La violencia imparable en Culiacán, Sinaloa, sigue escalando sin tregua, dejando un rastro de desapariciones, asesinatos y una sociedad sumida en el miedo padeciendo la lentitud de las autoridades de todos los niveles, claramente sin nivel y sin estatura de capacidades para atender con la diligencia y prontitud una “guerra de bandas” en que se podrían llevar todo el sexenio,como ya les ocurrió bajo periodo “mañoso” de Felipe Calderón (PAN),el de Enrique peña Nieto (PRI) o el del narco presidente Andres Manuel lopez Obrador (MORENA) y en ninguno han cumplido la mision y aun no se ven indicios de que puedan lograrlo.
El pasado 9 de abril, tres trabajadores del Hospital Civil de Culiacán fueron reportados como desaparecidos en la colonia Los Pinos. Miguel Guizado Hernández, Andrés Alfonso Guizado Orpinela y Jesús Ángel Guerrero Ibarra fueron vistos por última vez mientras circulaban en un vehículo Nissan Sentra negro, sin que hasta ahora se tenga información sobre su paradero.
Este caso se suma a una larga lista de privaciones de la libertad que han marcado la región; desde septiembre de 2024 hasta abril de 2025, Sinaloa ha registrado 1,247 desapariciones, un promedio de casi seis por día.
Paralelamente, la violencia homicida no cede. Solo el miércoles 9 de abril se reportaron siete asesinatos en distintos puntos de Culiacán: desde la sindicatura de Costa Rica hasta las colonias Miguel Hidalgo y Providencia.
En los últimos siete meses, la guerra interna entre las facciones del Cártel de Sinaloa —”Los Chapitos” y “Los Mayos”— ha cobrado más de 1,099 vidas y provocado un aumento alarmante en delitos como el robo de vehículos, con más de 4,156 casos registrado.
La capital sinaloense vive bajo el dominio territorial del crimen organizado, donde las autoridades parecen incapaces de contener esta espiral de barbarie.
El impacto es devastador: negocios cerrados temprano, calles vacías y una población que vive bajo constante alerta. Mientras los enfrentamientos entre cárteles continúan desangrando a Sinaloa, el gobierno estatal y federal han demostrado una preocupante ineficacia para garantizar seguridad y justicia. La impunidad reina en un estado donde la vida humana parece haber perdido su valor frente al poder del narcotráfico.
Con informacion: NOROESTE/
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