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viernes, 25 de julio de 2025

"CUIDAR,LIMPIAR,NUTRIR y OBEDECER ?": EL "CHICHARITO NOS ILUMINÓ con SERMON MISOGINO pero le RESPONDEMOS al REVES VOLTEADO"...con los mismos dardos envenenados y envueltos en celofán.


La periodista Carla Mascia,en el diario español,El Pais,le dedica su mas reciente articulo a Javier el “Chicharito” Hernandez,una destacada figura del futbol que en los últimos dias ha dejado ver una conducta de ente depredador de sofisticación vil, revestida de certezas inamovibles y una seguridad casi sacerdotal en la defensa de un orden natural que solo existe en las quimeras de su nostalgia. 

El “Chicharito” se presenta como un iluminado, dueño de verdades universales y de una voz monocorde que esconde la visceralidad de sus miedos bajo la apariencia de virtud, como si su misoginia no brotara del odio sino de una refinada compasión por quienes, según él, han perdido el rumbo femenino al apartarse del calor de un hogar custodiado por el varón.

El joven futbolista ha articulado sus discursos como quien dicta cátedra, seduciendo a incautos con la promesa de certidumbres masculinas, mientras lanza dardos envenenados envueltos en el celofán de la supuesta protección y el amor paternalista. Sabe disfrazar su animadversión de consejo generoso, logrando que el veneno de su rencor pase por elixir esclarecedor.

Así, quien lo observe con atención verá que bajo el terciopelo de su retórica, lo que brilla no es inteligencia, sino la necedad altanera de quien intuye que su reino fenece y que, en su desespero, no duda en dignificar el insulto y ennoblecer el agravio. Queda delineado, pues, el retrato de un depredador elegante: más pulido en las formas, pero igualmente voraz en el fondo.

Y que tal al reves volteado:

Pero y que tal una hipotética respuesta femenina pero al “revés volteado” al ilustre futbolista, con ese mismo tono paternalista, solemne y condescendiente, pero dirigido a los hombres:

“Confieso que al ver a tantos hombres desorientados en estos tiempos modernos, mi compasión se desborda. Los observo vagar por la vida confundidos, empeñados en aferrarse a una virilidad de postal que se ha marchitado al contacto con la realidad. Pobres criaturas: han perdido la brújula masculina, extraviada en la era de las emociones, y ahora claman por una mano firme —la de una mujer sabia— que los guíe de vuelta a la senda de la sensibilidad, el autocuidado y el verdadero sentido del hogar.

No es de extrañar que suelan reaccionar con bravatas y discursos altisonantes; es apenas un grito de auxilio disfrazado de certidumbre. Por eso, desde aquí, los exhorto a permitirse ser liderados por nosotras, que lo único que queremos es verlos florecer: permitiendo que limpien, nutran, multipliquen y sostengan el autocuidado, mientras nosotras administramos el mundo y les enseñamos a abrazar el afecto sin pudores ni complejos.

Los invito a responsabilizarse de su energía, a dejarse guiar por la dulce autoridad femenina, a comprender que, quizás, el orden natural consiste en aceptar que el verdadero liderazgo es materno, y el consuelo, femenino. No teman a esta nueva masculinidad: al contrario, básteles saber que este es el único camino para redimirse y, en una de esas, también para encontrar la verdadera felicidad.

Así, queridos hombres, descansen en nosotras; los fuertes brazos del matriarcado los esperan para enseñarles el arte milenario de no quererlo todo, de dejarse cuidar y —sueñen— incluso de ser felices delegando.”

Y que dijo Carla: 

Confieso que no sabía ni quién era cuando una compañera de trabajo me pasó el vídeo. Vi a un hombre sentado cómodamente en el sofá de su casa, soltando una perorata misógina de una ranciedad difícilmente igualable con ese tono monocorde característico del que ha visto la luz. Supe al poco que no se trataba de un machista cualquiera cuyo cerebro se hubiera quedado atrofiado tras una estancia prolongada en un áshram masculinista, sino de una de las figuras más destacadas del fútbol mexicano. 

Chicharito, un tipo al que siguen en redes millones de jóvenes en todo el mundo. Y sentí vértigo. En un post de Instagram que publicó esta semana, el delantero del Chivas acusaba a las mujeres de haber “destruido la masculinidad” y las llamaba a “responsabilizarse de su energía” (sic), “a permitirse ser lideradas por un hombre que lo único que quiere es verlas felices”, “cuidando, nutriendo, recibiendo, multiplicando, limpiando, sosteniendo el hogar que es el lugar más preciado para [ellos]”.

Las críticas no tardaron en llover dentro y fuera del mundo del fútbol, por parte de mujeres legítimamente indignadas ―desde el equipo femenino del Chivas hasta la propia presidenta de México, Claudia Sheinbaum― y también de hombres conscientes de que lo que fundamenta estos discursos que exhortan a las mujeres a reencontrarse con su esencia perdida no es el amor, como pretende el jugador. Lo que los mueve, en realidad, es el odio profundo hacia el otro género, el resentimiento por intuir que ya no dominan el mundo, y la frustración sorda que eso genera en ellos. Además, claro, de una buena dosis de estupidez para dar un atisbo de sentido a una narrativa ―la de un mundo en el que las mujeres borrarían a los hombres― que parece salida de la órbita complotista.

Aunque la condena en redes a sus palabras ha sido unánime, un discurso de estas características nunca es anodino en un país como México en el que la violencia sistémica contra la mujer es insostenible. No quiero ni pensar en la cantidad de hombres que habrán recibido el vídeo como un bálsamo en medio de tanta furia feminista, como una legitimación de su dominación sobre unas mujeres que solo ven como objetos. Imagino que para espetar semejante sermón misógino ante sus millones de seguidores, Chicharito se habrá sentido envalentonado por el contexto actual, marcado por el continuo backlash que acompaña todo avance feminista.

De un tiempo para aquí, hemos asistido a la irrupción de bros de toda índole ―criptobrostechnobrosgymbros, etc.―, que se han convertido en coaches e influencers masculinistas que arrasan entre los más jóvenes. Estos personajes, legitimados por los discursos de líderes políticos que ya no esconden su misoginia, sino que han hecho de ella una arma electoral, han liberado a todos esos odiadores de mujeres que solían limitarse a destilar su desprecio escondidos tras el anonimato de una pantalla. Ahora reivindican públicamente y con orgullo su animadversión, amparados por un entorno ―el de las redes― que les permite verter esa clase de retórica como si fuera una forma más de compromiso reaccionario y no una auténtica barbaridad.

Un caso paradigmático de esta realidad es, a mi juicio, el de los autodenominados passport bros: hombres occidentales que viajan a países no occidentales para conocer a mujeres en las antípodas del feminismo, y, si la cosa va bien, casarse con ellas. En Instagram o TikTok sus contenidos generan millones de visualizaciones con vídeos donde nunca falta el argumento preferido de los masculinistas: las mujeres occidentales seríamos mucho más felices si volviéramos a abrazar los roles de género tradicionales, el orden natural. Lo han comprobado en sus viajes, aseguran. Pero aún hay más. La frustración, por lo visto, desarrolla la imaginación. No contentos con tratar a las mujeres de los países que visitan como meras mercancías, estos colonizadores 2.0 incluso pensaron en crear una agencia, la Passport Bros LLC, que ofrece consejos a estas pobres víctimas del feminismo “para superar los obstáculos en un entorno de hiper anti masculinidad, un sistema de tribunales de familia altamente sesgado (…) y casi el 70 % de todos los divorcios iniciados por mujeres”.

La incitación al odio que queda disfrazada en este movimiento masculinista también deriva en actos violentos. El estadounidense Andrew Tate, objeto de una investigación en Rumanía por un caso de proxenetismo y violaciones, o el francés Mickaël Philétas, en prisión por haber asesinado a su mujer tras asestarle 80 puñaladas, son una prueba de ello. O qué decir de la ideología incel, la más radical entre la manosfera, compuesta por hombres que atribuyen su soltería exclusivamente a las mujeres, y que ha llevado a un joven francés de 18 años armado con dos cuchillos a querer asesinar el pasado junio a cuatro de sus compañeras de curso. 

En Francia ya se han frustrado este año tres atentados contra mujeres reivindicados por esta corriente, y esta última causa está siendo investigada por la justicia antiterrorista. Algo inédito hasta la fecha, como apunta el diario Mediapart en un reciente reportaje que dedica a este fenómeno que las autoridades galas se están tomando muy en serio.

Con informacion: DIARIO ESPAÑOL/ELPAIS/CARLA MASCIA

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