Rigoberto Bodar Araiza, médico de profesión, a escasos meses de haber instalado su consultorio, anexo a una farmacia en la sindicatura de Quilá, apareció muerto a varios kilómetros de distancia, en un predio enmontado.
En su cuerpo, atado de pies y manos, sus homicidas le colocaron una cartulina con un mensaje, en el que “justificaban su muerte”.
La versión de que su asesinato derivó de conflictos “sentimentales”, no convenció a sus pacientes, ni a su familia, la cual, se refugió en su dolor y selló su silencio sobre el caso.
A su muerte que se registró en abril pasado, se sumaron tres nuevos casos en lo que va del año, con los que sumaron, según el registro del Colegio Médico de Sinaloa 39 asesinatos de galenos entre el 2001-2016.
Víctor Díaz Simental, neurocirujano y presidente de la Comisión de Salud del Congreso del Estado, explicó que en una entidad con raíces muy profundas de violencia, la profesión médica se convirtió de alto riesgo, ante caprichos y “reclamos de milagros” de pacientes.
“Yo no descarto que algunos de los asesinatos de médicos, se deriven de circunstancias o actividades ajenas a su profesión”.
Pero, estableció que por lo que se conoce en su gremio, se tiene casos, cuyos indicios apuntan que varias muertes violentas, tienen como móvil, el incumplimiento de curas, en padecimientos o enfermedades de alto riesgo para los pacientes.
Díaz Simental, precisó: “No percibo un patrón en las muertes violentas de médicos”.
La tarde del 2 de junio pasado, en su consultorio, que se encuentra en el primer piso de una clínica particular, ubicada en el primer cuadro de la ciudad, fue privado de la vida de tres disparos el traumatólogo Víctor Godoy Meza.
Una de las primeras versiones sobre el posible móvil de su asesinato fue en el sentido que se trató de un asalto.
Veinte días después, en la colonia Tierra Blanca de esta ciudad, en presencia de pacientes, un hombre armado penetró al consultorio del doctor Israel Payán Félix y sin medir palabra le disparó en cinco ocasiones, después huyó.
Sus muertes motivaron que la comunidad médica, con lonas, cuyos textos alusivos a un alto a la violencia y la impunidad, salieran a las calles a exigir el esclarecimiento de las muertes violentas de sus agremiados.
En su desfile por las calles, médicos y enfermeras desplegaron varias mantas, en una de ellas, en una especie de escudo de color negro y fondo rojo, decía: “Damos vida, no me la quites”.
Gilberto Castañeda Hernández, presidente del Colegio Médico, se quejó del silencio que observan de la autoridad judicial para brindarles información sobre el seguimiento que se tiene en las investigaciones de cada uno de los casos de doctores asesinados.
En un recuento de los homicidios más recientes de galenos citó el caso del neumólogo pediatra, Luis Oswaldo Duarte Jiménez, quien en junio del 2015 fue interceptado por hombres armados, al salir del hospital en esta ciudad.
Días después, su cuerpo fue encontrado con disparos de arma de fuego y su camioneta Jepp Liberty, semicalcinada, en un punto distinto.
Un año antes, en el mes de marzo, en la colonia Almada de esta ciudad, el ortopedista Juan Francisco Soto Arredondo fue asesinado a tiros presuntamente por un joven bajo el influjo de las drogas.
En la mayoría de los casos, precisó Castañeda Hernández, “no se tienen resultados de las investigaciones y se desconocen los posibles móviles de sus muertes”.
Uno resuelto
La noche del pasado 27 de agosto, en su residencia en el fraccionamiento Scally de la ciudad de los Mochis, el doctor Alejandro Bermúdez, de 45 años de edad, fue encontrado por su familia tirado en su recamara, con una herida de bala.
Sin precisar el móvil, en base a la carpeta de investigación abierta 1714/2016 la autoridad judicial sólo divulgó la detención de Salvador “N”, como presunto homicida del galeno, en base a periciales y huellas dactilares recopiladas en el lugar del asesinato.
Una de las líneas de investigación apuntó que se trató de un asalto al que se resistió el médico por lo que corrió hacia el interior de su hogar, hasta donde fue seguido y lesionado a tiros por la espalda.
Marco Antonio Higuera Gómez, procurador de Justicia del Estado, explicó que la ley lo sujeta guardar secrecía sobre el contenido de las indagatorias del caso.
Sin citar el número de casos resueltos de médicos que han sido privados de la vida en forma violenta sólo estableció que se trabaja en cada caso, con los elementos que surgen relativas a su actividad profesional, familiar y de convivencia.
Hizo ver que en varios de los homicidios de profesionistas de la medicina los avances de las investigaciones que se tienen, marcan rutas de los posibles móviles de actos violentos de despojos de pertenencias, en los que las víctimas se han enfrentado a los delincuentes.
El secretario de Salud del Estado, Ernesto Echeverría Aispuro, dijo que por lo que se conoce, en cada uno de los 39 homicidios de médicos que se tienen registrados entre el 2001-2016, por aparentes móviles y las circunstancias son distintas.
“Las versiones, en los casos más sonados van desde aparentes asaltos, represalias por incumplimiento de servicios de salud, hasta de tipo pasional”.
Precisó que priva la exigencia por su esclarecimiento de cada una de las muertes violentas de galeno y castigo para los responsables de los homicidios.
“Como en toda profesión, el riesgo de ofrecer milagros en la cura de padecimientos graves o en los cobros excesivos de los servicios profesionales, pueden tener consecuencias”.
Pero, aclaró que sin importar los móviles que existan en cada uno de los 39 casos de médicos asesinados, en los últimos quince años, la exigencia, es su esclarecimiento.
Fuente.-LaSillaRota
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: