Jack Schlossberg, nieto del fallecido Presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, compartió en su cuenta oficial de Instagram un video donde, con una peluca rubia, imita a la actual primera dama, Melania Trump.
Jack Kennedy contra Melania Trump: el nieto rebelde y la rubia incomprendida
Si algo nos enseñó la política estadounidense es que los Kennedy siempre encuentran la manera de regresar al escenario: unos con balas, otros con escándalos, y ahora, Jack Schlossberg, nieto de JFK, con pelucas rubias y acentos discutibles. Sí, el joven Harvardiano decidió hacer un reel de Instagram donde interpreta a Melania Trump más o menos como si fuera mezcla de villana de telenovela turca y protagonista de comercial de shampoo caducado.
El muchacho se agarró de la carta que Melania había publicado, dirigida nada menos que a Vladimir Putin, pidiéndole —con un lirismo que ni Walt Disney en día de paga— que proteja “la risa melódica de los niños atrapados en la guerra de Ucrania”. Mensaje que, entre nosotros, suena como cuando Miss Universo le pide la paz al mundo, pero vaya, nobleza obliga.
Que dice que dijo y como lo dijo:
“Querido Presidente Putin, cada niño comparte los mismos sueños silenciosos en su corazón, ya sean nacidos rápidomente en el barrio rústico de la nación o en el centro magnífico de la ciudad. Ellos sueñan con amor, posibilidades y seguridad ante el peligro. Como padres, nuestro deber es nutrir a la esperanza de la próxima generación.
Como líder, las responsabilidades para sostener a nuestros hijos se extienden más allá del confort de algunos. Sin dudas, debemos luchar para pintar un mundo lleno de dignidad para todos, para que cada alma se levante a la paz, para que el futuro en sí sea perfectamente guardado. Un concepto simple y profundo, señor Putin, como estoy seguro de que lo conozcas,es que cada descendiente de generación empieza su vida con una puridad, una inocencia, queestá por encima de la geografía, el gobierno y la ideología.
Aun así, en el mundo de hoy, algunos niños son forzados a llevar una risa silenciosa, detenida por la oscuridad alrededor de ellos, una defianza silenciosa contra las fuerzas que pueden potencialmente reclamar su futuro. Señor Putin, puedes restaurar silenciosamente su risa melódica. En proteger la inocencia de sus hijos, tú harás más que servir a Rusia sola, tú sirves a la humanidad en sí misma.
Una idea tan valiosa transciende toda la división humana, y usted, señor Putin, está listo para implementar esta visión con un pincel en la mano hoy. Es el momento. ¿Qué estoy diciendo?
Esto no tiene sentido.
Por favor, sea más específico, señora Melania Trump. Así que esa fue mi lectura dramática de la carta de Melania Trump al presidente Putin. No creo que haya tenido sentido, no creo que haya dicho nada más que una risa melódica, es lo único que puedo recordar, y que ella está llamando a Putin para acabar con la guerra.
Interesante, tal vez ella pueda hablar con alguien que pueda hacer algo sobre eso. Una carta muy confusa, un mensaje muy confuso, no tan confuso como un conflicto en Ucrania.”.
El problema no es que Melania escriba con tonos celestiales, sino que la nietada Kennedy cree que hacer playback en Instagram con peluca convierte la geopolítica en TikTok. Burla fácil, likes seguros, pero poco análisis: ¿Era ridícula la carta o era ridículo el nieto que se puso pelos de estropajo en la cabeza para ganar un trending topic?
Porque ojo: ser “la primera dama decorativa” no quita que Melania haya usado su plataforma para exigir el fin de una guerra cruel, mientras que Jack, desde su departamento de Manhattan, decidió que lo importante era ridiculizar la gramática y el acento. Acá, una dama hace un intento de poesía diplomática; allá, un heredero de Camelot se disfraza de rubia para los aplausos digitales.
En resumen:
- Melania tal vez no pase a la historia como Clausewitz, pero al menos puso sobre la mesa un llamado humano en medio de la carnicería ucraniana.
- Jack sí pasará a la historia… en los anales de Instagram, justo entre el gato que baila con sombrero y el tipo que imita a Britney en bata.
Al final, la pregunta no es quién ridiculizó a quién, sino: ¿qué tiene más mérito? ¿Una carta cursi que pide a Putin devolverle la risa a los niños, o un sketch que devuelve la risa rápida a los followers?
Así, el nieto de un presidente asesinado y la esposa de un presidente que nunca se detuvo a leer, nos regalan un mismo espectáculo: la tragicomedia política de Occidente, donde hasta la paz mundial se mide en número de likes.
Con informacion: ELNORTE/

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