Visitanos tambien en:

viernes, 10 de octubre de 2025

«QUE PAIS FEMINICIDA es ESE ?»: «ITZEL SALIO a CENAR y el la CONVIRTIO en el ULTIMO GRITO en el CEMENTERIO»…cada vez que al macho mexicano se le ocurre, el país feminicida le presta el escenario.


La conducta humana presume de perfección, pero lo cierto es que el Homo sapiens, sí, el mismo que inventó el selfie y la “silla gamer”, sigue siendo ese animal imperfecto que en México se convierte en amenaza para la mujer cada vez que al macho se le cruza la idea, la costumbre, el capricho. El país feminicida lo confirma con los hechos: ni el miedo a la ley, ni las manifestaciones, ni los hashtags han logrado frenar la barbarie. 

El caso de Itzel Díaz González es el último grito en el cementerio: una joven salió a cenar con un conocido, apareció muerta en una cisterna, y detrás sólo queda el eco de la indignación colectiva y la rutina del expediente forense.

Estado brutal: ni la ley ni el espectáculo

La muerte de Itzel desnuda lo que todos sospechan y lo que nadie resuelve: la impunidad sigue siendo el verdadero gobernante tras cada feminicidio. La policía llega tarde, las fiscalías confunden protocolos con deseos, y la familia de la víctima tiene que convertirse en detective, brigadista, manifestante y mártir.

El sospechoso—sí, el amigo de confianza—termina en calidad de detenido sólo después de caer en contradicciones, mientras la comunidad se organiza, toca campanas y toma por asalto la presidencia municipal buscando un poco de justicia a la mexicana: la que se promete, pero nunca se entrega.

Los rituales: indignación, protesta y olvido

Tras confirmarse el feminicidio de Itzel, los pobladores hicieron lo único que las instituciones les dejan: se volcaron en la casa del alcalde, rompieron portones y lanzaron consignas, exigiendo la cabeza del comisario de policía y la renuncia de los responsables de seguridad. 

Las mujeres de México siguen expuestas al peligro en cada esquina porque el sistema judicial tiene más miedo al cambio que a los asesinos. Las estadísticas de impunidad saltan a la vista: hasta el 97% de los actos de violencia contra mujeres quedan sin castigo en una nación donde primero se duda de la víctima y después se firma la carpeta de investigación como trámite burocrático.

Feminicidio como rutina nacional

En esta repetitiva escena tragica la violencia es estructural; es ley no escrita. Los feminicidios no son casos aislados, son síntomas de una crisis sistémica que devora la esperanza y alimenta la rabia. Poco importa la edad, la clase, la ocupación: la mujer es protagonista de una historia de terror que se repite en cada municipio sin que las autoridades siquiera disimulen vergüenza. 

Las instituciones lo confirman con datos cada vez más escalofriantes: México ocupa el lugar 16 mundial en homicidios contra mujeres, y el protocolo de “investigar si no fue suicidio”, o cualquier otra excusa, se mantiene en pie cada vez que un cuerpo aparece.

Mientras tanto, la perfección humana se reduce a discursos huecos y buenas intenciones. El peligro sigue latente. El monstruo no es leyenda, es vecino, compañero, amigo de confianza. Y cada vez que el macho mexicano se le ocurra, el país feminicida le prestará escenario, complicidad y silencio. Aquí, nada ocurre… hasta que ocurre. Y la próxima puede ser cualquiera.

Con informacion: ELUNIVERSAL/

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Tu Comentario es VALIOSO: