En medio de la polémica que desataron los viajes de funcionarios morenistas por Europa y Asia, la Presidenta Claudia Sheinbaum pidió a los gobernantes mantenerse en la justa medianía,esto durante su acostumbrada letanía de la misa dominical, que también celebra entre semana.
Desde Tlalpan, en el anuncio de la Línea 4 del Cablebús, la Mandataria les recordó una máxima del movimiento:
“No puede haber Gobierno rico con pueblo pobre”.
Sheinbaum explicó el significado de la frase, que tiene su origen, dijo, en vivir en la justa medianía.
“No queremos corrupción en los Gobiernos. El recurso del pueblo es del pueblo de México. Los gobernantes debemos vivir en la justa medianía, como decía Juárez”.
Como ya se sabe,este fin de semana, el secretario de Organización de Morena, Andrés Manuel López Beltrán, fue visto junto a Daniel Asaf, ex jefe de la Ayudantía de Andrés Manuel López Obrador, en el hotel Okura, de cinco estrellas, en Tokio, Japón ,pero se suma a la lista de funcionarios de la Cuarta Transformación (4T) que vacacionan en Europa en destinos de lujo.
Le antecedieron el Secretario de Educación, Mario Delgado, en Portugal; Enrique Vázquez, que presume ser el diputado morenista más joven en la historia de México, en Ibiza, España, y Ricardo Monreal, coordinador de la bancada guinda ne la Cámara de Diputados, en Madrid,todo un Morena World Tour 2025.
Bien hecho seria mejor que bien dicho
Sin embargo,este tipo de incoherencias “austericidas” no han sido abordadas por la Presidenta mas alla de sus llamados a misa, muy y pese que algunos son altos funcionarios públicos a los que deberia hacer respetar los principios de austeridad mientras participan en actividades consideradas lujosas y fuera del alcance de la mayoría de los ciudadanos.
“No puede haber Gobierno rico con pueblo pobre”: el divorcio entre la verborrea y la realidad
La Presidenta Claudia Sheinbaum repite frases del ideario juarista como letanías: “Vivir en la justa medianía”, “el recurso del pueblo es del pueblo” o “no puede haber Gobierno rico con pueblo pobre”. Pero en vez de convertir estos principios en políticas verificables, se quedan en el terreno de lo simbólico, donde su impacto es más propagandístico que real y tan solo para manipular las emociones.
Mientras algunos de sus funcionarios vacacionan en hoteles cinco estrellas en Tokio, Ibiza o Madrid, la mandataria opta por dar sermones, no instrucciones; por sugerir, no exigir; por romantizar la austeridad sin fiscalizar su incumplimiento.
Sheinbaum apela a una narrativa ética, pero evita confrontar directamente a quienes desde su partido —y bajo su misma bandera de “transformación”— cruzan los límites del decoro público. ¿Dónde queda la congruencia de una Presidenta que pide “justa medianía” mientras permite la opulencia impune de su círculo cercano? ¿No es esta permisividad política una forma laxa de complicidad?
Lo dicho por Sheinbaum en Tlalpan queda reducido a una pieza de oratoria decorativa cuando no hay consecuencias políticas. Las frases de Benito Juárez, repetidas sin contexto ni acciones, terminan por trivializar el legado que intentan invocar. No se trata de recitar ética pública, sino de aplicar mecanismos de control y sanción frente a los excesos. O lo que es lo mismo: no se trata de decirlo bonito, sino de hacerlo bien bonito.
Los casos de Andrés Manuel López Beltrán en Japón, Mario Delgado en Portugal, y Ricardo Monreal en Madrid no son hechos aislados ni “errores personales”; son señales de que el discurso anticorrupción y de austeridad es tolerado incluso cuando se viola, mientras quien lo pronuncia mira a otro lado.
Si Sheinbaum aspira a liderar una nueva etapa de la llamada Cuarta Transformación y hacerlo con honestidad, debe entender algo básico: no basta con repetir las máximas de Juárez; hay que hacerlas valer. Y para eso, tiene que dejar de dar misa y empezar a aplicar doctrina.
Con informacion: ELNORTE/

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