La prensa nacional,la de Grupo Reforma”, destaca hoy en sus titulares, la incongruencia de Gerardo Fernández Noroña, quien pasó de presumir que vivía en una vecindad a estrenar mansión morelense, todo mientras sermonea a los demás con la farsa de austeridad republicana que todos en su camarilla critican, pero todos en su pandilla practican.
En la infausta realidad,el Senador “Norroña” paso del discurso de los desposeídos al eco de las terrazas y de la vecindad al casoplón, demostrando que el verdadero sueño mexicano es criticar el privilegio… hasta que este te toque la puerta….Viva Morena !!!
De vecino pobre al señor de Tepoztlán
Gerardo Fernández Noroña siempre contó la historia de su vida como una epopeya de sacrificio y resistencia: el legislador que vivió años en un cuartito de vecindad en el Centro Histórico, un espartano urbano que cargaba con orgullo su pobreza. Hoy su biografía necesita una actualización: de “inquilino humilde” pasó a propietario de mansión con vista a las montañas morelenses, donde el canto de los pájaros suena distinto cuando las ventanas son de vidrio templado.
Porque si la austeridad republicana era de dientes para afuera, Noroña se encargó de ponerle jardín, terraza y chimenea. Costó 12 millones de pesos y —según él— está cubierta con la milagrosa suma de su sueldo como senador y los donativos de YouTube.
Suena a chiste con giro inesperado incluido: quien gritaba “¡primero los pobres!” ahora prefiere salir antes los fines de semana rumbo a la alberca climatizada.
El campeón moral del pueblo… en Business Class ✈️
El crítico número uno de la opulencia ajena no niega sus viajes en primera clase ni su coto en las salas VIP del aeropuerto. Para Noroña, la austeridad al parecer es como los bueyes del compadre: se aplica, pero en la espalda de los otros. Él, en cambio, se da el lujo de explicar que “la justa medianía” es simplemente gastar todo lo que entra a la bolsa, aunque esa bolsa se llame Senado y se rellene con dinero público.
El misterio del crédito mágico 🧾
Nadie duda que haya firmado papeles ante un notario —faltaba más—. Lo incómodo es lo que evita aclarar: ¿cuánto fue el enganche? ¿qué banco da créditos millonarios a los 64 años como si uno tuviera la vida por delante? ¿en qué plazo se paga esa deuda cuando el tiempo político es más corto que la paciencia ciudadana?
La respuesta de Noroña fue tan simple como su retórica:
- “No estoy obligado a revelarlo.”
Efectivamente, no está obligado. Ni tampoco a ser congruente con sus sermones. Pero entonces viene la pregunta inevitable: ¿con qué autoridad moral puede exigir cuentas a sus adversarios, cuando él mismo guarda bajo llave los números que no cuadran?
¿Quién cabrá en la casa?
Decía en 2020 que ya no cabía en su viejo hogar, atiborrado de libros y artesanías. Ahora cabe de sobra la biblioteca y hasta unas cuantas camionetas de alta gama. La incongruencia, claro, siempre tiene espacio extra.
Reflexión final:
El caso Noroña huele a la vieja política de siempre ahora bajo las siglas de MORENA: decir una cosa frente a la cámara y hacer lo contrario en lo privado. La diferencia está en el estilo: el senador no esconde su comodidad, la pasea con orgullo y reta a quien lo cuestione. El problema es que, al final, su narrativa de “hombre del pueblo” se desploma más rápido que sus promesas de austeridad y…asi estan todos.
Con informacion: ELNORTE/

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