Educados, como estamos,
con base en garrotes y zanahorias –que en México sería más bien palizas y unas
cuantas tortillas–, el gobierno estadunidense está dando una nueva lección a
sus países aprendices en el arte de limitar al pueblo. La clase de hoy es que
no tenemos derecho a la privacidad pues todos somos criminales en potencia.
El ruidoso conflicto entre la Oficina Federal de Inteligencia
(FBI, por su sigla en inglés) y la compañía de tecnología Apple, en el intento
de las autoridades de obtener acceso a un teléfono Iphone utilizado por
criminales, ha dividido a los usuarios en todo el mundo: ¿los criminales tienen
derecho a la privacidad o los ciudadanos comunes deben renunciar a ella?
Mientras la imagen pública de Apple se levanta como defensora de los derechos a
la privacidad, la información empresarial indica que al estar metida en una
batalla comercial para imponer el Iphone en mercados de Irán, China y Rusia,
mantenerse en contra el FBI le servirá a la marca el presumir su reputación en
seguridad y privacidad. Encriptado, cifrado, esteganografía, son términos
utilizados en la ocultación de la información que poco a poco estaremos
escuchando en las conversaciones diarias.
Y es que en Estados Unidos y el Reino Unido han presionado para
que se legisle y se otorgue más poder a los gobiernos para garantizarles acceso
a las comunicaciones digitales de los ciudadanos, una de las propuestas de
campaña de reelección del primer ministro británico David Cameron es la de una
ley que impida el funcionamiento de sistemas de comunicación que utilicen
mensajes encriptados.
En Estados Unidos (Nueva York y California) proponen prohibir
los teléfonos que tengan capacidad de encriptar sus datos. Se ha presentado una
propuesta que viene de ambos partidos, el Demócrata con Ted Lieu y el
Republicano con Blake Farenthold. Se le denomina el Encrypt Act, propone que
todos los aparatos vendidos a partir del 2017 puedan ser “violados”, gracias a
una configuración o modificación que pueda ser realizada por el fabricante o el
vendedor, para acceder a los datos privados.
Deberían incluir, dice la propuesta, una entrada disponible sólo para las autoridades. Algo ridículo pues no faltará quien descubra dicho acceso y comience el robo de información y hackeos masivos. La encriptación de datos y comunicaciones sale del guion de 1984, el Gran Hermano debería ser capaz de tener acceso a nuestras conversaciones, por eso, todo debe cambiar según las autoridades.
Deberían incluir, dice la propuesta, una entrada disponible sólo para las autoridades. Algo ridículo pues no faltará quien descubra dicho acceso y comience el robo de información y hackeos masivos. La encriptación de datos y comunicaciones sale del guion de 1984, el Gran Hermano debería ser capaz de tener acceso a nuestras conversaciones, por eso, todo debe cambiar según las autoridades.
En un momento en que empresas como Google están ofreciendo cada
vez más transmisiones seguras y encriptadas a sus usuarios, los servidores web
presionados por el crecimiento del comercio electrónico también mejoran esa
oferta; pero de existir puertas
traseras o accesos
ocultos del público en general, los datos de las transacciones estarían
totalmente inseguros. La protección real que ofrece el encriptamiento de datos
sería… ilegal.
En el mundo de los negocios se aprecia mucho la privacidad en
las comunicaciones. El resto de nosotros debería apreciarlo igual. Algo que nos
ha mostrado el caso de las revelaciones de Snowden es que las grandes compañías
han trabajado junto al gobierno de Estados Unidos para espiar y compartir esa
información, el proyecto PRISM.
Nos encontramos en una situación en la que no podemos confiar en las
autoridades ni tampoco en las empresas que se les enfrentan supuestamente en la
defensa de sus usuarios. Las leyes que limitan a los ciudadanos poco o nada
afectarán a quienes utilicen comunicaciones encriptadas para planear crímenes o
atentados. Siempre se desarrollará software y hardware que hará el trabajo.
Por el momento los principales programas afectados serían
WhatsApp, Telegram, iMessage, FaceTime, Snapchat y otros que ofrecen cierto
grado de privacidad a los usuarios.
En México recibimos llamadas no deseadas. Por ejemplo, Movistar
lleva meses llamando a teléfonos celulares ofreciendo sus servicios a usuarios
de otras compañías, una muestra de que existe una base de datos con nuestros
números que es vendida y compartida en esos niveles. Ahora debemos
acostumbrarnos a la idea de que próximamente todas nuestras conversaciones
puedan ser espiadas, nuestros archivos y fotografías estarán a disposición de
autoridades y hackers o quien pueda pagarles a éstos para realizar el trabajito.
Seremos la sociedad con privacidad cero. Después quizá, quieran prohibir las
cerraduras en las puertas de nuestras casas. ¿Será un delito tener privacidad
en el futuro?
Fuente.-Gonzalo Monterrosa
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