Las preguntas sin respuesta siguen marcando a las autodefensas y José Manuel Mireles, no escapa de estos cuestionamientos. Un documental, que se estrena la próxima semana, se sumerge en los recovecos de este movimiento.
Las Autodefensas de Michoacán, movimiento armado surgido en el 2013 para combatir a los cárteles de la droga, hoy genera más dudas que certezas, sospechas que también se extienden hacia sus líderes como el Dr. Mireles.
La situación de violencia en Michoacán no ha cambiado mucho en los últimos meses.
Los que sí han cambiado son los protagonistas de este capítulo extraordinario y doloroso del México de hoy.
Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, líder del Cártel de los Caballeros Templarios, organización que provocó el alzamiento civil armado, está arrestado.
Alfredo Castillo, comisionado de seguridad de Michoacán, hoy se dedica a promover el deporte desde la Conade.
El día de mañana el Dr. Mireles, jefe de las Autodefensas, cumple un año recluido en un penal de máxima seguridad en la ciudad de Hermosillo.
Hipólito Mora, otro de los líderes de los grupos de civiles armados, dejó las armas para postularse como candidato a diputado por Movimiento Ciudadano.
Lo que no cambia es la violencia desenfrenada que marca al estado de Michoacán, que a partir del 1 de octubre será gobernado por el perredista Silvano Aureoles.
Hoy el documental “Tierra de Cárteles”, del director estadounidense Matthew Heineman, que se estrena en México la próxima semana, pretende abordar los claroscuros de este movimiento insurgente que marcó la historia reciente de este país.
Producido por Kathryn Bigelow, directora ganadora del Óscar con “Zona de Miedo”, cuenta la historia de las Autodefensas de Michoacán y de su exlíder José Manuel Mireles, pero la alterna con la de Tim “Nailer” Foley, líder del grupo paramilitar “Arizona Border Recon”, que se dedica al combate de drogas en la frontera mexicana.
La grabación registra los sucesos en paralelo desde la creación del grupo autodefensa a principios del 2013 hasta su cese y su transformación en el cuerpo policiaco rural estatal de Michoacán en 2014.
Michoacán: ¿autodefensa justiciera?
La batalla por la tranquilidad en Michoacán se remonta al tormento social que ha vivido este estado desde hace más de una década a manos del crimen organizado.
Los Zetas, grupo delictivo encabezado en ese entonces por Miguel Ángel Treviño, “El Z-40”, y de Heriberto Lazcano Lazcano “El Lazca”, mantuvieron el asedio a la comunidad hasta que el cártel de La Familia Michoacana, dirigido por Servando Gómez, “La Tuta”, barrió con el adversario proveniente del norte del país.
“…pero crecieron tanto que tuvieron que dividirse en dos, en La Familia y en Los Caballeros Templarios”, cuenta Mireles en el testimonial videográfico.
Originalmente Los Templarios prometieron mantenerse al margen de la población, dice Mireles, pero luego comenzaron a cobrar piso a la población de Michoacán.
“Llegó un momento en que ya habían impuesto tarifas, se habían apoderado de la producción del limón, de aguacate, o sea estos ya eran dueños absolutos de la vida durante más de 12 años que nadie le ponía un alto”.
El médico cirujano argumenta que el hartazgo venció el miedo, y el pueblo se unió para que a punta de pistola hacer justicia que el estado de derecho mexicano estaba lejos de prometer.
Tepalcatepec se volvió un pueblo de “armas tomar”.
El 24 de febrero del 2013, líderes de esta comunidad, iniciaron su movimiento en contra del narco y le declararon la guerra.
Arizona: justicia sin ley
La franja fronteriza entre Sonora y Arizona lleva años siendo un punto rojo del paso migrante. Allá, ciudadanos estadounidenses se han convertido en justicieros a mano armada patrullando el desierto para impedir el tránsito de los inmigrantes provenientes desde Centroamérica y el país vecino.
El grupo paramilitar conocidos como “Arizona Border Recon” comenzó con la causa de frenar la entrada de migrantes hacia el país norteamericano.
En la desesperación por falta de empleo y ver que los inmigrantes se quedaban con el que pudiera ser su trabajo en la construcción, Tim “Nailer” Foley cambió repentinamente su vida. El hombre vendió sus pertenencias, se hizo de armas largas y empezó su movimiento justiciero fuera de la ley.
“Muchos de ellos están haciendo trabajos por debajo de la mesa, no pagan sus impuestos, están chupando del sistema”, dice Foley en el documental “Tierra de Cárteles”.
Pero el estadounidense entendió el problema de raíz. Los cárteles son quienes controlan la trata de personas y a su vez el tráfico de estupefacientes, por lo que cambió el enfoque de captura que se volvió hacia el combate de los capos y sus células armadas para mantenerlos a raya de Estados Unidos.
“Nuestra prioridad es ir por los malos”, afirma “Nailer”, quien aparece en el filme portando uniforme de camuflaje caqui militar.
¿Qué harías tú?
“¿Qué harías tú?”, pregunta el exlíder de las autodefensas, José Manuel Mireles, en el documental, acompañado de un rifle de alto calibre. “¿Esperar a que vinieran por ti o comprar una cosa de estas y defenderte? ¿Qué harías tú?”.
El cineasta Matthew Heineman se volvió en el voyerista que se metió “hasta el consultorio” del doctor insurgente, siguiéndolo paso a paso durante un año de rodaje.
“Me tomó varios meses ganarme su confianza y el acceso que necesitaba para contar esta historia”, dice Heineman.
Inexperto en el trabajo de campo de una zona de guerra, el documentalista arriesgó su vida en fuegos cruzados, a veces con equipo de producción, otras en solitario.
Él y la lente fueron testigos silenciosos del inframundo turbio de una realidad mexicana desconocida para muchos.
“Dile que apague la luz ahorita”, le ordena Mireles al realizador que apunta con firmeza, como un rifle más del grupo clandestino.
En una emboscada nocturna, el patrullaje autodefensa vigila las carreteras que en cualquier momento pueden volver a ser asaltadas por Los Caballeros Templarios y retomar el poder en las entidades protegidas ahora por el cuerpo extrajudicial.
Corte de cartucho. El ronronear de un ocho cilindros. Otro corte de cartucho. La expectación a sangre fría y el sudor de un nervio implacable.
Llantas que rechinan en reversa y los armados salen a la luz de la camioneta para detener su paso, Mireles domina el panorama mientras indica que los inmovilizados presentan “códigos templarios”.
La justicia es ciega, la noche es oscura y la balanza se desequilibra con el peso del plomo. Entre sombras, las confesiones resultan insuficientes para el doctor.
El movimiento que inició por el reclamo de abuso de autoridad, se mira en un espejo del que ahora es ineludible el escape: ¿Quién vigila a los vigilantes?
El confesionario del doctor
-¿Compromisos que tengas?
-Ninguno, responde la señorita.
-¿Quieres tener uno? Mireles insiste.
Risas de parte de la joven.
-Pues vámonos a luchar contra el mundo.
El doctor presume en su dedo anular izquierdo un anillo masón, mientras acaricia la pierna de la mujer a la que le pregunta el mes de su nacimiento.
“La niña”, como se refiere Mireles a la joven menor de edad, fue la novia que el exlíder de las autodefensas tuvo desde finales del 2013, hasta su encarcelamiento hace un año.
“José Manuel Mireles no es lo que todo mundo cree que es”, dice en el documental Ana Delia Valencia, esposa de Mireles.
El 4 de enero del 2014, la avioneta con matrícula XB-MSA en la que viajaba el doctor de Guadalajara a Tepalcatepec, sufrió un percance en el que resultó herido.
A bordo, iba la joven que entre la prensa se conoce como el misterioso “quinto pasajero”.
El amorío queda documentado bajo la lente de Heineman, quien deja sin velo la narración del vigilante que pasa de ser héroe a víctima en su propia historia.
fuente.-
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