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sábado, 31 de mayo de 2025

“Y GARCIA LUNITA donde ESTA ?”: “HASTA el QUIROFANO,en CANCHAS o AVENIDAS el CARTEL de SINALOA sigue MATANDO a sus ANCHAS como SI NO HUBIERA ABSOLUTAMENTE NADIE para IMPEDIRLO”…anda ocupado ensalzando y embelleciendo cifras.


La brutalidad y el descaro con que el Cártel de Sinaloa opera en Culiacán y otras ciudades del estado han alcanzado niveles que rayan en lo surrealista. No hay lugar seguro: ni hospitales, ni canchas deportivas, ni avenidas transitadas. La violencia se pasea impune, como si la autoridad fuera un simple espectador, incapaz —o peor aún, desinteresado— de cumplir su función.

Hasta el quirófano

El caso más reciente y alarmante es el asalto armado a una clínica médica, donde sujetos irrumpieron en plena noche para ejecutar a un paciente en el quirófano. ¿En qué país civilizado es posible que un comando armado entre a un hospital, cruce salas y pasillos, localice a su objetivo y lo asesine a sangre fría, sin que ninguna patrulla, soldado o guardia siquiera intente impedirlo? El mensaje es claro: ni la vida, ni la salud, ni el espacio más protegido escapan a la ley del narco.

En las canchas, la infancia masacrada

Horas antes, la violencia cobró la vida de Mario Fernando, un niño de 14 años, y de otras dos personas frente a unas canchas de futbol. El asesinato de menores, lejos de ser una excepción, se ha vuelto rutina: 41 niños y adolescentes han muerto en Sinaloa en menos de un año. ¿Dónde están los policías que deberían patrullar las calles? ¿Dónde estan los soldados que presumen operativos y retenes? donde esta la estrategia chinchona y novedosa de Omar Garcia Harfuch,copia al carbon de la de “Genarco” Garcia Luna del que fue pupilo en toda la extension de la palabra.La respuesta es dolorosa: ausente, ineficaz, irrelevante.

Cuerpos envueltos en plástico, cadáveres abandonados

La escena se repite en diferentes puntos de la ciudad: un hombre envuelto en plástico, ejecutado con disparos en la cabeza; otro cuerpo abandonado a plena luz del día frente a un hotel y una plaza comercial. Los criminales ni siquiera se molestan en ocultar sus crímenes. Saben que nadie los perseguirá, que la impunidad es la norma, no la excepción.

¿Para qué sirven policías y soldados?

A la luz de estos hechos, la pregunta es inevitable: ¿para qué sirven los miles de policías y soldados desplegados en Sinaloa? ¿De qué sirve la militarización, los patrullajes, las conferencias de prensa y los discursos oficiales? Los hechos demuestran que, en la práctica, su presencia es decorativa. Los criminales actúan con total libertad, como si no hubiera absolutamente nadie para impedirlo.

Conclusión: La simulación de la seguridad

Mientras las autoridades presumen cifras y operativos, el Cártel de Sinaloa sigue matando a sus anchas. La sociedad, indefensa, observa cómo la violencia invade quirófanos, canchas y avenidas. La policía y el ejército, lejos de ser un muro de contención, son espectadores impotentes —cuando no cómplices— de la barbarie. La realidad es innegable: en Sinaloa, la ley la dicta el narco, y la autoridad oficial es, en el mejor de los casos, inútil.


Con informacion: NOROESTE/

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