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Una vez más, el Departamento de Justicia norteamericano pone al descubierto la CORRUPCIÓN en México, en rara ocasión son la PGR, la Secretaría de la Función Pública o la Auditoría Superior de la Federación las que descubren los fraudes de nuestros funcionarios, las millonarias cantidades de dólares que se meten a la bolsa favoreciendo a ciertas constructoras en el otorgamiento de contratos.
No se requiere ser gran detective para más o menos tener una idea de en qué área de nuestro Gobierno se suscitaron los hechos que CONFESÓ ante el Departamento de Justicia norteamericano la constructora brasileña Odebrecht. Ésta dijo que entre 2010 y 2014 pagó 10.5 millones de dólares a funcionarios mexicanos en sobornos para obtener contratos de obras.
Pero de manera más específica, la admisión de culpabilidad de este conglomerado brasileño afirma que "alrededor de octubre del 2013 Odebrecht acordó pagar un soborno a un funcionario de ALTO NIVEL de una compañía mexicana de propiedad estatal y de control estatal a cambio de que el funcionario ayudara a Odebrecht a ganar un proyecto. Alrededor de diciembre del 2013 y principios del 2014 Odebrecht pagó al funcionario SEIS MILLONES DE DÓLARES a través de su División de Operaciones Estructuradas".
Lo divulgado nos permite concluir varias cosas: primero, que la corrupción es, y ha sido, TRANSEXENAL, la hubo con FELIPE CALDERÓN (quien, como ustedes saben se pretende REELEGIR como Presidente por la vía de su esposa, Margarita Zavala), pero también se ha dado en el sexenio (¡oh, sorpresa!) de Enrique Peña Nieto.
La confesión de culpa por parte de Odebrecht indica, adicionalmente, que en el 2013-14 a UN SOLO funcionario mexicano se le entregaron SEIS millones de dólares a cambio de recibir un contrato, y que este funcionario de "alto nivel" ejercía, y obviamente poseía, capacidad de decisión importante en una "compañía mexicana de PROPIEDAD estatal y de CONTROL estatal". ¿Cuántas empresas en México completan esta descripción? ¿Cuántas de éstas le asignaron un contrato de obra a Odebrecht entre finales del 2013 y principios del 2014? La respuesta a esta interrogante que define de manera muy concreta un ACTO DE CORRUPCIÓN cometido por un alto funcionario mexicano no resulta para nada difícil de responder. ¡Y menos para la autoridad si tuviese la inclinación por realizar la más mínima indagación!
Ya ayer se confirmó que DIRECTAMENTE Y SIN LICITACIÓN el benefactor de Odebrecht fue el ex director de Pemex, Emilio Lozoya Austin. Si nuestro Gobierno no se avergüenza lo suficiente como para investigar y castigar ejemplarmente este acto de corrupción, abierto ya, denunciado ya, comprobado ya (a confesión de parte, relevo de pruebas) daría pie a que de nueva cuenta se cuestione la probidad y rectitud de la Administración federal que preside Enrique Peña Nieto. El mismo que ante la reciente Asamblea del PRI, donde entronó a dos que tres pillos como Consejeros, PIDIÓ a su partido combatir la corrupción. ¡Pues a poner el ejemplo!
Le están pichando a este régimen una "palomita" para que la saque del parque con tremendo jonrón, mismo que demostraría CON HECHOS, y no meramente de palabra, que lo del combate a la corrupción va en serio. Si nuestro Gobierno se queda cruzado de brazos ante esta nueva revelación de corrupción, tan fácil de comprobar, nos convertiríamos no sólo en el hazmerreír del mundo, sino que sellaríamos con el anillo real presidencial la carta acusatoria de Donald J. Trump: que México es un país productor de delincuentes.
Nadie queremos eso, y mucho menos el Presidente Peña Nieto, con tan bajo índice de aprobación y con el riesgo muy real de perder para su partido las elecciones presidenciales del 2018.
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