluminación, movimiento, etc. Adicionalmente, el aparato debe poder recoger la información y transferirla de forma autónoma, es decir, a una hora programada o cuando ocurra alguna condición. Finalmente, es imprescindible procesar los datos obtenidos para generar acciones que aprovechen la información. Para considerarse parte del internet de las cosas, las aplicaciones deben contar con estos atributos. 
El internet de las cosas se ha estado acelerando debido principalmente a tres factores: 1) el crecimiento de la cobertura del servicio de internet entre la población; 2) la reducción en el tamaño y el precio de los procesadores y sensores, y 3) el sensible incremento en la capacidad de procesamiento de grandes cantidades de información, a bajo costo. 
Algunos desarrollos que ya se encuentran en el mercado incluyen aplicaciones relacionadas con la salud y el bienestar personal, como las que dan seguimiento al ejercicio físico y los signos vitales, además de las que monitorean las actividades de niños pequeños. También están las aplicaciones para el hogar, donde algunas de las más conocidas son las que permiten que los refrigeradores detecten productos cuya fecha de caducidad está vencida, para alertar que se les debe desechar, o bien las que generan listas de artículos faltantes que pueden ser leídas por el dueño del electrodoméstico o se pueden transferir directamente a un comercio previamente elegido, para que realice el reabasto. 
En las ciudades, se prevé que los vehículos autónomos (que no requieren conductor) podrán comunicarse directamente con los sistemas de control de tráfico, para mejorar el flujo vial. Asimismo, un sistema de sensores y procesadores en el drenaje, permitiría activar de forma óptima las vías de desagüe ante lluvias intensas, detectando aquellas rutas que estén saturadas y las que cuentan con capacidad de desalojo. Actualmente, ya se usan aplicaciones de IoT para eficientar el gasto energético en sistemas de transporte, algunos procesos industriales y en las oficinas. 
Una gran parte de estos desarrollos tiene el potencial de generar ahorros en la provisión de servicios públicos para poblaciones marginadas, por lo que también podrán contribuir a cerrar la brecha en el nivel de bienestar. 
Para que podamos adoptar dinámicamente estos avances, impulsando la innovación, tanto la industria como los reguladores enfrentamos retos importantes y la necesidad de colaborar para encontrar las mejores soluciones. 
Por una parte, el crecimiento exponencial en las conexiones y comunicaciones, implica que las redes deberán incrementar su capacidad para acomodar esta nueva demanda, lo que requiere a su vez que el espectro para estos usos se haga disponible, considerando la capacidad para que los procesadores se conecten entre sí y para enviar y recibir información de la red. 
En relación con la capacidad de las redes, también es importante moverse hacia la adopción plena del protocolo IPv6 ya que éste incrementa sensiblemente las direcciones disponibles y así se podría proporcionar a los aparatos que se incorporan al internet de las cosas, una dirección propia y permanente. 
En los aspectos técnicos, se está trabajando para alargar la duración de la batería a través de un consumo energético más eficiente, de forma que no exista necesidad de sustituir los chips frecuentemente. También se tiene el reto de integrar los aspectos de seguridad desde el diseño y la producción de los procesadores y sensores, con posibilidad de que el software se pueda actualizar remotamente. 
Para no generar barreras a la innovación y a la competencia, además de impulsar la adopción tecnológica por toda la población, también es importante asegurar que los dispositivos puedan conectarse a redes de cualquier tecnología. 
Finalmente, un reto que involucra no solo a los reguladores y a la industria sino primordialmente a los usuarios, es el de la privacidad. Si actualmente resulta complejo su manejo en las aplicaciones de uso personal, donde una parte importante de los consumidores no está consciente del tipo y cantidad de información que deja en manos de terceros, a medida que crezca el internet de las cosas, se facilitará aún más la diseminación de información personal y sobre hábitos, preferencias, relaciones y otros aspectos de la vida de los usuarios, sin que éstos intervengan directamente en las comunicaciones que generan dicha información. 
Es por ello que el internet de las cosas nos interesa a todos, para poder adoptar de la forma más abierta y segura esta nueva etapa del desarrollo de la red que promete mejoras en múltiples aspectos de nuestra vida.

Fuente.-La SillaRota/@elenaestavillo 

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