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lunes, 15 de septiembre de 2025

LA “CURVA del DIABLO”: “AQUEL DIA los ZETAS MANDARON DOBLE MENSAJE EJECUTANDO DOS SACERDOTES en VERACRUZ”..esos bárbaros reciclados de militares de elite que sin pensarlo mucho se fueron a la escolta de Osiel Cardenas en el Cártel del Golfo y después le declararon la guerra a todos.


El hallazgo: una búsqueda a contrarreloj

La escena fue casi de película de terror: policías husmeando entre la maleza, urgidos por el reloj y por el miedo que se les venga la noche porque sus herramientas son apenas unas linternas y la luz de la patrulla. ¿Su objetivo? Los cuerpos del sacerdote Alejo Nabor Jiménez Juárez y el sacristán José Alfredo Suárez, dos personajes queridos que horas antes habían sido secuestrados en Poza Rica.

Cuando los encuentran, el asunto no es para débiles: están maniatados, golpeados y muertos como si fueran carne de ajuste de cuentas. Aquí nadie juega a los ladrones de poca monta, esto huele a crimen organizado, y más concreto, a Los Zetas.

¿Por qué matan a los representantes de Dios?

Antes, Poza Rica era tierra de paz, diplomados y pescadores—el paraíso petrolero de la esperanza nacional. Pero de pronto, la fiesta se acabó: llegaron los Zetas, esos bárbaros reciclados de militares de elite que sin pensarlo mucho se fueron a la escolta de Osiel Cardenas en el Cártel del Golfo y después le declararon la guerra a todos.

Veracruz era el oasis perfecto: agua, crudo, puertos y, sobre todo, instituciones blandas. El manual fue sencillo: primero reclutaron narcos; luego se encargaron de los que no se alinearon, taxistas, periodistas y hasta empresarios. En la lista negra también cayeron las iglesias y sus fiestas: si no pagabas, no celebrabas.

¿Qué hace la gente ante esto? Silencio absoluto. El único sitio donde se hablaba de la sangre era el confesionario, y justo eso convirtió a los sacerdotes en blancos de la mafia: sabían demasiado.

El crimen: el robo que a nadie convence

La noche del 18 de septiembre de 2016, dos tipos entran a la Parroquia de Nuestra Señora de Fátima en la colonia Petromex y sacan a empujones a Alejo y José Alfredo. A la mañana siguiente, la escena es digna de narcos: sangre, muebles rotos y una comunidad que empieza a sospechar. El sitio del crimen es la famosa “Curva del Diablo”.

Las autoridades, claro, quieren limpiar el expediente: dicen que fue un robo mal ejecutado, todos se conocían, se emborracharon, discutieron y al final se mataron por 5 mil pesos y dos camionetas robadas. Pero la gente no se lo compra: no hubo petición de rescate, ni amenazas previas, y el asesinato fue brutal. Nueve disparos a Alejo y un tiro de gracia a José Alfredo. ¿Eso es un robo casual? Por favor.

El mensaje: aquí manda el mal

Para la feligresía y los testigos, este doble homicidio fue un mensaje de Los Zetas para los de SEDENA que justo en ese mes anunciaban operativos en Poza Rica. El método de dejar los cuerpos en plena “Curva del Diablo” era una narcomanta hecha cadáver: “Aquí triunfa el mal sobre el bien”.

Justicia a la mexicana: detenciones y cero claridad

De los responsables, ni la sombra: dos detenidos (uno robando vehículos, otro atrapado en Querétaro), ninguno presentado como miembro del crimen organizado y nadie sabe si están en la cárcel o si salieron libretes después del trámite. La Diócesis no recibió jamás una actualización a fondo del caso.

El saldo: mártires y México, el peor país para ser sacerdote

En la estadística del horror, 67 sacerdotes y religiosos asesinados entre 1990 y 2024. Entre dos y tres curas matados cada año. ¿El resultado? México ya ostenta el puesto número uno durante catorce años seguidos como el país más peligroso de Latinoamérica para los curas.

La conclusión más lapidaria: muchos en Poza Rica aún creen que fue un doble ajuste entre autoridades y Zetas para callar a los religiosos que sabían demasiado. ¿Recuerdos? Dos cruces blancas en “La Curva del Diablo”. Porque aquí, aunque quieran, nadie olvida.

Con informacion: MILENIO/OSCAR BALDERAS/

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