Caótica, incoherente, impulsiva, irracional, errática, La política arancelaria de Donald Trump ha provocado un terremoto económico y financiero a nivel global: pérdidas de 4.4 billones de dólares en el valor de capitalización de mercado de las empresas que cotizan en las bolsas estadounidenses, un debilitamiento del dólar sin precedentes desde la Gran Recesión de 2009, un aumento significativo en las expectativas de inflación y un creciente riesgo de que la economía de Estados Unidos entre en terreno de contracción. El sismo tuvo como epicentro Washington D.C., pero los daños comienzan a sentirse en México.
El primer día de Édgar Amador Zamora como el nuevo secretario de Hacienda del gobierno de Claudia Sheinbaum coincidió con el lunes negro de los índices accionarios de Estados Unidos. Los mercados recibieron al flamante jefe del gabinete económico mexicano con un mal augurio: apenas viene lo peor. El miércoles, la agencia Moody’s cambió a negativa la perspectiva del sistema bancario mexicano.
Detrás de la destrucción de billones de dólares de valor de mercado yace el miedo a una recesión profunda en Estados Unidos, el único motor significativo de crecimiento de la economía global y el destino del 85 por ciento de las exportaciones mexicanas. Jamie Dimon, director general del JP Morgan y un asesor informal cercano al presidente Trump, declaró este miércoles que el riesgo de una contracción de la economía estadounidense se ha elevado a 40 por ciento.
Si Estados Unidos entra en recesión, México también lo hará. El 25 por ciento del PIB nacional depende de los bienes y servicios que el país vende al norte de la frontera. Édgar Amador dijo en su comparecencia frente al Congreso que “no va a haber una guerra de aranceles”. Falso. Este es el mito fundacional del nuevo secretario de Hacienda.
La administración de Donald Trump fue clara cuando estableció que sólo los productos que se exporten bajo el marco del T-MEC estarán exentos de pagar un arancel de 25 por ciento. De acuerdo a Gabriela Siller, economista en jefe de Banco Base, el 51.5 por ciento del total de las importaciones que Estados Unidos recibió de México estuvieron fuera del T-MEC. La mayoría los bienes y servicios de exportación recae en el marco de “nación más favorecida” de la Organización Mundial del Comercio. La mitad del sector externo mexicano pasará de pagar una tarifa de alrededor del 2 por ciento a pagar un arancel de 25 por ciento. Contrario a lo que sugiere el nuevo secretario de Hacienda, el impacto económico es monumental.
Por eso insistimos, la posibilidad de una recesión en Estados Unidos sería devastadora para las perspectivas de crecimiento de la economía mexicana. Gerardo Esquivel, ex subgobernador de Banco de México y un asesor económico de antaño de Andrés Manuel López Obrador, argumenta que los datos recientes de agregados del PIB sugieren que ya estamos en plena desaceleración. Aún sin la imposición de aranceles, el consenso de analistas consultados por Banco de México espera, en promedio, que el PIB aumente sólo 0.8 por ciento en 2025.
Estas son malas noticias para un gobierno que pretende reducir el déficit fiscal más alto desde el sexenio de Miguel de la Madrid, una cifra récord de 5.9 por ciento del PIB. Andrés Manuel López Obrador heredó a Claudia Sheinbaum una bomba financiera. La estabilidad macroeconómica que tardó tres décadas en construirse podría derrumbarse si México no cumple con sus planes de consolidación fiscal. Esos planes dependen, a su vez, que los objetivos de crecimiento de la Secretaría de Hacienda se vuelvan realidad. El problema es que las cuentas no cuadran. El gobierno diseñó su política fiscal con base en un escenario de crecimiento de entre 2 y 3 por ciento del PIB para este año. Sin embargo, en los hechos, la tasa de crecimiento podría ser negativa.
La situación está lejos de resolverse. Lo único peor que los aranceles es la incertidumbre derivada de los aranceles. The Wall Street Journal reportó que la Casa Blanca ha recibido una cascada de llamadas de empresarios y cabilderos para que el gobierno de Trump aclare cuál va a ser su política de tarifas. La iniciativa privada estadounidense entiende que el presidente no va a abandonar su obsesión por los aranceles, pero está pidiendo señales concretas de cuáles van a ser las reglas del juego. El diario también refiere que, a diferencia de su primera gestión presidencial, ningún asesor del gabinete económico está intentado cambiar el curso de la política comercial de la Casa Blanca.
La incertidumbre relacionada con las tarifas se suma a la incertidumbre relacionada con la Reforma Judicial. Hace meses, durante la implementación de la agenda legislativa del Plan C, The Wall Street Journal publicó que se habían suspendido alrededor de 50 mil millones de dólares de inversiones norteamericanas en México. El riesgo político, interno y externo, está acabando con el sueño del ‘nearshoring’.
En un escenario de recesión, el gobierno mexicano puede caer en la tentación de utilizar el remanente de operación de Banco de México para pagar deuda o destinar recursos privados de las Afores y el Infonavit para financiar los proyectos de infraestructura prioritarios del gobierno federal.
No es casualidad que Édgar Amador haya llegado a la Secretaría de Hacienda por recomendación de la gobernadora de Banco de México, Victoria Rodríguez: fueron compañeros de maestría en el Colegio de México; Amador fue asesor de Rodríguez en el banco central y, antes, fue su jefe en la Secretaría de Finanzas en el gobierno capitalino de Miguel Ángel Mancera. Más allá del potencial conflicto de interés, la relación Rodríguez-Amador explica cómo un funcionario inhabilitado por el gobierno capitalino de Claudia Sheinbaum terminó siendo su secretario de Hacienda federal. La presidenta pasó de acusarlo de dirigir un esquema de desvío de recursos públicos mediante empresas fachada en el gobierno de Miguel Ángel Mancera a convertirlo en el dueño del destino financiero del país.
En medio del sismo arancelario de Donald Trump, el gabinete económico de Claudia Sheinbaum tiene que responder preguntas fundamentales: ¿Cuál va a ser el motor de crecimiento que permitirá financiar el gasto social del gobierno? ¿Qué medidas deben tomarse para mitigar el riesgo a la inversión? ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar la Secretaría de Hacienda para cumplir los objetivos de consolidación fiscal? En este momento, las cuentas no cuadran.
Fuente.-CODIGO MAGENTA/
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