La caricatura, de Paco Calderon para EL Norte, exhibe de forma irreverente y mordaz la fauna política que Sheinbaum decidió proteger bajo sus paraguas, frente a la tormenta de acusaciones que azotan a la élite mexicana. La imagen no deja dudas: aquí no hay héroes, hay animales de reputación dudosa, cada uno representando vicios, trampas y miserias que se pasean impunes por la selva institucional.
Análisis visual y simbólico
La caricatura coloca a Claudia Sheinbaum en un acto de abierta complicidad: sostiene varios paraguas para cubrir de la lluvia a personajes-animales tan emblemáticos como el chivo (cómplice y escurridizo), el cerdo (referencia directa a la corrupción y la suciedad), el mono (astuto y oportunista), el ratón (ladino y rapaz), el zorro (mañoso, hábil para el engaño) y la serpiente (traición a flor de piel). Ella misma, exageradamente estirada y nerviosa, justifica: “esdeke son buenos compañeros…”, burlándose de cualquier intento de rendición de cuentas.
Contexto político actual
Esta sátira se inserta en el contexto de sospechas, denuncias y escándalos que persiguen a la clase política de cuello guinda en México, donde muchas veces la principal tarea de la figura presidencial parece ser proteger –no limpiar– el legado y los aliados del régimen y esa sumisión,no deberia ser su mision.
Sheinbaum, lejos de asumir el compromiso con la transparencia, aparece como celosa guardiana de la impunidad, haciendo un guiño a la costumbre nacional de “taparse” los unos a los otros con la misma capa de impunidad que todo tapa, aunque la fauna que acompaña sea más digna de una cloaca que de una república humanista y transformadora.
Lectura irreverente y puntillosa
La frase “para eso fue contratada, pero no debería ser su misión” resume la crítica central: el liderazgo debería significar romper estos círculos de protección y complicidad, no perpetuarlos bajo la sombra de los paraguas políticos. La caricatura no sólo ridiculiza a Sheinbaum, sino que desenmascara la misión institucionalizada de encubrir, acarreando todo tipo de fauna nociva tras el disfraz de buena compañía. Quien se rodea de puercos, simios, ratas y cabrones, termina oliendo igual que ellos.
Este “animalero político” es un recordatorio de que la política mexicana sigue siendo más zoológico que ágora, y que la lluvia de acusaciones jamás moja a quienes tienen suficiente cobertura –o suficientes cómplices bajo el mismo paraguas.
Con informacion: PACO CALDERON/ELNORTE

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