En Tamaulipas, bajo el gobierno criminal y politicamente organizado de Morena y Americo Villarreal, la desaparición de personas se ha convertido en una tragedia mas que recurrente , donde el acto de «desaparecer» suele tener una relación directa y brutal con la muerte, conducta criminal que es conveniente y dolosamente aprovechada por el gobierno para confundir a ciudadanos con la mentira de que hay menos homicidios,ignorando los levantones que terminan en homicidios,aunque no siempre terminen en la localizacion del cuerpo o los cuerpos de las victimas.
El hallazgo mas reciente del cadaver maniatado de una mujer en Reynosa, podría corresponder al caso de Sahamara Ramos, quien había sido reportada como desaparecida desde el pasado 18 de Noviembre. Datos revelan que el cuerpo presentaba signos evidentes de violencia, y la familia ha solicitado la confirmación formal de identidad.
Esto pone otra vez en evidencia la relación directa entre desaparición y asesinato en la entidad. Episodios como el de Sahamara se suman a los cientos de historias canceladas abruptamente por el crimen organizado que en esta ciudad opera bajo la franquicia del Cartel del Golfo.
Desaparecer en Tamaulipas: Morir en silencio
El análisis más reciente destaca que la mayoría de las desapariciones en el estado terminan en muerte, invisibilizada por la falta de hallazgos o de investigaciones serias. Las cifras oficiales suelen subestimar el vínculo entre levantones y homicidios: si nadie busca al desaparecido, sencillamente se diluye en la estadística y sociedad, pero cuando sí se investiga y se localiza, las estadísticas de homicidios aumentan, mostrando una realidad mucho más violenta.
La irreverencia en la cobertura
La realidad exige un enfoque descarnado, que ponga en evidencia que en Tamaulipas desaparecer equivale, casi siempre, a morir. Los datos oficiales y el terror cotidiano reflejan que detrás de cada levantón hay un futuro de violencia extrema, negación institucional y familias desmembradas por el dolor.
Frente a un sistema que normaliza el horror, la irreverencia se convierte en el único gesto honesto: exponer que aquí los muertos nunca dejan de aumentar y los desaparecidos jamás son simples cifras, sino personas que la sociedad ya ha aprendido a olvidar.
Con informacion: Medios/redes/

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