Un régimen totalitario resuelve las
críticas de sus opositores peligrosos de una manera definitiva: los mata. En
este sentido, hablar mata. Durante la junta de trabajo que tuvo Peña Nieto en
la (real) Casa Blanca, el mandatario estadounidense no hizo lo que el público
esperaba: llamarle la atención a su contraparte. En este otro contexto -desde
el poder-, callar mata.
Mexico,D.F 10/Ene/2015 Nada sobre el rosario de equívocos del
gobierno federal, tanto de omisión como de comisión. Las evasivas declaraciones
de ambas partes dejaron claro que nada cambiará. Y como Obama no ordenó
enmendar la plana, es muy probable que sigan (o aumenten) las muertes por
represión. El insólito silencio de Washington es un refrendo a la gestión de
Los Pinos, lo que puede significar miles de muertes más en México.
Pedirle al pueblo mexicano que siga aguantando
violencia, corrupción, desempleo y desesperanza sin levantar la voz, va contra
toda ética y contra la naturaleza misma. Golpes del opresor, gritos del
oprimido, y luego “Se me antojó seguir golpeándote, así que síguete
aguantando…” La víctima no puede evitar gritar de dolor y el verdugo sigue
atizándole, más fuerte a cada grito. La víctima prueba el silencio y no sirve…
el verdugo le sigue golpeando porque ya le gustó. ¿Hasta cuándo, hasta dónde?
Un
hecho que hiere a la libre expresión, precisamente en su baluarte, fue el
fanático asesinato de 12 personas de la revista francesa “Charlie Hebdo”, hecho
que de inmediato sacudió al mundo. El personal de esta publicación mensual
editada en París, en vez de amedrentarse, define su postura en su portada digital:
“Porque el lápiz estará siempre por encima de la barbarie… Porque la libertad
es un derecho universal… Porque ustedes lo desean…Nosotros, Charlie, saldremos
el miércoles próximo”. Y en un recuadro: “Charlie, la publicación de los
supervivientes. Miércoles 14/1.” <ver en charliehebdo.fr>.
¿Hace falta matar a todos los opositores
para callar sus voces? Definitivamente no. Basta con gobernar, en el sentido
estricto: administrar el país buscando el bienestar de los gobernados. Basta
con dejar de servirse con el cucharón (ya dejó de ser “cuchara grande”) y
ponerse a trabajar. Basta con escuchar las críticas fundamentadas y tomarlas
como base para evaluar el propio desempeño, lo que aportará una base sólida
para saber si se está actuando bien. Cualquier grupo de trabajo lo hace, ¿por
qué no los gobiernos mexicanos?
Es de elemental criterio darse cuenta de
que las críticas no se hacen con el simple afán de molestar, sino para señalar
lo que puede mejorar. La muerte de Julio Scherer García, crítico íntegro, fue
una triste pérdida para la libertad de expresión; pero su vida profesional
queda como una guía clara, amplia, de lo que es el periodismo analítico sin
otro compromiso que el de acercarle al lector un punto de vista sólido sin
compromisos. Ni dádivas, ni amenazas ni golpes doblaron su criterio. Fue, para
el sistema, un Periodista Incómodo porque no se doblegó.
La
proliferación de “trols” y de “hackers” es una nueva forma de manipulación
usada por los poderes que se quieren perpetuar. Aunque no matan directamente,
sí buscan -y muchas veces logran- contrarrestar las denuncias y sembrar un
ambiente favorable para impedir la verdadera impartición de justicia. Seguir la
corriente de estos rumores por comodidad informativa o por querer mantenerse
“alejado de la política” hace al ciudadano cómplice de los abusos de poder y
copartícipe de los crímenes de estado. Al igual que desde el poder
institucional, también desde el poder ciudadano callar mata.
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