El Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, volvio a convertir el fracaso en victoria y aseguró que la estrategia del Gobierno federal en la materia está dando resultados, aunque confeso,eso no se traduce en un problema resuelto.
Previo a una reunión en el Senado, destacó que este primer trimestre se ha registrado la menor cantidad de homicidios en el País desde 2018 y que trabaja en los siete estados que concentran la mitad de ellos.
“En el 2018, este es el primer trimestre más bajo desde el 2018 en homicidios. Si tenemos menos homicidios en este mes que los anteriores, pues obviamente es que se están dando resultados”.
“Hay más de 18 mil detenidos, más de 800 laboratorios destruidos ¿Que qué significa laboratorios destruidos? Significa cualquier cantidad de dinero que deja de ingresar a las organizaciones criminales para que dejen de reclutar más gente, para que dejen de comprar armamento, de corromper autoridades. Se han desarticulado muchísimas células delictivas. El hecho de que haya resultados no quiere decir que el problema esté resuelto”.
Lo que no dijo Harfuch
Las cifras oficiales pueden maquillar la realidad, pero en las calles de Sinaloa, la violencia sigue dictando su propia estadística.
Mientras el gobierno presume resultados, la impunidad y el miedo continúan siendo la única constante para miles de familias sinaloenses.
El discurso triunfalista choca con la sangre derramada: la estrategia de seguridad no ha pacificado Sinaloa, solo ha cambiado el relato oficial.
Detenciones y laboratorios destruidos no bastan cuando la criminalidad demuestra, día tras día, su inquebrantable capacidad de reinventarse.
La resiliencia del crimen organizado ha convertido los éxitos gubernamentales en simples espejismos: en Sinaloa, la paz sigue siendo una promesa incumplida.”
Análisis crítico de los dichos oficiales y las inconsistencias de la estrategia de seguridad federal, con foco en Sinaloa
Inconsistencias y contradicciones evidentes
Sin embargo, un análisis de los datos y el contexto revela varias inconsistencias y limitaciones en el discurso oficial:
- Resultados numéricos vs. realidad en Sinaloa: A pesar de los números presentados a nivel nacional, Sinaloa vive una crisis de violencia sin precedentes.
- La incidencia delictiva en delitos de alto impacto, como homicidio doloso (1,189 /5.1 diarios) , robo de vehículo (4,508/ 19.4 diarios) y privación de la libertad (1,350 /5.8 diarios) han crecido 224% con respecto a los primeros meses de 2025.
- Y siguen muy por encima de los niveles previos al conflicto interno del Cártel de Sinaloa,es mas,ya es el campeón nacional.
- Destrucción de laboratorios y resiliencia criminal: El gobierno presume la destrucción de cientos de laboratorios como un golpe a las finanzas criminales. Sin embargo, la experiencia y la evidencia en Sinaloa muestran que la capacidad de las organizaciones para recomponerse y continuar operando es alta. La resiliencia criminal y la rápida sustitución de infraestructura hacen que estas acciones, aunque relevantes, no sean garantía de una reducción sostenida de la violencia ni de la desarticulación real de las redes delictivas.
- Detenciones masivas y su impacto real: La cifra de 18 mil detenidos es presentada como un éxito, pero no existe información pública suficiente sobre la relevancia de estos detenidos dentro de las estructuras criminales, su judicialización efectiva o el efecto real en la reducción de la violencia.
- En Sinaloa, por ejemplo, la detención de 1,016 mil personas en medio año no ha frenado la ola de homicidios ni de desapariciones.
- Percepción social vs. cifras oficiales: Mientras el gobierno resalta caídas porcentuales en homicidios a nivel nacional, la percepción de inseguridad entre la ciudadanía sigue en aumento, alcanzando 61.9% en el primer trimestre de 2025, con más de seis de cada diez mexicanos sintiéndose inseguros en sus ciudades.
- En Culiacan ,Sinaloa esta cifra es de 90.6%
- Los datos de Harfuch evidencian una desconexión entre los reportes oficiales y la experiencia cotidiana de la población.
Diagnóstico insuficiente y falta de innovación:
Diversos analistas y organizaciones civiles critican la falta de un diagnóstico claro sobre la naturaleza de las redes criminales y la ausencia de estrategias novedosas. La actual política de seguridad repite esquemas de sexenios anteriores y no reconoce plenamente la complejidad de los actores involucrados ni las limitaciones institucionales para una coordinación efectiva.
El caso Sinaloa: un fracaso evidente
En Sinaloa, la estrategia federal ha sido incapaz de contener la violencia derivada de la pugna interna del Cártel de Sinaloa, que ha provocado un repunte histórico en homicidios y otros delitos de alto impacto.
El propio gobernador reconoce que la crisis no está resuelta, pese al despliegue de fuerzas federales y la creación de grupos interinstitucionales. Las cifras de asesinatos, desapariciones y robos de vehículos siguen siendo alarmantes y muy superiores a las de años previos, lo que contradice el discurso de éxito gubernamental.
Conclusiones
- La narrativa oficial de “resultados” se sostiene en cifras absolutas de detenciones y decomisos que no exhibe, pero no se traduce en una reducción real y sostenida de la violencia, especialmente en estados críticos como Sinaloa.
- La destrucción de laboratorios y detenciones masivas no han logrado debilitar de manera significativa la resiliencia de las organizaciones criminales ni reducir la incidencia de delitos de alto impacto.
- La percepción ciudadana de inseguridad sigue en aumento, en contraste con el optimismo gubernamental.
- La estrategia carece de innovación y de un diagnóstico profundo sobre el crimen organizado, repitiendo errores del pasado y sin ofrecer soluciones estructurales a la crisis de seguridad.
En suma, los dichos oficiales presentan inconsistencias claras cuando se contrastan con la realidad en el terreno, particularmente en Sinaloa, donde el fracaso de la estrategia es evidente y la crisis de violencia persiste sin visos de solución a corto plazo.
La incapacidad de la estrategia federal para pacificar Sinaloa -un estado clave y símbolo del poder criminal- expone la fragilidad de los logros nacionales.
Si el gobierno no puede contener la violencia ni garantizar la seguridad básica, ni siquiera en Sinaloa, resulta poco creíble que pueda resolver el problema en el resto del país, donde las condiciones son igual de complejas o incluso más adversas.
“Quien no puede lo menos, nunca podrá lo más”: la persistencia de la violencia en Sinaloa, pese a los operativos, detenciones y decomisos, revela que los éxitos anunciados a nivel nacional son, en el mejor de los casos, parciales y, en el peor, una ilusión estadística.
La realidad sinaloense es un recordatorio de que los números no bastan cuando la vida cotidiana sigue marcada por el miedo, la impunidad y el fracaso institucional. Si el Estado no puede garantizar lo elemental -la seguridad en un solo estado-, difícilmente podrá cumplir la promesa de pacificación nacional.
Con informacion: ELNORTE/

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