El robo y exportación de mineral de hierro es otra de las prácticas predilectas para lavar dinero, refirió.
MEXICO,D.F 13/Ene/2015 A decir de Eduardo Lara, administrador de Auditoría del Comercio Exterior de la Secretaría de Administración Tributaria (SAT), el crimen organizado obliga a joyeros de distintas regiones del país a trabajar piezas de cobre para exportarlas a EU, China y Hong Kong, donde regresa al país en forma clandestina.
“El esquema es que al cobre lo pintan como si fuera oro, lo exportan y lo venden a precios de oro, y una vez que sale al extranjero lo regresan al país de una forma alternativa, sin pasar por canales ni vías de comunicación abiertas”, describió Eduardo Lara.
Refirió a Crónica Hoy que las redes delictivas compran el cobre y otros elementos químicos en el mercado ordinario, “y operan como empresas mexicanas bien establecidas que venden a compañías en apariencia formales en alguna ciudad de la unión americana, es un carrusel”.
Y señala que el oro falso entra a nuestro país por brechas que no están monitoreadas por ninguna autoridad. “Lo hacen de manera clandestina cuantas veces les dé el negocio, hasta que los identifiquemos”.
También mencionó que el robo y exportación de mineral de hierro es otra de las prácticas predilectas que la delincuencia organizada emplea para lavar dinero. “Le quita a las minas el hierro o lo compra de manera obligada a un precio muy bajo.
El que sea tenedor de este mineral puede cerrar contratos ilícitos y venderlo al mejor postor en menos de 5 minutos en cualquier puerto del país. Esto lo detectamos en Lázaro Cárdenas, Michoacán y Manzanillo, Colima, y por eso la estrategia conjunta de intervenir la región”, confió el administrador Lara.
“Venimos a que nos falsifiquen oro, por las buenas o por las malas”, masculló uno de los encapuchados frente a doña Ernestina y sus dos hijos, quienes durante muchos años se habían dedicado a trabajar este metal precioso en la colonia Santa Cecilia de Guadalajara, Jalisco, donde abundan talleres de joyería, pero también bandas al servicio del crimen organizado. Por casi año y medio el hogar de esta familia sirvió para alear diversos metales, producir barras y presentarlas como oro… falso, cuyo destino era incierto.
La historia, documentada en meses recientes por el gremio joyero, habría pasado como una estampa solitaria de no ser por revelaciones compartidas por el SAT.
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