Es indiscutible que la atonía económica que vive México ha perjudicado el nivel de vida de los ciudadanos, al tiempo que ha profundizado y aumentado la pobreza en el País.
Por ello molesta sobremanera a la ciudadanía el ser testigos de dispendios lujosos, injustificables, por parte de nuestros servidores públicos.
Bien documentado está ya lo de las mansiones en poder de algunos de nuestros más encumbrados funcionarios... y sin embargo LA OSTENTACIÓN desde el poder sigue inmutable con nuevas evidencias surgiendo a diario.
No parece haber pudor, recato o moderación en el comportamiento elitista de los servidores públicos, sino todo lo contrario.
Como nunca antes es cierto el dicho ese de que "ven la tempestad ¡y no se hincan!".
De los últimos episodios que indignan a la opinión pública es el del Señor David Korenfeld, titular de CONAGUA, dependencia secundaria, pero obviamente con presupuesto, pues es dueña de un helicóptero (idéntico a uno de los asegurados al "Z-42", líder de un sangriento cártel de narcotraficantes, por cierto) el cual usa como si fuese propio el Señor éste Korenfeld, de quien se dice es amigo del Presidente Peña Nieto.
Agregando agravio al insulto, este Señor, cuando fue fotografiado por sus vecinos despegando de Huixquilucan con su familia en la aeronave iniciando el periodo vacacional y la noticia causó escarnio y revuelo, el mentado funcionario primero pretextó que se trataba de una "emergencia médica" ya que su rodilla y cadera requerían atención.
De buena fuente se enteró este su escribano que días después el tal Korenfeld fue visto en las nevadas montañas de Colorado esquiando con su familia. No dudamos que luego por ello cambió su versión y ahora hasta pidió perdón.
¿Acaso le habrá declarado la verdad a la SFP? Lo dudamos, como mínimo este incidente demuestra que en la actual Administración federal se presentan frecuentes abusos, de los cuales sólo nos enteramos ocasionalmente los ciudadanos.
Esto es, cuando son descuidados y afrentosos los funcionarios a grado tal que ni la molestia se toman en guardar las apariencias.
En una categoría ligeramente diferente -pero causando un disgusto similar- se encuentra el estilo de vida tipo ¡Hola! del que hace jactancia la Señora Angélica Rivera y sus hijas e hijastras.
Ofende en un país pobre, como es el nuestro, que la primera familia del País haga gala de un estilo de vida que ya envidiaría (si viviera) el Sha de Irán y su consorte Farah Diba.
La colega Carmen Aristegui, de nuevo, consigna en su espacio imágenes de Telemundo de la familia presidencial de "shopping" en una de las zonas más opulentas del continente, el famoso Rodeo Drive de Beverly Hills.
No afirmamos ni remotamente, ni insinuamos tampoco, que el caso sea idéntico al de Korenfeld: esto es, el uso indebido de bienes públicos.
No, de lo que hablamos es de la innecesaria ostentación de lujo y opulencia frente a los ojos de una nación muerta de hambre, literalmente.
¡No viene al caso!
Por supuesto que la familia presidencial tiene derecho a vacacionar, mas el hacerlo ostentosamente indica INSENSIBILIDAD y un cierto sentido de rebelión retadora hacerlo de la manera más elitista posible y no de una forma más prudente con la que se pudiera identificar el pueblo mexicano.
Damos por hecho, sin contrariar, la versión de que la Señora Angélica fue una artista bien remunerada y cuenta con abundantes recursos propios. No cuestionamos el origen de los fondos que dan lugar al hecho comentado, sino la falta de tacto para presentarse ante la opinión pública nacional de una manera singularmente aparatosa despertando comentarios (adversos) de enojo y molestia.
Si el pueblo pasa apuros, ni la familia presidencial ni los funcionarios públicos deberían presumir su sobrado estilo de vida faraónico.
¡Así inician las revoluciones!
Fuente.-Manuel J.Jauregui/El Norte
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