Gestionar la cadena de suministro de drogas a nivel mundial, es solamente una de las innumerables actividades de la delincuencia organizada mexicana, los también conocidos como ‘cárteles’ controlan una serie de negocios ilegales, adoptando modelos empresariales como si fuesen compañías con concesionarias, excepto que éstas apelan a la violencia.
Así las también calificadas empresas criminales mantienen tomado el país desde hace décadas y a decir por distintos especialistas en el tema, los efectos de ese control se pueden observar en materia de inseguridad y violencia, que a su vez son factores de soporte a sus resultados en un rubro económico que se traduce en poder político y poder social.
Lo anterior se logra principalmente por medio del lavado de dinero, que ingresa a circuitos socialmente aceptados. Las ganancias multimillonarias de las empresas ilegales crecen, convirtiéndose en una economía limpia, producto de las operaciones de blanqueo de los capitales del narcotráfico y sus distintos negocios, bajo convenios con altas esferas del poder.
Revolución TRESPUNTOCERO ha presentado diversas opiniones de especialistas en el tema, que hablan de una delincuencia organizada que independientemente de sus nexos, ha sido responsable, junto al Estado, de la inminente devastación del territorio mexicano, donde la violencia, por medio de la tortura y muerte, ha sido factor clave para el desarrollo de diversas crisis por las que atraviesa el país.
El periodista italiano Federico Mastrogiovanni explica su visión a Revolución TRESPUNTOCERO, bajo el argumento de que no existe un mando único que ‘mueva los hilos’ del país, a contraposición de otras opiniones, Estados Unidos es solamente uno de muchos actores que se benefician de la situación mexicana y el rol de sembrar terror en la población es solamente uno de los tantos que mantienen los grupos criminales.
Desde su perspectiva, de mantenerse el país en las mismas circunstancias, el panorama no va mejorar, habrá mayor represión, más injusticia, más explotación y los recursos serán saqueados, así “este país va seguir cayendo”. Mastrogiovanni niega que éste sea un Estado fallido, ya que asegura que tendría que estar rebasado y por el contrario es un Estado fuerte que se ha convertido en un Estado cómplice, al que no le interesa las necesidades del pueblo, al ser corrupto y mafioso que mantiene como socios a grupos criminales.
La violencia fue un proceso que posiblemente no hubiera avanzado, de existir territorios donde la gente se opone a los mega proyectos, no es tan fácil que una empresa llegue, destruya y se lleve recursos, porque se tiene oposición legitima pero cuando han pasado años de violencia y terror, perpetrados en gran parte por los grupos criminales, existe un pretexto para la militarización, así se justifica la violencia de las fuerzas armadas y que el Estado se apropie de territorios que no le pertenecen, porque son de las comunidades.
“Si tienes actores violentos organizados y armados como son los grupos criminales, pueden ser funcionales para intereses de empresas trasnacionales no solamente de Estados Unidos, así es como éstos hacen el trabajo sucio (generando terror), en colaboración con el Estado, de ahí deviene la complicidad, la cual también existe con distintos sectores, incluidos los partidos políticos, finalmente son grupos que se están peleando un territorio.
Mediante estas alianzas nace la impunidad, la cual fácilmente permite actividades fundamentalmente ilícitas que generan un beneficio a grupos que no son pueblo mexicano, ya que a estas alturas, no se puede hablar que los grupos delincuenciales se infiltran en el gobierno, sino de sociedades, ya que ambos se necesitan y en cuanto a las empresas criminales, necesitan de la política para invertir el dinero que se genera”, explica el periodista.
Lo anterior conlleva a la conversión de un enorme capital ilícito que se convierte en uno limpio que entra en una economía “legal”, todo ello bajo la alianza de sectores del crimen organizado, sectores empresariales y sectores del Estado que dan pie a un capitalismo criminal por estar asociado a una economía criminal.
Sin embargo, mientras este imperio económico se gesta, el pueblo paga graves consecuencias e incluso mortales, que se han intensificado desde la llamada ‘guerra contra el crimen’, Mastrogiovanni asegura que no se puede juzgar las intenciones de dicha acción, pero sí las consecuencias y a partir de ellas dar un juicio, afirmando que ha sido una guerra perdida, donde la delincuencia se evidenció con mayor fuerza y la corrupción se siguió intensificando, bajo la idea de haber ‘querido proteger al pueblo’, cierta o no, las muertes se elevaron con más de 150 mil muertos y poco más de 30 mil desaparecidos; “entonces a partir de las consecuencias podemos decir dos cosas: que si el gobierno federal quería combatir a la delincuencia fracasó de una forma brutal, marchándose de delitos de lesa humanidad o no quería hacerlo y le sale muy bien”.
El periodista sentencia, “no es importante cuál fue la intención sino cuál fue resultado, la criminalización de las víctimas es una responsabilidad voluntaria del Estado, provocada por Calderón y Peña Nieto. Cuando entra Calderón cambia equilibrios entre poderes institucionales y también los de los grupos del crimen organizado, esto genera conflictos, porque se tenía a una clase política con ciertos acuerdos, con ciertos grupos criminales, que pierden el control de ciertas zonas, porque existe un cambio y se prefieren a otras empresas criminales, que siempre han estado ahí”.
Pese a las distintas crisis que padece el país (económica, política, de derechos humanos y de seguridad, por mencionar algunas), Mastrogiovanni no visualiza una sociedad mexicana preparada para cambiar las circunstancias del Estado.
“Este es un país que ha sido socializado a la obediencia, ha sido socializado a la represión, durante décadas ha sido pasivo y se le ha hecho pensar que el ser aplastado es la única forma de existencia y que te tienes que aguantar o tienes que encontrar la manera de convivir con eso; si el pueblo tuvo esa idea durante décadas, de dónde vas a sacar la fuerza o la inspiración para pensar en una opción diferente”, cuestiona el periodista.
Propone que en un contexto como el actual, es posible que sea mucho más efectivo luchar para reconstruir una ciudadanía consciente que tomar las armas, porque en la segunda opción el pueblo puede ser fácilmente aplastado. “Si no se pasa por una concientización y una democratización, que derive en una limpieza en términos de corrupción, que incluya a todo el pueblo o una buena parte de éste, no creo que vaya haber alguna solución real…
Ya que existen mayorías que sigue aceptando las distintas dinámicas de represión, las cuales muchas veces se disculpan porque se justifican que se hace por ser pobre, pero ese no puede ser pretexto, porque tenemos a los comuneros de Ostula, de Guerrero, que a pesar de ser pobres, jodidos y analfabetas, no aceptan tranzas, ni chantajes y tampoco legitiman a un poder que fundamentalmente representa una gran parte de la población mexicana que ha aceptado ser aplastada…
Hoy no existe conciencia social en México, porque ante todas las tragedias que han pasado tan sólo en un año, no deberían haber 5 mil personas en la calle, sino 5 millones, posiblemente así sí existiría una presión que diera paso a la justicia”, puntualiza el periodista.
fuente.-
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