Anoche en Azcapotzalco, Ciudad Gótica versión chilanga, una nueva heroína salió de su cueva política en San Lázaro: la Batichica de Morena. Atrás quedaron los días de traje sastre color vino y discursos solemnes sobre la Cuarta Transformación. Gabriela Jiménez, enfundada en un ajustado uniforme negro con el resplandor dorado del murciélago en el pecho, emergió entre tamales, papel picado y música de Thriller, dispuesta a conquistar a propios y extraños… o al menos a repartirles dulces y globos antes del siguiente round legislativo.
“Viene a saludarlos la Batichica”, anunció con tono de superheroína en un mitin sin villanos, salvo quizá el tráfico de la Avenida Santiago Ahuizotla. La multitud de catrinas, payasos y fantasmas aplaudió sin saber si estaban presenciando una campaña o el piloto de una telenovela producida por Morena Studios: Batichica: Justicia y Transformación.
Ricardo Monreal, eterno narrador de la enésima payasada política que dejó ver que ni ellos se gobiernan, la había bautizado con cariño luego de que la legisladora casi se agarra a golpes con otra diputada que tambien quería salir en la foto a lado de Omar García Harfuch,alias Batman,el Bruce Wayne que ya fue a darse de bruces con Sinaloa.
El enfrentamiento entre ambas heroínas en San Lázaro fue digno del multiverso morenista: capa contra toga, vicecoordinadora versus presidenta, ambas defendiendo la justicia… y el asiento junto al hombre del momento que nos engaña mientras nos intenta convencer de que la estrategia del otro Garcia,la de su ex-mentor en el bote gringo, es bien chingona.
Monreal, cual Alfred institucional, intervino con sabiduría geriátrica y las hizo chocar la mano frente a las cámaras, sellando una tregua tan efectiva como un decreto de austeridad.
Desde entonces, las dos presumen el título con orgullo: “Todas somos batichicas”, dicen, mientras en fondo suena Ghostbusters y los colaboradores reparten chilindrinas políticas en bolsas negras cual gadgets del morenismo justiciero.
Porque en el México de hoy, donde la política se disfraza más que en Halloween y la seriedad se fue de vacaciones perpetuas, no hay mejor símbolo del poder que un antifaz y una capa que todo tapa.
Con informacion: ELNORTE/




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