Ernestina Godoy es hoy el espejo roto de sí misma: la diputada que en 2017 exigía un fiscal autónomo terminó convertida en la fiscal que corona el control del régimen sobre la justicia bajo el gobierno del segundo piso de cuarta de Claudia Sheinbaum.
La Ernestina de 2017
En 2017, como diputada federal de oposición , Ernestina denunciaba que el diseño del artículo 102 permitía que las ternas para fiscal fueran un juego de cuotas partidistas, cerrado a la sociedad civil.
Reclamaba un fiscal independiente, producto de una amplia consulta, desvinculado de partidos y con controles constitucionales para evitar el reparto de la Fiscalía como botín.

La Ernestina encargada de la FGR V.4.0T
Ocho años después, aquella cruzada contra el fiscal de bolsillo termina en ironía: Ernestina llega a la FGR precisamente como “soldada del régimen”, garantía de sometimiento para la presidenta y de impunidad para los suyos, según la describe Loret.
Su nombramiento como encargada de despacho no surge de una cruzada ciudadana, sino de la maquinaria morenista que la presenta como mujer “honesta, autónoma y de principios”, mientras consolida el control político sobre la Fiscalía.
Dos discursos, una sola persona
La Ernestina de 2017 denunciaba que el Senado no debía decidir a oscuras, sin participación social, quién controlaba la persecución penal; la Ernestina de 2025 llega a la cúspide del Ministerio Público gracias justamente a ese sistema que antes calificaba de antidemocrático.
Antes advertía del riesgo de una Fiscalía sometida al poder; ahora es el rostro de una FGR descrita por críticos como el “salto de longitud” hacia el autoritarismo, el paso decisivo para borrar cualquier brochazo de autonomía.
El sello del oficialismo moreno
La “actualización a la Version 4T” de Ernestina bajo el oficialismo moreno es quirúrgica: pasa de exigir controles ciudadanos a operar como pieza de una estrategia de encubrimiento y castigo selectivo.
Su biografía reciente se sostiene en dos ejes: impunidad para los proyectos y figuras del régimen, persecución jurídica para adversarios incómodos, mientras el discurso oficial la maquilla como paladín de la justicia social.
El saldo para los ciudadanos
Para los ciudadanos, el saldo es brutal: una Fiscalía que debía ser contrapeso se convierte en instrumento, y la promesa de autonomía se recicla en propaganda mientras se cierra la puerta a la vigilancia social que Ernestina reivindicaba en 2017.
Cada caso que toque intereses del poder tendrá ahora un filtro político adicional, y cada víctima que no encaje en la narrativa oficial sabrá que, al otro lado del escritorio, no está la fiscal independiente que un día se prometió, sino la versión “actualizada” que eligió el bando equivocado de la historia.
Con informacion: LATINUS/

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