Wikileaks reveló
un arsenal de armas cibernéticas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)
que le permite el acceso secreto a teléfonos móviles, tablets,
televisiones inteligentes y posiblemente hasta automóviles.
Wikileaks difundió
casi 8 mil páginas web y 943 adjuntos que detallan herramientas de software
empleadas por la CIA para intervenir y hasta tomar control total de aparatos
móviles y computadoras. La organización de promoción de transparencia informó
que es sólo la primera de una serie de revelaciones, pero que esta “es la
publicación más grande de documentos confidenciales sobre la agencia”.
Las herramientas pueden esencialmente tomar control de
aparatos y equipos de Apple, Google Android y Samsung e intervenir casi todos
los principales sistemas operativos, incluidos los de Microsoft y Linux. Los
documentos están fechados entre 2013 y 2016 (https://wikileaks.org/ciav7p1/).
Las revelaciones más notables incluyen que la CIA y
agencias de inteligencia de países aliados han logrado evadir la protección de
sistemas de cifrado en teléfonos y servicios de mensajería como Signal,
WhatsApp y Telegram tomando control del aparato mismo. Con ello, según
explicó Wikileaks en su análisis, los espías cibernéticos
pueden obtener los mensajes de texto y audio antes de que sean cifrados por los
servicios de privacidad. O sea, Signal y los otros siguen siendo seguros –no
hay indicación de que hayan sido penetrados–, pero el aparato en que funciona
es vulnerable al hackeo gubernamental.
Edward Snowden, el ex contratista de inteligencia
refugiado que sacudió al gobierno cuando reveló los programas de espionaje
masivo de la Agencia de Seguridad Nacional, indicó este martes vía tuit que
una de las revelaciones claves es que aquí “está la primera evidencia
pública de que el USG (el gobierno de Estados Unidos) estaba pagando en secreto
para mantener inseguro al software estadounidense”.
Más aún, entre las herramientas de ciberespionaje más
exóticas está una llamada Weeping Angel (ángel llorón), que
convierte televisiones inteligentes Samsung en escuchas electrónicos. El
programa, desarrollado en cooperación con la inteligencia británica, permite
que ese tipo de televisor, aun cuando parecer estar apagado, puede ser empleado
para vigilar un cuarto y transmitir conversaciones por Internet a un servidor
de la CIA.
Otros documentos describen una biblioteca de técnicas de
ciberataques que la CIA ha recaudado de varios países, entre ellos Rusia, con
lo cual la agencia puede ocultar el origen de algunos de sus ciberataques o
atribuirlos a otros.
Otro programa en desarrollo en 2014 buscaba “infectar” los
sistemas de control vehicular de automóviles y camiones modernos. Aunque no se
especifica el propósito de este control, Wikileaks señala que
permitiría a la CIA cometer asesinatos imposibles de detectar.
Los documentos provienen del Centro de Inteligencia
Cibernética de la CIA y no se sabe quién los filtró o cómo fueron
obtenidos. Wikileaks afirmó que la CIA “perdió control de la
mayoría de su arsenal de hackeo” recientemente, y que “los
documentos circularon entre ex hackers y contratistas del gobierno
estadunidense de manera no autorizada, uno de los cuales entregó a Wikileaks porciones
del archivo”.
La fuente planteó, según Wikileaks, una
serie de interrogantes sobre políticas que “es urgente debatir en público,
entre ellas si las capacidades de hackeo de la CIA superan su
mandato de poder y el problema de supervisión pública de la agencia”. Por lo
tanto, indicó que la fuente “desea iniciar un debate público sobre la
seguridad, creación, uso, proliferación y control democrático de las cinerarias”.
Wikileaks declaró
que no ha difundido el código mismo, o sea, las armas cibernéticas de la CIA,
hasta que “surja un consenso sobre la naturaleza técnica y política del
programa de la agencia y cómo tales ‘armas’ deberían ser analizadas, desarmadas
y publicadas”. Pero advirtió que los documentos indican que la CIA no alertó a
empresas de telecomunicación y cibernéticas sobre que sus programas o aparatos
tenían vulnerabilidad –en violación de acuerdos previos–, lo cual permite que
no sólo la CIA, sino cualquier otro gobierno o entidad, pueda explotar esas
mismas vulnerabilidades para sus propios intereses.
La organización encabezada por Julian Assange, quien
sigue refugiado en la embajada ecuatoriana en Londres, indicó que había editado
los documentos para evitar divulgar identidades y otra información –Wikileaks ha
sido criticada por falta de cautela al publicar datos personales e identificar
a individuos en documentos secretos en el pasado–, pero aclaró que entre los
nombres ocultados están incluidos “decenas de miles de objetivos y máquinas… de
la CIA a través de América Latina, Europa y Estados Unidos”.
El archivo del arsenal de armas cibernéticas de la CIA
difundido hoy, denominado Vault 7, es calificado por algunos
de algo equivalente –en sus efectos– a la filtración de cientos de miles de
documentos secretos por Snowden en 2013. Otros afirman que sus implicaciones
son menos dramáticas, ya que estas técnicas parecen ser empleadas contra
individuos seleccionados y no es un programa de espionaje masivo de millones de
ciudadanos, incluidos estadunidenses. Según la ley, la CIA no puede espiar a
ciudadanos estadunidenses dentro del país.
La CIA y la Casa Blanca rehúsan comentar, por ahora, la
divulgación, o verificar si es genuina.
Pero expertos, incluidos ex oficiales de inteligencia
consultados por medios aquí y el propio Snowden, consideran que, por ahora,
todo indica que los documentos son legítimos.
Una vez más, como con filtraciones anteriores en los
últimos años, varios ex oficiales de inteligencia y expertos expresaron alarma
por el “daño severo” que estas revelaciones provocarán a las
operaciones de inteligencia. Sin embargo, otros expertos sobre el mundo
cibernética dicen que mucho de esto ya se sabía o se suponía. Otros especularon
si todo esto es parte del presunto complot ruso contra Estados Unidos.
Devin Nunes, presidente del Comité de Inteligencia de la
Cámara de Representantes, calificó la revelación de “muy, muy seria”.
Por otro lado, la divulgación es vergonzosa para la
llamada “comunidad de inteligencia”, ya que es otro golpe más contra el
control secreto de sus operaciones.
Al mismo tiempo, algunos sugieren que en esta coyuntura
la divulgación podría ayudar al gobierno de Donald Trump tanto para distraer de
la crisis política generada en torno a sus relaciones con funcionarios rusos,
como para su cruzada contra las filtraciones que, acusa, se han hecho en su
contra por parte de las agencias de inteligencia.
Pero también está el otro lado de la moneda, donde Trump
está en una situación políticamente incómoda después de que durante la
contienda presidencial festejó las divulgaciones de la organización sobre los
correos electrónicos de la campaña de Hillary Clinton, e incluso en octubre
llegó a declarar: “amo a Wikileaks”, mientras criticaba a las
agencias de inteligencia, incluida la CIA.
fuente.-
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