Por segundo año consecutivo, las celebraciones del Día de la Independencia en Sinaloa se limitaron a un acto protocolario encabezado por el gobernador Rubén Rocha Moya, sin la presencia de público ni conciertos, debido a la persistente violencia que afecta al estado desde hace ya mas de 1 año y que han sido incapaces de contener.
El evento se realizó en la explanada del Palacio de Gobierno, resguardada por un operativo de seguridad que incluyó a decenas de elementos policiales.
La trampa de los números
El gobierno federal, ha buscado transitar en la guerra de bandos de la misma banda en Sinaloa,midiendo su “éxito” contra narcos presumiendo montañas de armas decomisadas (…muchas abandonadas) fardos incautados y narcos esposados, tan ingenuo —y peligrosamente simplista— como confundir los fuegos artificiales con la extinción del incendio.
Basta seguir la huella histórica para ver que Colombia en los ochenta y México en varias “versiones” (Calderón, García Luna y ahora Omar García Harfuch) cayeron en ese mismo espejismo de pensar que las estadísticas sustituyen los resultados estructurales.
Presumir de decomisos y detenciones sólo sirve para el anecdotario y alimentar la farsa del superpolicia : el gobierno de Calderón y su “arquitecto” García Luna adoraron esos números y dejaron un país más violento, mientras García Harfuch y Sheinbaum repiten el guion: miles de detenidos, cientos de armas y kilos de drogas asegurados.
Pero tras el espectáculo de las gráficas y el Excel, los capos se reproducen, los cárteles se fragmentan y los homicidios se mantienen o incluso aumentan fuera de la narrativa oficial.
El caso colombiano: más balas, más problemas
Colombia militarizó, fumigó y encarceló hasta el cansancio a los narcos, pero los “logros” de corto plazo ni erradicaron cultivos ni desterraron mafias; sólo cambiaron de lugar, mutaron y, en muchos casos, se fortalecieron bajo otras formas.
Los récords de marihuana pulverizada y toneladas de cocaína incautada jamás vinieron acompañados de auténtica pacificación ni de instituciones sólidas; la evidencia fue más bien un auge (disfrazado) de economías ilegales y corrupción oficial.
El modelo Harfuch: calca calderonista
Omar García Harfuch, heredero del modelo Calderón-García Luna, despliega operativos vistosos y presume detenciones masivas, mientras “olvida” que su antecesor está preso en EE.UU. y que la estrategia original desembocó en fractura social y violencia crónica.
En vez de reinventar la rueda, copia el guion del uso del Ejército, espectacularización mediática y la supuesta “limpieza de las calles”, argumentando que cada decomiso es la prueba contundente del éxito institucional mientras los cadaveres se siguen acumulando, casi 25 mil de la «borron y nueva cuenta» que ignora los 200 mil del primer piso.
De cifras espectaculares a realidades incómodas
Mientras tanto, los laboratorios clandestinos brotan (el “histórico” decomiso de fentanilo y metanfetaminas en Sinaloa fue nota principal, pero la producción sigue), y la legitimidad institucional tiembla ante informaciones de decomisos que resultan farsas (como el reciente caso de cargamentos presentados como heroína que eran en realidad diésel). Pero lo importante para el segundo piso de cuarta es alimentar la maquinaria de la percepción más que la realidad.
Conclusión irreverente
Seguir midiendo la guerra contra el narco como quien colecciona estampitas sólo garantiza un monumental fracaso transexenal, digno de repetirse como tragedia y farsa. Porque, como bien enseña la terquedad de la historia, no hay aritmética que detenga un conflicto cuya raíz jamás se toca y aunque la estadística oficial se maquille hasta el delirio,ya van mas de 710 mil muertos,tantos como reforzamientos transexenales y los seguimos contando.
Con informacion: Medios/redes/NOROESTE/
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