Metlatónoc, región de La Montaña de Guerrero, tiene un foco rojo: la venta de niñas para matrimonio.
El antecedente de esta práctica es ancestral y así como se compra el maíz y la tierra para producir, el ganado o el terreno, así también se vende a las menores de edad, y algunas resultan embarazadas desde los 13 años de edad.
Ellas ya mismas dicen que esto está mal.
"Una debe de elegir a su pareja", afirma Sofía, una madre de dos niñas que fue vendida por 5 mil pesos hace 26 años.
Esta práctica, calificada y castigada ya como trata de persona, tiene continuidad en diversas comunidades.
"Se siguen vendiendo las niñas", comenta una comerciante de este poblado, ubicado a 78 kilómetros de Tlapa de Comonfort.
En el camino, colmado de baches, una carretera olvidada por las autoridades, la gente salió para entregar peticiones y presentes al Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Panes, mazorcas y hasta quelites, dijeron los oficiales que acompañaron en la ruta lluviosa.
El Mandatario encabezó una reunión con autoridades de La Montaña en la escuela secundaria Plan de Ayutla.
"Estamos felices de que venga a ver a nuestros niños que quieren escuelas", dijo Fulgencio Hernández.
Aquí hablan Tu'un savi, pero faltan aulas para que los menores aprendan a comunicarse, si es que quieren aspirar a conseguir un empleo.
Viajar a Tlapa para buscar empleo o ir a trabajar el pasaje cuesta 125 pesos solo de ida, a través de un camino sinuoso y lleno de baches.
Desde El Rincón, comunidad de Cochoapa, el camino a Metlatónoc está repleto de hoyos.
La gente pide una nueva carretera. La que utilizan para llevar maíz y durazno hasta la Ciudad de México fue inaugurada en el último año de Peña Nieto, pero sólo duró tres años.
"Nada, no queremos que nos mienta, sólo que nos cumpla con una carretera, para llevar lo que producimos, ya no podemos viajar así", dijo Agustina, quien comercia maíz para pozole.
Ella, reconoce, también fue vendida por sus padres hace 45 años.
Se pone triste. Dice que jamás debió suceder, pues su niñez fue de adulta.
Preparar alimentos y cambiar pañales desde los 14 años. Su esposo es el pasado que le atormenta.
"Se fue a los Estados Unidos, y ya nunca regresó, digamos que eso fue mi libertad, pero de eso una ya nunca se olvida", expresó.
Metlatónoc tiene 20 mil habitantes, repartidos en 150 localidades.
La mayoría migra a Tlapa, Puebla o la Ciudad de México. Otros a Estados Unidos, pero, dicen, ya no regresan.
Las mujeres acudieron emocionadas para decirle al Presidente que quieren emprender pequeños negocios.
Olga Ramírez García, de Petlacalancingo, municipio de Alcozauca, urgió al Presidente a que le apoye para instalar un comedor en su comunidad.
"Yo ya pasé por eso. Por la venta (de mujeres), por un marido que tiene otros hogares y otros hijos, y eso ya no quiero para mi hija, quiero mi comedor para apoyar a mi hija en sus estudios", suplicó.
Su hija Jazmín, de 19 años, cursa el tercer semestre de la Normal en Tlapa.
"Quiero ser maestra", dice la joven.
"Evitó la venta, eso ya es ganancia", sonrío doña Olga con ojos llorosos.
Aquí los hombres pagan por niñas a partir de los 9 años desde 40 mil hasta 200 mil pesos o, incluso, pagan con ganado o cerveza, una práctica de "usos y costumbres" en las comunidades, frente a la que autoridades permanecen apáticas.
"Es su ley", advierte un policía estatal.
"Y si te metes, te linchan, no aceptan autoridades"
"Te ponen un precio y así te venden sin preguntar, sin avisar", resumen las mujeres.
Aunque la venta de niñas ya no parece ser la agenda en La Montaña.
"No es porque las autoridades hayan intervenido, ni porque los hombres tengan esa conciencia, es porque las mujeres ya no vemos esto bien", reiteró Olga.
Organizaciones civiles estiman que 300 mil niñas han sido vendidas para matrimonio en Guerrero, pero no existen cifras precisas, pues la mayoría de estas uniones no se registran.
La organización no gubernamental "Yo quiero Yo puedo" trabaja en Metlatónoc para erradicar la venta de menores.
El Gobierno de López Obrador, quien dice apoyar al pueblo indígena, no ha tomado medidas para frenar esta práctica, a pesar de que viola la ley federal.
"Los usos y costumbres protegen, pero en realidad permiten el abuso de las niñas y mujeres", reclamó Jazmín, quien suplicó a su madre evitar su venta.
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