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La
comparación que han hecho, con toda la mala leche a imaginar, sobre las frases
oficiales que hemos oído en estos días, y aquellas del presidente Gustavo Díaz
Ordaz frente al conflicto de los estudiantes en 1968 es una de las estrategias
más eficientes para descalificar al Gobierno. El espacio para ello viene,
justamente, del Gobierno.
Cuando las
crisis parecen estallar en todo el país, no solamente por el conflicto con los
maestros, habría que cuidar en extremo el lenguaje. Todos están, como pocas
veces, pendientes de las definiciones oficiales. Que parece, esto es lo grave,
que no llegan. Por lo tanto, los discursos ocupan todos los espacios.
En ese
sentido hemos ido de las expresiones presidenciales contra la posible
“negociación” de las reformas educativas, hasta el amenazante “se acaba el
tiempo” del secretario Osorio Chong.
Si las leyes
no se negocian, afirmación de Peña Nieto, los tiempos para hacerlas cumplir no
pueden estar sobre una mesa de “diálogo” que, además, tampoco dio ningún
resultado.
A un asesino
no se le otorgan tiempos para detenerlo. ¿Por qué habrían de existir frente a
grupos que están, todo el tiempo, violando las leyes federales que garantizan
la libre circulación sobre territorio nacional?
El tiempo
para desbloquear las carreteras era inmediato. Era en automático. Era,
exactamente, cuando se bloquearon.
Sin muertos,
obvio. Porque el conflicto que parece haber atado las manos del Gobierno, surge
a partir de los muertos de Nochixtlán. Que fueron aprovechados,
propagandísticamente, con una excelencia extrema por los maestros y, también,
por grupos radicales que se han montado en su movimiento. Incluso por el mismo
López Obrador.
Todos
parecen dispuestos a “defender” a los maestros ,sin que
sepamos, millones de mexicanos, de qué deben ser defendidos. ¿Quiénes los
amenazan?
El fondo del
conflicto ha quedado sepultado por inmensas omisiones, torpes, del Gobierno
federal. Como no dar a conocer los resultados de la investigación de los
enfrentamientos armados o, en su caso, la alta letalidad de la Policía
disparando contra civiles en Nochixtlán. Si hubiese ya responsables, si se
hubiesen esclarecido los hechos, sería más simple dar el primer paso para
establecer castigos. Seguimos sin saber quién dio la orden de disparar
¿cómo
confiar en esa Policía que dispara sin control?
¿Quiénes
estaban con los maestros la mañana del domingo hace quince días? ¿Civiles o
guerrilleros? ¿Quiénes fueron los dos mil que atacaron a la Policía Federal, en
forma de emboscada además, esa mañana según declaró Enrique Galindo? Estas son
las preguntas que urge responder, porque ante la falta de respuesta surgen
otras.
¿El Gobierno
está dando tiempos a los maestros porque los policías cuando desalojen van a
matarlos? ¿Cuál es el sentido de expresar que han perdido paciencia? ¿Por qué
se nos ha saturado con información sobre los graves problemas en Oaxaca para
cientos de miles de personas debido a este bloqueo? La conclusión a la que
llegan millones de mexicanos, ante esto, es que si los problemas son tan
graves, la omisión del Gobierno para resolver los bloqueos es todavía más
grave.
¿Establecer
puentes aéreos para llevar alimentos a comunidades rurales de Oaxaca,
incomunicadas por los bloqueos de los maestros, es una alternativa viable,
legal y políticamente correcta?
Ya hay tres
muertos, militares, por esta decisión oficial debido a la caída de un
helicóptero.
¿Qué busca
el Gobierno? Porque si intenta suavizar o concientizar a los maestros
disidentes de la CNTE, creo que no los conoce.
¿Y los
guerrilleros? ¿Y los grupos radicales que supuestamente están infiltrados en su
protesta absolutamente ilegal? ¿Qué se va a hacer al respecto?
Volvamos al
tema de los tiempos. ¿Qué ganó el secretario Osorio Chong aseverando que ya no
hay tiempo? Además de sumar protestas en el extranjero donde, dada la mala
imagen que tenemos, es fácil confundir a los maestros con víctimas. ¿Cuándo va
a llegar el tiempo de la aplicación de la Ley pospuesta por razones que escapan
a la compresión de grandes sectores sociales?
Si a eso le
sumamos el dilema de aplicar la ley sin matar a inocentes…
La imagen de Díaz Ordaz hablando antes del Dos de Octubre del 68 es lo más
triste que podemos atestiguar, es, también, una etiqueta de inmensas
consecuencias que intentan sobreponer sobre un Gobierno que no acaba de
encontrar el lenguaje correcto para explicar “sus tiempos”…
Fuente.-Isabel Arvide
@isabelarvide
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