Edgar “Limones” ,el capo de La Laguna en Durango, recien detenido,es al mismo tiempo el Judas que nadie quiere reconocer en su mesa y el fariseo incómodo que todos en La Laguna juran haber visto sentado bajo el estandarte de CATEM o saludando militares.
El Pedro que negó a “Cristo”… sindical
En reciente entrevista, Esteban Villegas, gobernador de Durango, soltó la pedrada bíblica sin anestesia: “Pedro negó a Cristo, tres veces” y luego remata que “nadie puede decir que no era de la CATEM”, refiriéndose a Limones y a las reuniones que, dice, se tuvieron con la confederación cuando quisieron entrar a la capital de Durango.
Esta ha sido la misma estrategia replicada por todo el pais, porque como ya se sabe, esta organizacion criminal-politico-sindical organziada ha crecido como las infecciones mal atendidas muy y gracias a los que hoy los traicionan para mandar señales de su combate.
El mensaje político es brutal: en la comarca “todos sabían” que Limones operaba bajo el paraguas de Pedro Haces y CATEM en “malas prácticas” que derivaron en la trama de extorsiones que hoy festinan como “golpe fuerte” de seguridad, cuando fue el Diputado de Morena y el primer piso de este gobierno quien los cobijó y no hay ninguno de ellos detenido, porque hay complicidad oficial que ya se les volvio regla.
Mientras el gobernador se pone la túnica de profeta de la región lagunera, Pedro Haces opta por el libreto del San Pedro original: niega una, dos y tres veces cualquier vínculo con el personaje caído en desgracia. El dirigente de CATEM y diputado de Morena se planta en redes para proclamar que Edgar “N”, alias “Limones”, “no tiene ni ha tenido ningún vínculo con CATEM” y que la única versión válida es la de la SSPC, convenientemente muda y complice de Omar Garcia Harfuch sobre nexos sindicales, mientras sus críticos desempolvan fotos, videos y testimonios que muestran una relación mucho menos virginal.
Los dos gobernadores y la piedra en el zapato
Del otro lado del río Nazas, el gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez, tampoco compra la narrativa de la pureza sindical: afirma que en la región se conocía a Limones como extorsionador que usaba a la CATEM como “charola” para apretar a empresarios y comerciantes. No solo respalda la versión duranguense, sino que subraya que había señalamientos y evidencias públicas que vinculaban al detenido con la confederación, justo lo que el diputado intenta borrar con un tuit piadoso.
Así, mientras dos gobernadores –uno priista en Durango y uno aliancista en Coahuila– describen a Limones como operador que se cobijaba en la CATEM, la central obrera de Morena se aferra al “no era de los nuestros” como si fuera dogma de fe, aun cuando la narrativa regional lo coloca como figura conocida del sindicato. En este vía crucis político, los mandatarios estatales cargan la cruz de la seguridad y señalan a CATEM como parte del problema, y el líder sindical intenta lavar túnica y estandarte a golpe de comunicado y video.
Moral, Biblia y memoria corta
Si esto fuera parábola, tendría título propio: “Del limonero que todos vieron, menos el dueño del huerto”. La gente de La Laguna, según el propio gobernador de Durango, conocía la relación de Limones con la CATEM, pero al momento de la captura aparece el milagro de la amnesia institucional en el discurso del dirigente. Como en el Evangelio, el problema no es solo el traidor, sino la comunidad que convivió con él mientras las extorsiones a ganaderos, transportistas y comerciantes se volvían rutina de viacrucis económico.
En el púlpito digital, Pedro Haces presenta a CATEM como templo del esfuerzo honesto de cientos de miles de trabajadores, mancillado por una “campaña negra” del gobierno de Durango, mientras medios nacionales documentan la captura de un líder regional de la central señalado por narco y extorsión. Entre lo dicho por los gobernadores y lo jurado por el diputado, el contraste ya no es político, sino teológico: alguien está levantando falso testimonio… y en La Laguna, según sus propios gobernantes, los fieles del valle recuerdan bien de qué sindicato colgaba el escapulario de “Limones”.
El papel bíblico de Harfuch
Harfuch en esta historia queda como profeta remiso: dice la verdad, pero a medias, cuidando no nombrar al becerro de oro sindical que todos ven en medio del templo.
En el relato público, Harfuch presenta a “El Limones” como integrante de Los Cabrera y operador de una red de extorsión contra ganaderos y comerciantes, subrayando el golpe a las redes criminales y a la economía de La Laguna, pero sin desarrollar el vínculo orgánico con CATEM que sí describen empresarios, gobernadores y víctimas.
Es una verdad tipo Pilato: se lava las manos con la parte estrictamente penal y deja intacto el altar político-sindical de Morena, aun cuando el detenido era señalado como secretario de organización de la CATEM en Durango y como líder que usaba la “charola” sindical para extorsionar.
En esa liturgia, los gobernadores hacen de profetas del Antiguo Testamento que denuncian al falso ídolo (CATEM como cobertura de extorsión), Pedro Haces juega al Pedro del Evangelio que niega a su discípulo caído, y Harfuch se coloca como escriba del Nuevo Testamento oficial: registra los hechos criminales, presume el “golpe a la extorsión”, pero edita los nombres incómodos del santoral obrero.
El papel bíblico de Harfuch es el del narrador que parte el pan de la verdad justo donde conviene al poder: suficiente para condenar al Limones, insuficiente para quemar el manto completo de la confederación que le dio plataforma.
Con informacion: PROCESO/@Redes

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