Un sistema que le amputa al paciente el órgano sano y deja intocado el enfermo no está “en crisis”: está clínicamente muerto. Lo que pasó con la esposa de Gumercindo Calixto no es un “error humano”, es el retrato perfecto de un modelo de salud que ha convertido la medicina en ruleta rusa administrativa en Tamaulipas y el resto de pais.
Desde la mirada nefrológica
En nefrología, confundir el riñón enfermo con el riñón sano es el equivalente a un piloto que despega sin saber en qué pista está: no es fallo, es incapacidad profesional. Una hidronefrosis grado 3 en el riñón izquierdo obliga a documentar, marcar, verificar y re-verificar el lado a intervenir; si aún así cortan el derecho, fallaron todos los filtros técnicos y de seguridad que deberían ser innegociables.
Un especialista serio jamás entra a quirófano sin:
- Estudios de imagen claros en expediente y a la vista (ultrasonido, tomografía) con lateralidad confirmada.
- Consentimiento informado donde se especifique lado, diagnóstico y tipo de procedimiento, leído y corregido si hace falta delante de la familia.
Nada de eso sirve si en la práctica real la operación se convierte en “a ver qué sale hoy”.
Errores con cara de horrores inconcebibles en este caso
Aquí no hay un solo fallo, hay una cadena:
- Operan el riñón derecho, sano, pese a que los estudios y documentos señalan claramente el izquierdo con hidronefrosis grado 3.
- Aún reconociendo la negligencia, la “solución” del Hospital Civil es ofrecer otra cirugía… con el mismo urólogo que ya demostró no distinguir izquierda de derecha.
- El director del hospital,Herminio Rodriguez, promete que hablará con el médico y que dará una solución, pero en los hechos lo que hace es empezar el juego del pase de pelota burocrático.
En cualquier sistema mínimamente serio, eso implicaría: suspensión inmediata del cirujano, revisión de todo el equipo quirúrgico, auditoría del expediente y notificación automática a instancias internas y externas. Aquí, la reacción institucional es administrarle al paciente más trámites en lugar de cuidados.
Del ISSSTE al IMSS Bienestar
La subrogación, en teoría, sirve para compensar la falta de especialistas; en la práctica, se ha vuelto un mecanismo perfecto para que nadie se haga responsable cuando algo sale mal. La clínica del ISSSTE no tenía urólogo, así que mandan a la paciente al Hospital Civil de Ciudad Victoria, operan el riñón equivocado, y luego el director le dice al esposo que “se vaya al ISSSTE” porque son subrogados.
Este ping‑pong entre instituciones es una forma de violencia:
- El hospital que operó mal pretende lavarse las manos y devolver el problema al origen administrativo, no al origen médico.
- La familia queda atrapada entre logotipos, oficios y sellos, mientras la paciente se queda con un riñón dañado… y el otro innecesariamente intervenido.
El mensaje real es brutal: el sistema se defiende a sí mismo mejor de lo que defiende a los enfermos.
La respuesta “oficial”: anestesia de discurso
Vicente Joel Hernandez, Secretario de Salud estatal ,cuyo hijo ,tambien medico,es acusado de otra negligencia bajo el gobierno de otro medico de profesión , Americo Villarreal,se entera del caso por internet y promete “escuchar al paciente y al director” para ver cómo ayudar. Reconoce que el paso de los hospitales a IMSS‑Bienestar no les quita responsabilidad, pero todo se queda en el lenguaje de protocolo: escuchar, aclarar, gestionar, ver qué sucedió.
Mientras tanto:
- No hay anuncio de investigación independiente, ni de sanciones, ni de protección inmediata para la paciente (segunda opinión, referencia urgente, atención integral).
- La narrativa oficial se centra más en la gobernanza del sistema (quién reporta a quién) que en la brutalidad de haberle tocado el riñón sano a una mujer que confiaba en ellos.
Es la anestesia perfecta: mucha palabra técnica, cero músculo ético.
El sistema insalubre en cinco fallas capitales
Lo que muestra este caso, visto con ojos de nefrología y de mínima ética clínica, es un decálogo de lo inaceptable:
- Impericia quirúrgica: si no puedes garantizar lateralidad en una cirugía de riñón, no deberías estar operando riñones. Punto.
- Ausencia de protocolos efectivos: si existían checklists de seguridad, se ignoraron; si no existían, el hospital es estructuralmente inseguro.
- Burocracia como escudo: el uso de la subrogación ISSSTE–IMSS‑Bienestar para diluir responsabilidades es un mecanismo de encubrimiento, no de atención.
- Desprecio por el paciente: ofrecer “otra cirugía con el mismo urólogo” suena más a burla que a solución; ningún ser humano debería aceptar que su vida se use como práctica de repetición.
- Impunidad anunciada: sin suspensión inmediata, sin investigación externa y sin acompañamiento legal, el mensaje para el resto del sistema es claro: se puede mutilar un órgano sano y, con suerte, todo se quedará en nota de prensa.
El traidor al juramento hipocrático
Traicionar el juramento hipocrático no siempre se hace con un veneno en la mano: a veces basta con no saber distinguir entre riñón izquierdo y derecho y aun así atreverse a operar. Un médico que extirpa o interviene el riñón sano y deja intacto el enfermo convierte el “primero, no dañar” en un chiste cruel a costa del cuerpo de su paciente.
De “no dañar” a “a ver qué pasa”
El juramento habla de apartar al paciente del daño y del error; este médico lo hunde precisamente en eso: daño irreversible por un error que era perfectamente evitable con un mínimo de rigor clínico y verificación. La obligación ética es usar el conocimiento “en beneficio de los enfermos”, no convertir la cavidad abdominal en un experimento de ensayo y error con un riñón sano como víctima.
La confianza hecha trizas
El compromiso hipocrático exige poner la vida y la salud del paciente por encima de todo; aquí se privilegió la rutina, la prisa, la desorganización o la pura incompetencia por encima de la certeza de a qué órgano se iba a meter bisturí. Cuando después de semejante metida de mano la “solución” propuesta es volver a operar con el mismo urólogo, el mensaje es claro: ni conciencia, ni humildad, ni respeto por la fragilidad humana que el juramento dice proteger.
De médico a agresor con bata
El juramento exige ejercer con conciencia y dignidad; golpear a una paciente con una cirugía en el órgano equivocado es ejercer sin conciencia y sin dignidad, y eso no es medicina, es agresión institucionalizada. Traiciona el juramento porque convierte el bisturí en arma burocrática: corta el riñón correcto en los papeles, pero el que sangra en la mesa es el sano, y el sistema intenta coser el asunto con excusas y subrogaciones, no con responsabilidad.
En un país donde la negligencia médica ya está descrita y sancionada en códigos y normas, que suceda esto en un hospital público revela la verdadera patología: no es el riñón del paciente, es la conciencia del disfuncional sistema ahora responsabilidad de Claudia Sheinbaum y Americo Villarreal,ela que está en falla terminal.
Con informacion: ELNORTE/

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