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sábado, 28 de junio de 2025

“SE la SACO el SENADOR CUATRERO”: “CINICO CUATRITRANSDEFORMADO se AVIENTA PIRUETA RETORICA digna del MALABARISMO del LENGUAGE POLITICO”…algo asi como que el fuego es el agua mas refrescante.


Cuando la ironía se convierte en doctrina, la autocracia se disfraza de democracia , el cinismo se eleva a virtud parlamentaria.Asi nos lo restregó ayer el Senador de Morena Óscar Cantón Zetina ,que de paso se convirtió en el primer morenista que ha asumido que la 4T es la “dictadura más democrática del mundo”.

El legislador tabasqueño se preciaba de la apertura que Morena había tenido en la confección de la nueva iniciativa sobre telecomunicaciones, cuyo dictamen fue aprobado la tarde de ayer comisiones.

“La Cuarta Transformación es la dictadura más democrática que he conocido en el mundo, ¿eh?”, afirmó mientras alzaba los brazos, elocuente. 

“Porque una dictadura, como ustedes afirman,cuándo van a tener oportunidad , con los pocos votos que representan, incidir sobre las decisiones de las grandes mayorías”.

Vaya, senador Cantón Zetina, lo suyo es una auténtica pirueta retórica digna de los mejores malabaristas del lenguaje político. Decir que la 4T es “la dictadura más democrática del mundo” es como proclamar que el agua es el fuego más refrescante que existe o que el silencio es la música más estruendosa jamás compuesta. Solo le faltó añadir que la transparencia gubernamental es el secreto mejor guardado de la nación.

Su afirmación, pronunciada con los brazos en alto y la elocuencia de quien se sabe protagonista de una tragicomedia nacional, bien podría figurar en un manual de oxímoron parlamentario: “dictadura democrática”, “oposición influyente”, “debate saludable”… ¡Qué manera tan creativa de reinventar el diccionario y, de paso, la realidad!

Celebramos que reconozca los errores “en los papeles y en los hechos”, aunque, si nos permite la broma, en México solemos decir que el papel lo aguanta todo, incluso las más acrobáticas justificaciones legislativas. Y qué decir de su orgullo por no avergonzarse de aprobar “un intento legislativo de buena fe”; la buena fe, senador, es el comodín favorito de quienes legislan primero y reflexionan después.

Ahora, dejando de lado su graciosidad y recurriendo al léxico más pulcro y exquisito, permítanos queridos y escasos lectores, conceptuar esa conducta: La postura del senador Cantón Zetina encarna una sofisticada y refinada manifestación de cinismo político, caracterizada por una elocuente disonancia cognitiva y una excelsa habilidad para la manipulación semántica. Se trata de una apoteosis de la ambigüedad discursiva, donde la realidad se pliega grácilmente ante los designios de la retórica, y la autocomplacencia se reviste de una impoluta capa de simulada autocrítica. En suma, una obra maestra de la impostura institucional.

¿Qué es una dictadura?

Decir “dictadura democrática” es tan sensato como pretender que existe un círculo cuadrado o un fuego helado. En la ciencia política, ambos conceptos son, por definición, antagónicos y mutuamente excluyentes. 

La dictadura, en su acepción clásica, es un régimen donde el poder se concentra en una sola persona o en un pequeño grupo, eliminando o limitando drásticamente los contrapesos institucionales, la pluralidad política y las libertades fundamentales. El dictador o el grupo gobernante actúan con restricciones mínimas, suprimen la oposición, controlan los medios de comunicación y manipulan o ignoran la Constitución para perpetuarse en el poder.

Al concatenar este concepto con el modo de gobernar actualmente en México, se observa un preocupante paralelismo. 

El presidencialismo exacerbado, la eliminación de organismos autónomos, la captura del Congreso por el partido gobernante y la subordinación del Poder Judicial constituyen una concentración de poder que desdibuja los límites democráticos y erosiona la división de poderes. La militarización de funciones civiles y el uso del presupuesto público para asegurar lealtades políticas refuerzan este control centralizado, mientras que la represión simbólica y mediática de la oposición, así como la manipulación de reglas electorales, consolidan un autoritarismo competitivo: persiste la fachada de elecciones y pluralidad, pero la competencia es profundamente inequitativa y la alternancia real se vuelve casi ilusoria.

En este contexto, México se aproxima rápida y peligrosamente a una dictadura de facto, disfrazada de democracia, donde el poder se ejerce sin límites efectivos, se reforma la Constitución a conveniencia y la oposición es reducida a un papel testimonial. Como advierten diversos analistas, la democracia mexicana se extingue sin mayor réquiem, dando paso a un régimen donde la voluntad del líder o la lideresa y su círculo cercano se impone sobre el Estado de derecho y el pluralismo político, replicando en el siglo XXI los viejos vicios de la “dictadura perfecta”.

Con informacion: ELNORTE/ MEDIOS

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