La tarde de ayer miércoles, Sinaloa,considerada “Sinalivio” por el pesimismo de la realidad lastimosa que contradice el optimismo del aparato federal, volvió a recibir otro contingente de fuerzas federales: mil 500 elementos del Ejército Mexicano llegaron a Culiacán para, según la narrativa oficial, “inhibir actividades del crimen organizado y garantizar la seguridad de la población”. Apenas la noche anterior, otros 300 elementos de fuerzas especiales y paracaidistas también habían arribado. El saldo, en menos de 24 horas, es de mil 800 nuevos militares desplegados en la capital sinaloense que ya tiene mas soldados que turistas.
El refuerzo sobre el refuerzo y el desgaste del discurso
La llegada de nuevos efectivos suma a una larga cadena de “reforzamientos” anunciados una y otra vez para reforzar la Estrategia Nacional de Seguridad en Sinaloa,que podria estar ignorando que ese es el problema.
Las cifras aumentan y los comunicados oficiales replican términos que, en los hechos, poco alteran la realidad cotidiana. Esta acumulación sistemática de refuerzos —sobre refuerzos ya reforzados— termina por diluir el sentido mismo del anuncio: si una y otra vez hay que reforzar la seguridad, es porque los refuerzos previos no han tenido el impacto esperado, ni en Sinaloa,ni en N.L o cualquier otra entidad.
Escenario repetido, resultados difusos
- Las conferencias se multiplican, las imágenes de vehículos militares recorren las calles principales y los mandos aseguran “acciones conjuntas” entre Ejército, Marina, Guardia Nacional y policías locales.
- Se realizan rondines, cateos y se habla de “aseguramientos”, pero los indicadores de violencia y la presencia del crimen organizado permanecen prácticamente inalterados.
- No existen informes claros ni verificables sobre reducción sostenida de índices delictivos como resultado directo de estos operativos, pero si sobrada informacion del crecimiento de delitos de alto impacto.
El efecto real: saturación mediática, mínimas transformaciones
Cada anuncio oficial termina alimentando la saturación mediática del tema, pero apenas deja huella en las cifras de homicidio, extorsión o desapariciones. La reiteración de la fórmula —“más refuerzos, más elementos, más vigilancia”— ya no genera confianza ni expectativa entre la población, que asiste a la escenificación del despliegue una y otra vez, sin que la vida cotidiana se transforme de manera tangible.
Conclusión
El reforzamiento del reforzamiento, anunciado con bombo y platillo, ha sido replicado en otras geografía y terminan siendo más un recurso discursivo para salir al paso ,que una respuesta efectiva. Cuando el remedio es siempre el mismo y los resultados nunca llegan, el mensaje que queda es que la estrategia no logra trascender a su propio enunciado.
Con informacion: NOROESTE/

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