“Por demasiado tiempo un pequeño grupo en el Capitolio de nuestra nación ha cosechado las recompensas del gobierno mientras el pueblo ha cargado con el costo. Washington ha florecido, pero el pueblo no ha participado de su riqueza.
El establishment se protegió a sí mismo, pero no a los ciudadanos de nuestro país. Las victorias de ellos no han sido las victorias de ustedes. Los triunfos de ellos no han sido los triunfos de ustedes. Ha habido poco que celebrar para las familias que se esfuerzan en nuestro territorio. Todo eso cambiará, empezando aquí y ahora. Este momento es de ustedes, les pertenece. Le pertenece a todos los aquí reunidos y a todos los que nos observan a lo largo y ancho de Estados Unidos. Este es su país [...] Esta celebración tiene un significado especial, porque el día de hoy no sólo estamos transfiriendo el poder de un gobierno a otro, sino que tomamos Washington D.C. y se lo entregamos de vuelta a ustedes, el pueblo”.1
Con estas palabras, el pasado 20 de enero, Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos. No fue un discurso unificador y no tenía por qué serlo. Trump no hizo campaña para unificar al país —y fue así como ganó—. Pero en estas palabras se dejan ver una visión del país, una visión de la historia y una visión de la política. La transferencia pacífica del poder, orgullo máximo de la democracia estadunidense, ha dejado de ser entre partidos; su cambio ha dejado de oscilar entre liberales y conservadores. La clase política de Washington, nos dice, ha traicionado al pueblo. Trump, el político no profesional, los ha reivindicado. Y el poder que hasta entonces había estado concentrado en una camarilla de empresarios y políticos profesionales le es devuelto a los ciudadanos.
Mucho se ha hablado sobre la victoria de Donald Trump. Mucho se ha discutido, también, sobre las razones que nos llevaron a ver con sorpresa su triunfo. Y sin embargo la imagen no está completa aún; la mejor muestra es que el discurso de juramentación del nuevo presidente de Estados Unidos nos haya parecido igual de sorpresivo que su victoria electoral.
El discurso, se sabría después, fue escrito por Steve Bannon, el estratega de la campaña de Trump, así como su principal ideólogo. Bannon, usualmente reservado, aparece en las fotografías del evento solemne y orgulloso. Y no es para menos: ese discurso es la culminación de un plan que emprendió casi 10 años atrás, cuando le declaró la guerra al establishment político y financiero.
Esta es su historia.
Stephen Kevin Bannon nació en Norfolk, Virginia, en 1953. Creció en una familia de clase trabajadora —su padre pasó toda su vida instalando líneas telefónicas— y de fuertes convicciones demócratas. Sus padres eran católicos y admiraban a Kennedy. Al igual que sus hermanos, fue educado en una academia militarizada en su juventud. De aquellos años, su hermano, Mike, recuerda: “Steve es un hijo del sur. Supo quién era desde que iba en cuarto grado y no ha cambiado mucho desde entonces. Se siente muy cómodo siendo él mismo”.2 En 1975 Bannon se matriculó en el Tecnológico de Virginia —Virginia Tech— donde fue presidente de la asociación estudiantil. Su oponente de la contienda lo recuerda como poseedor de un “carisma inmenso”.3
Al graduarse de la universidad —estudió planeación urbana— Bannon se enroló en la Marina, donde se formó como oficial y donde alcanzaría el rango de teniente. Durante esa época Bannon destacaba de entre sus compañeros por sus diversos talentos. “Leía ávidamente el Wall Street Journal, invertía en acciones con un corredor en San Francisco, y tenía una impresionante capacidad para retener información”,4 recuerda Sonny Masso, otro oficial que llegaría a ser almirante. Añade: “Además estaba en forma, corría cinco millas todos los días. Era muy fresa. Cuando no estábamos uniformados, vestía polos con cocodrilos y usaba alpargatas sin calcetines”.5
Durante sus años en la Armada, Bannon no sólo se ganó el reconocimiento de sus superiores, sino que estudió por las noches para obtener una maestría en seguridad internacional en la Universidad de Georgetown. A bordo de un destructor fue enviado a Asia y al Golfo Pérsico. Esta etapa resultaría determinante en su formación política: en 1979, si Carter lo decidía, Bannon formaría parte del asalto a Teherán. Recuerda que perdió la fe en la cadena de mando: ”Sabía que iban a partirnos la madre”, declaró en entrevista. “Yo jamás había sido político hasta que entré a las Fuerzas Armadas y me di cuenta de qué tan mal nos había jodido Carter”,6 recuerda. A partir de ese momento el demócrata por formación se volvió un republicano por convicción, y encontró en Ronald Reagan a su héroe. En 1980, teniendo 26 años, logró colarse a la fiesta en la que Reagan celebró su victoria.
Después de siete años Bannon dejó la Marina para estudiar una maestría en administración de negocios en Harvard. Al terminar, por un golpe de suerte, comenzó a trabajar en el área de fusiones y adquisiciones de Goldman Sachs. “Goldman en los ochenta era una especie de sacerdocio, una experiencia monástica donde trabajabas todo el tiempo pero estabas increíblemente dedicado a tus clientes, a la construcción y consolidación de empresas”,7recuerda. Cuando Goldman Sachs se volvió una compañía pública y aumentó dramáticamente sus niveles de apalancamiento, Bannon se desilusionó de lo que veía como una “economía de casino”. “Le di la espalda a Wall Street por la misma razón que todos los que lo hicieron: el contribuyente americano fue forzado a llegar a tratos estúpidos para financiar a unos tipos que no lo merecían”.8
Después de menos de cuatro años en Goldman Sachs, Bannon dejó Nueva York y con un compañero de la compañía fundó Bannon & Co., una firma boutique especializada en medios. Inventó un algoritmo para valuar propiedad intelectual de la misma manera en que se valúan los activos físicos y financieros, lo que demostró ser un negocio muy lucrativo. En 1993 adquirió, como parte de una negociación, un porcentaje de las regalías de un programa de televisión que no prometía llegar muy lejos. El nombre del show era Seinfeld. “Calculamos cuánto dinero nos daría si llegara a transmitirse a nivel nacional —recuerda Bannon— el resultado terminó siendo cinco veces mayor”.9
Con una fortuna asegurada Bannon tuvo tiempo y recursos para perseguir sus ambiciones artísticas. Escribió dos adaptaciones de Shakespeare: Tito Andrónico en el espacio,10 y una versión hip hop de Coriolano situada en Los Ángeles durante las revueltas de los noventa.11Ninguna vería la luz.
En 2004 Bannon dirigió el primero de una serie de documentales en los que comenzaría a delinear su visión política: una hagiografía de su héroe personal llamada: In the Face of Evil: Reagan’s War in Word and Deed. “Un hombre con una visión”, dice el avance de la película, “un outsider, un radical con opiniones extremas”. Julia Jones, quien trabajó durante años con Bannon y coescribió con él el guión de la película declaró recientemente: “Trump es el Reagan de Steve”.12
El documental fue bien recibido entre los círculos conservadores estadunidenses. Bannon recuerda: “Proyectamos la película en un festival de cine en Beverly Hills, y de entre la multitud surgió este tipo que como oso me estrujó hasta hacerme sentir que la cabeza iba a estallarme mientras me decía cómo juntos íbamos a recuperar la cultura”.13 Este entusiasmado espectador era Andrew Breitbart.
En ese entonces Breitbart era una estrella en ascenso del círculo conservador. Además de ser un exitoso polemista en medios como The Washington Times, estudió el modelo del agregador de contenido The Drudge Report y ayudó a Ariana Huffington a crear el Huffington Post. Breitbart creía que el futuro del periodismo y de la polémica se encontraría en línea, y quería crear una plataforma conservadora a la derecha de Fox News. En Bannon encontró la pieza que le faltaba: Breitbart describió a Bannon como “el Leni Riefenstahl del movimiento del Tea Party”.14
Pero a Bannon aún le faltaba un paso en su transformación política. “Lo que hizo que me rebelara contra todo el establishment —recuerda— fue regresar de administrar compañías en Asia en 2008 y ver que Bush nos había jodido igual de mal que Carter. El país entero era un desastre”.15 La crisis financiera y el rescate de los grandes bancos terminaron con el patrimonio de miles de personas en Estados Unidos, entre ellas su padre, quien perdió gran parte de sus ahorros para el retiro.
En una conferencia que dictó en el Vaticano Bannon lo deja muy claro: “Se los digo, la base de esta revuelta populista es la crisis financiera de 2008. La manera en la que se manejó, la manera en la que los que entonces dirigían los bancos y los fondos de inversión nunca rindieron cuentas por lo que hicieron es lo que ha alimentado la ira”.16 Bannon, como muchos otros conservadores, se sintió traicionado por la manera en la que el gobierno de George W. Bush lidió con la quiebra de Lehman Brothers.
“Los rescates fueron absolutamente indignantes —explica Bannon— y he aquí la razón: porque rescataron a un grupo de accionistas y ejecutivos que eran específicamente responsables. Los accionistas eran responsables por una simple razón: ellos permitieron que esto pasara. Y sabemos esto por investigaciones del Congreso, lo sabemos por investigaciones independientes, no se trata de una conspiración secreta. Esto está a plena vista”.17 Para 2010, con la aparición del Tea Party, Bannon había dejado de ser un conservador ortodoxo a la imagen de Reagan, y había pasado a formar parte de las filas antisistémicas más marginales del conservadurismo.
Fue durante esta etapa que ganó notoriedad como el principal “documentarista” de la derecha. Si bien su hagiografía reaganesca le ganó reconocimiento dentro de las filas conservadoras, en sus películas posteriores delineó claramente cuál era su programa ideológico y político. No sólo una visión del estado del conservadurismo, sino también de la política y la economía, de la historia y del papel de Estados Unidos en el mundo —una auténtica Weltanschauung.
Durante esos años Bannon leyó el libro The Fourth Turning: An American Prophecy —What the Cycles of History Tell Us About America’s Next Rendezvous with Destiny de William Strauss y Neil Howe, y se asombró con sus postulados. Tal fascinación fue plasmada en su documental Generation Zero, de 2010.18 En él, Bannon expone su teoría determinista de la historia estadunidense. A lo largo de los siglos, explica, Estados Unidos ha pasado por cuatro grandes momentos fundacionales —o vueltas— marcados por una gran guerra. Utiliza la revolución americana, la guerra civil y la Segunda Guerra Mundial como ejemplos.
Después de cada guerra, continúa su argumento, le toca a la generación que sufrió las penurias del conflicto refundar el orden político, económico y social. Esta generación alcanza grandes logros debido a su temple moral. Conforme pasa el tiempo, sin embargo, las generaciones posteriores, que no combatieron ni refundaron, pierden el rumbo y entran en decadencia —desencadenando la siguiente guerra y posterior momento fundacional.
De acuerdo con esta teoría, la tercera ronda fundacional comenzó después de la Segunda Guerra Mundial. La generación que combatió fundó no sólo el orden económico y político más estable en la historia del país, sino que aseguró la preeminencia de Estados Unidos en el orden mundial. Los baby boomers, en cambio, lo arruinaron. El festival de Woodstock es el parteaguas: en él, los hijos de la prosperidad y la estabilidad encontraron el hedonismo y decidieron sacar a Dios de su mundo, situándose a sí mismos en el centro de sus propias vidas.
“¿Cómo es posible —pregunta el documental— que los hippies de los sesenta se hayan vuelto los yuppies de los ochenta y para los años 2000 se hubieran convertido en la elite global?”. La explicación se encuentra en la secularización, comenzada en Woodstock, y en la corrupción moral que ésta desencadenó. Al hacer a Dios a un lado se perdieron, también, los valores judeocristianos y la ética protestante, que recompensa el trabajo honrado. El capitalismo, en consecuencia, perdió su pureza —habla de un capitalismo ilustrado del occidente judeocristiano, por ejemplo— y fue sustituido por la especulación y la búsqueda del mayor rendimiento a cambio del menor esfuerzo.
La secularización también ocasionó que los blancos se sintieran culpables de serlo, y que esto se reflejara en lo político con corrupciones del sistema capitalista. Los liberales, por ejemplo, comenzaron a creer que todo mundo tenía derecho a una casa, cuando en realidad sólo la merecen aquellos que pueden pagarla. De ahí que los afroamericanos y otras minorías tuvieran acceso a créditos aunque no tuvieran dinero, y que los ambiciosos banqueros se los otorgaran para enriquecerse a base de comisiones.
El resultado puede vislumbrarse: el largo proceso de decadencia y corrupción moral que comenzó en Woodstock culminó en la crisis financiera de 2008. La debacle financiera marcó el fin del orden mundial; fue el punto más bajo de la vuelta en la que vivimos. Lo que significa que, dentro de la visión de Bannon, una nueva gran guerra es inevitable. No sólo eso: es necesaria para refundar el orden social.
“Estamos en las etapas tempranas de un conflicto brutal y sangriento”, mencionó en su conferencia en el Vaticano. “Debemos de ser capaces no sólo de defender nuestras creencias, sino de pelear por nuestras creencias ante esta nueva barbarie que está comenzando y que erradicará por completo todo lo que hemos heredado durante los últimos dos mil o dos mil 500 años”. “Esto nos lleva a algo que tenemos que afrontar, y que es un tema desagradable, pero nos encontramos en medio de una guerra total contra el fascismo islamista yihadista. Y esta guerra, creo, está haciendo metástasis mucho más rápido de lo que los gobiernos pueden manejar”.19
El islamismo radical no es el único enemigo con el que Bannon cree que Occidente habrá de enfrentarse. En un programa de radio declaró: “la guerra con China puede estar acercándose”.20 Adversarios aparte, algunos de sus colaboradores han señalado su propensión a analizar cualquier escenario en términos bélicos. Julia Jones, su coguionista y antigua asistente, declaró: “Steve es marcadamente militarista, está enamorado de la guerra —es casi poesía para él—. La ha estudiado a lo largo de la historia, desde Grecia, pasando por Roma. Cada batalla, cada guerra. ‘Nunca retrocedas, nunca te disculpes, nunca muestres debilidad’. Vive en un mundo en el que todo el tiempo es la balacera del O.K. Corral”.21 Bannon, de acuerdo con Jones, “hablaba mucho sobre el dharma —era muy emotivo alrededor del dharma, uno de los principios fundamentales del Bhagavad Gita”.22
Al leer estas teorías, concepciones y referencias, podría pensarse que Bannon es un apocalíptico más. Y eso sería un error. Es muy diferente leer a Bannon, o leer sobre Bannon, a escucharlo hablar. Aunque tuvo un programa de radio por varios años, los videos en donde aparece son raros. En los que pueden consultarse, sin embargo, esta visión apocalíptica es explicada por un orador simpático y erudito. Un conversador articulado y carismático que cita por igual a Sarah Palin, que a Plutarco o a Marco Aurelio. En sus conferencias Bannon cautiva a su público —mayoritariamente conformado por miembros del Tea Party— porque los entiende.23 Y esa comprensión de su auditorio fue lo que permitió que Breitbart News alcanzara un éxito que sorprendió a todos.
En 2012, dos años después de haberse conocido, Andrew Breitbart y Steve Bannon preparaban el lanzamiento de su propia plataforma informativa. Su intención era sacar la agenda política de un segmento marginal —los definió como “la clase media, los hombres y mujeres trabajadores del mundo que están cansados de recibir órdenes por el Partido de Davos”—24 y llevarla a los medios masivos. Esta agenda, considerada demasiado extrema para Fox News, había vivido aislada en medios como The Drudge Report e InfoWars. Breitbart News fue la primera en llevarla a nivel nacional.
El objetivo se logró empleando dos estrategias paralelas. La primera fue la viralización dirigida. En 2011, por ejemplo, Anthony Weiner era una estrella en ascenso del Partido Demócrata. Bannon se enteró de que el joven congresista tenía por hábito enviar fotografías íntimas a seguidoras de Twitter. Bannon formó un equipo que monitoreó la cuenta de Weiner 24 horas, siete días a la semana; el congresista, por error, hizo pública una de las fotos comprometedoras y estuvo disponible durante unos segundos, antes de que la borrara. El tiempo fue suficiente para que el equipo Bannon la descargara. Siguió una campaña de humillación pública que terminó con la carrera política de Weiner. La movilización de la “base digital” de Breitbart fue utilizada, años después, para presionar a John Bohener, quien terminaría renunciando a la presidencia de la Cámara de Representantes.
La segunda estrategia es más interesante —y fue la clave del éxito de Breitbart News—. Junto con inversionistas, cuya identidad permanece sin revelarse, Bannon fundó un think tank: el Government Accountability Institute (GAI). Contrató a economistas, politólogos y científicos de datos para realizar investigaciones sobre corrupción que involucraran a políticos. Estos reportes, meticulosamente elaborados a partir de información verificable, eran posteriormente entregados a los medios masivos —que los veían como oro.
“La economía moderna de una redacción no permite que haya grandes equipos de periodismo de investigación”, explicó Bannon, “Hoy no podría haber un Watergate, unos Documentos del Pentágono porque nadie puede permitirse que un reportero trabaje siete meses en una historia. Nosotros sí”. Añade: “Lo que Peter [Schweizer, director de GAI] y yo notamos es que son los hechos, no los rumores, los que atraen a los mejores periodistas de investigación. Lo que aprendes al convivir con reporteros de investigación es que, aunque personalmente sean liberales, no permiten que eso se interponga entre ellos y una buena historia. Y si les llevas una historia real, sostenida por hechos, son unos pinches cabrones. Y son justos”.25
El primer blanco de esta estrategia fueron los Clinton. La investigación fue llamada Clinton Cash, y relacionaba a la fundación de la pareja con negocios turbios alrededor del mundo —minas de uranio en Kazajistán, traficantes de armas, entre otros—. La información revelada por GAI apareció en la primera plana del New York Times. “Si buscabas levantar dudas y reparos sobre Hillary Clinton entre los progresistas, el Times es el lugar para lograrlo”, dijo David Brock, un periodista conservador, “viéndolo desde su punto de vista, el Times es el organismo perfecto para albergar su virus”.26 En algún momento, de acuerdo a Bannon, los 15 mejores reporteros de investigación de Estados Unidos estaban realizando reportajes utilizando como base la información de GAI. Adicionalmente, el reporte se publicó en forma de libro y de novela gráfica, además se produjo una película.
Para cuando la información llegaba a la prensa masiva, Breitbart News entraba al ataque. Retomando las notas de periódicos como el Times, creaban narrativas previamente delineadas que se actualizaban constantemente. Una vez que los temas que querían posicionar llegaban al centro de la discusión pública, Breitbart funcionaba como caja de resonancia para lograr otro objetivo de Bannon: “Dejemos que las bases enciendan el odio”.27
De acuerdo a cifras de Alexa Internet, compañía que estima y compara el tráfico de sitios web en todo el mundo, Breitbart News ocupa el lugar 31 en tráfico en Estados Unidos.28 En medios informativos es sólo superado por el New York Times y CNN (para ponerlo en perspectiva, el Washington Post ocupa el lugar 39; Fox News el 41).29 Esto equivalió, de acuerdo a Breitbart, a dos mil millones de visitas durante 2016.30 Bannon cumplió su misión en menos de cuatro años: colocar al discurso radical el centro de la discusión pública.
Habiendo construido un aparato de comunicación tan eficiente, a Bannon aún le hacía falta una parte clave para su operación: aliados políticos. Durante años sus únicos aliados pertenecieron al Tea Party: Sarah Palin, Michelle Bachmann, David Brat. Fue en 2013 que Bannon encontró a su hombre dentro del Grand Old Party. Jeffrey Sessions, senador por Alabama, fue el principal opositor a la reforma migratoria que el ala moderada de los republicanos —encabezados por John Boehner— estaban dispuestos a discutir con el gobierno de Obama. Bannon intentó convencer a Sessions de que se postulara a la presidencia. Aunque no lo logró, el hoy fiscal general de Estados Unidos le abrió las puertas del partido.
Con la mira puesta en la elección de 2016, y alimentado por su animadversión a Hillary Clinton, Bannon comenzó a buscar un candidato que le sirviera a su proyecto. “Cuando parecía que iba a ser Ted Cruz, él estaba ahí. Cuando, por un segundo, parecía que iba a ser Ben Carson, él estaba ahí. Es alguien que ha buscado una vía al poder por mucho tiempo”,31 recuerda Kurt Bardella, antiguo portavoz de Breitbart.
Donald Trump anunció su campaña presidencial el 16 de junio de 2015, en la ciudad de Nueva York. Durante un año fue dirigida por Paul Manafort, quien renunciaría un año después cuando su relación con Víktor Yanukóvich, ex presidente de Ucrania, salió a la luz. Fue en este periodo, aún lejos de la influencia de Bannon, que Trump declaró que los mexicanos eran “narcotraficantes” y “violadores”, y anunció su propuesta de prohibir a los musulmanes entrar a Estados Unidos. Bannon no pasó por alto estos detalles, y a partir de agosto de ese año convirtió a Breitbart en lo que algunos llamaron Trump Central. A la par que golpeaba mediáticamente a Marco Rubio y a Jeff Bush, Breitbart elogiaba a Trump con artículos como Donald Trump: Candidate for our Age32 (“Donald Trump ha convertido la política en un reality show real. Es Ronald Reagan, Obama, Tiger Woods y Kim Kardashian en uno”) y 20 Reasons Why It Should Be Donald Trump in 201633 (“Sus ideas —una sólida política migratoria, regresar los trabajos de manufactura a Estados Unidos, negociar mejores tratados de libre comercio— no son para nada radicales, pero sí van en contra del statu quo de Washington”).
En agosto de 2016, cuando parecía que la campaña de Trump no estaba avanzando hacia ninguna parte, Bannon se integró a su equipo como director general. El cambio fue notorio. Trump no conocía las corrientes que existían dentro del movimiento conservador, sólo tenía, como dejan ver sus comentarios sobre mexicanos y musulmanes, prejuicios. Bannon los tomó y los convirtió en un discurso coherente —el suyo—. Por un lado, volvió el componente antisistémico el centro de su mensaje (“[Clinton] se reúne en secreto con los bancos internacionales y conspiran para destruir la soberanía de Estados Unidos”);34por el otro, llevó la discusión del comercio global al terreno de la dignidad nacional (“No podemos seguir permitiendo que China viole a nuestro país”).35
En lo relacionado a la operación política, Bannon creía que el apoyo a Clinton entre latinos, afroamericanos y millennials estaba sobreestimado. Kellyanne Conway, que se unió a la campaña de Trump a la par de Bannon, creía que la estrategia adecuada era concentrarse en esos votantes. Bannon, por su parte, estaba convencido de que la campaña debía dirigirse únicamente a los electores blancos de clase media, particularmente en los estados de Wisconsin y Michigan. Trump terminó eligiendo la opción de Bannon, que lo llevó a la victoria el 8 de noviembre de 2016.
“Soy un leninista”, declaró Bannon a The Daily Beast hace más de tres años. “Lenin quería destruir el Estado, y ese también es mi objetivo. Quiero derrumbar por completo y destruir el establishment actual”.36 Ese mismo hombre es el que, en los peldaños del Capitolio, escuchó a Donald Trump pronunciar las palabras que le había escrito. Uno de los primeros actos del nuevo presidente fue nombrar a su hombre de confianza Estratega en jefe de la Casa Blanca, cargo hasta entonces inexistente. Unas semanas después lo nombraría miembro permanente del Consejo de Seguridad Nacional.
Unos días después del triunfo electoral Steve Bannon explicó su visión a largo plazo: “No soy un nacionalista blanco, soy un nacionalista. Un nacionalista económico. Los globalistas destriparon a la clase trabajadora de Estados Unidos y crearon una clase media en Asia. El tema ahora es que los estadunidenses no quieren que se los vuelvan a coger. Si entregamos lo que prometimos, nos quedaremos con 60% del voto blanco y 40% del voto hispano y negro. Y gobernaremos por 50 años”.37
En esa misma entrevista el hombre que ha sido llamado “el gran manipulador”38 y el “operador político más peligroso de Estados Unidos”39 dijo: “La oscuridad es buena. Dick Cheney, Darth Vader, Satanás. Eso es el poder”.40
Fuente.-Juan Pablo García Moreno
1 Collins, Kaitlan, “Donald Trump Just Addressed The Nation For The First Time As President. Here’s What He Said”, The Daily Caller, http://bit.ly/2m4BsJm
2 Shane, Scott, “Combative populist Steve Bannon found his man in Donald Trump”, The New York Times, http://nyti.ms/2mnsdoe
3 Ídem.
4 Ídem.
5 Ídem.
6 Green, Joshua, “This Man Is the Most Dangerous Political Operative in America”, Bloomberg Politics, http://bloom.bg/2m4zAjQ
7 Ídem.
8 Ídem.
9 Ídem.
10 Weiner, Rex, “Titus in Space. Steve Bannon’s obsession with Shakespeare’s Goriest Play”, The Paris Review, http://bit.ly/2lssT7z
11 Pollack-Pelzner, Daniel, “Behold, Steve Bannon’s Hip-Hop Shakespeare Rewrite: ‘Coriolanus’”, The New York Times, http://nyti.ms/2lhQWoI
12 Shane, op. cit.
13 Green, op. cit.
14 Ídem.
15 Ídem.
16 Feder, J. Lester, “This Is How Steve Bannon Sees The Entire World”, BuzzFeed News, http://bzfd.it/2mnrGme
17 Ídem.
18 La película completa está disponible en: http://bit.ly/2lPABJS
19 Feder, op. cit.
20 Von Drehle, David, “Is Steve Bannon the Second Most Powerful Man in the World?”, Time, http://ti.me/2l629xL
21 Suebsaeng, Asawin, “Steve Bannon’s Long Love Affair With War”, The Daily Beast, http://thebea.st/2lssaDn
22 Ídem.
23 Conferencias disponibles en línea: Stephen K. Bannon at The Liberty Restoration Foundation, http://bit.ly/2lPKQ0Y; Stephen K. Bannon at Tea Party, New York City, 2010,
24 Feder, op. cit.
25 Green, op. cit.
26 Ídem.
27 Shane, op. cit.
28Alexa Internet, breitbart.com Traffic Statistics,
29 Alexa Internet, Top Sites in United States, http://bit.ly/2m4sBY0
30 Kew, Ben, “Breitbart News Surpasses 3 Million Likes on Facebook”, Breitbart News, http://bit.ly/2lsqwS2
31 Lizza, Ryan, “Steve Bannon Will Lead Trump’s White House”, The New Yorker, http://bit.ly/2mEdoK5
32 Root, Wayne Allyn, Breitbart News, http://bit.ly/2lPJH9H
33 Delgado, A. J., Breitbart News, http://bit.ly/2m4fhmo
34 Lyzza, op. cit.
35 Heer, Jeet, “Steve Bannon Is Turning Trump Into an Ethno-Nationalist Ideologue”, New Republic, http://bit.ly/2lPEpLd
36 Radosh, Ronald, “Steve Bannon, Trump’s Top Guy, Told Me He Was ‘A Leninist’ Who Wants To ‘Destroy the State’”, The Daily Beast, http://thebea.st/2mElToc
37 Wolff, Michael, “Ringside With Steve Bannon at Trump Tower as the President-Elect’s Strategist Plots ‘An Entirely New Political Movement’”, The Hollywood Reporter, http://bit.ly/2mntzz2
38 En su edición del 2 de febrero, la revista Time llamó así a Bannon en su portada. Breitbart News respondió: “Describir a Bannon como un ‘manipulador’ es parte de la falsa narrativa, iniciada por la izquierda, de que Trump no tiene control de su propio gobierno”. Ver: Spiering, Charlie, “TIME Cover Features Stephen K. Bannon”, Breitbart News, http://bit.ly/2m4xsZm
39 Green, op. cit.