El peor enemigo de Enrique Peña Nieto es el
Partido Revolucionario Institucional (PRI) y particularmente algunos amigos y
compañeros como el Secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien le puso una
buena zancadilla con la invitación a Donald Trump.
La brillante idea de traer a México al
candidato republicano fue iniciativa de Videgaray, casualmente uno de los
presidenciables y fuertes candidatos del PRI a las elecciones del 2018.
¿Será que Videgaray y el PRI están
conspirando para terminar de hundir a Peña Nieto?
La idea no es nada descabellada. Tenemos
numerosas historias de traiciones dentro del PRI que llegan hasta el asesinato
como en el caso de Luis Donlado Colosio.
La baja aceptación de Peña Nieto entre los
ciudadanos con niveles históricos de apenas 30 por ciento nos anuncia la
soledad en la que vive el Ejecutivo. Recordemos que normalmente al “apestado”
se le empieza a hacer un vacío y por regla general ya nadie quiere juntarse con
él. Pareciera que Peña Nieto ya es árbol caído.
Entre el perdón y la torpeza que demostró
frente a Donald Trump, el fracaso de sus reformas y los escándalos de conflictos
de interés con su esposa Angélica Rivera, Peña Nieto vive horas bajas, se
podría decir que a cero o menos cero.
Hay que agradecerle los errores a su asesor
Carlos Pérez Verdía Canales, quien ocupa la Coordinación de Asesores del
Presidente, un hombre que a todas luces parece su enemigo.
Ni cien asesores podrán arreglar su fallido
gobierno. La debacle de Peña Nieto es irreversible. Y él lo sabe. Tal vez por
eso ha decidido nadar de muertito. Todo indica que ya se cansó de gobernar,
como le sucedió al ex procurador Jesús Murillo Karam y su celebre “ya me
cansé”.
Y es que Peña Nieto ha dejado de atender
los asuntos más urgentes de este país. La política salarial es un desastre
frente al incremento constante de los precios de la canasta básica y los
servicios de luz, agua y gas. La gente ya no completa, no le salen las cuentas,
ni llega a completar sus gastos al mes. El resultado de estos mini salarios que
pierden poder adquisitivo gravemente, es más endeudamiento, más necesidades,
más hambre…
A Peña Nieto tampoco parece importarle la
grave crisis de derechos humanos de su gobierno. No ha aplicado ninguna
política pública a favor de los 30 mil desaparecidos que existen oficialmente.
No existe un banco nacional de datos genéticos. Su gobierno dejó de contar desaparecidos
y de buscarlos. No hay búsquedas territoriales de fosas clandestinas. Ese
trabajo lo está haciendo la sociedad civil.
También Peña Nieto y su gobierno dejaron de
contar los muertos. Sabemos por conteos independientes que durante sus cuatro
años de sexenio ha habido 80 mil muertos. El ejecutometro fue suspendido, pero
cada día se registran ejecuciones. Solo hay que darse una vuelta por los
narcoestados como Tamaulipas o Veracruz.
Igualmente el gobierno peñista dejo de
combatir la delincuencia. Los carteles de la droga se han fortalecido en estos
cuatro años. El cártel del sexenio es el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG)
que ha extendido sus redes por Michoacán y otros estados al amparo de las
complicidades en el gobierno.
En el combate a la corrupción tampoco
andamos bien. Pese a la batería de medidas, la constante es la simulación, el
primer señalado en posibles asuntos de conflicto de intereses, es Peña Nieto.
El andamiaje para combatir el cáncer de la clase política mexicana
aparentemente también es una mentira.
Está claro que Peña Nieto nada
contracorriente. Ahora existe la posibilidad de acusarlo de “traición a la
patria”, luego de su invitación y sometimiento visible al racista Donald Trump.
¿Merecería el presidente un juicio político
que incluso lo lleve a ser enjuiciado? La posibilidad existe
constitucionalmente. Y están dados los elementos, ya que gracias a esa visita
el candidato republicano incrementó sus preferencias electorales y eso se
traduce una amenaza para nuestros connacionales en Estados Unidos.
Por lo pronto, el presidente sigue viajando
por el mundo y en estos días asiste a la Cumbre del G20. ¿Alguien podría
asesorarle que es mejor que permanezca en México?
Bastantes vergüenzas hemos pasado. Ya no
más por favor. ¿Podríamos estar peor?… Desde luego. En la medida que siga
cometiendo errores, así seguirá llevando a México al precipicio.
Fuente.
Twitter: @SanjuanaM
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