Con una extraña personalidad en la que fusionó al político y al comunicador, Servando Gómez “La Tuta”, líder de Los Caballeros Templarios, corrompió a miembros de todos los cuerpos policiales y militares en Michoacán, incluida la Marina.
Pese a que dijo que no sería detenido con vida, ya está formalmente preso en el penal del “Altiplano”. En próximos días se integrarán diversas averiguaciones previas por delitos como homicidio, secuestro, extorsión y robo de hidrocarburos
Mexico,D.F 10/Mar/2015 Con la detención de Servando Gómez Martínez “La Tuta” no solo cayó un narcotraficante más en manos de las autoridades, sino uno de los personajes más sanguinarios y corruptores del mundo criminal que se tenga memoria.
El michoacano marcó un cambio en la manera de operar de las organizaciones convencionales del tráfico de drogas con la participación de los narcos en diversidad de modalidades delictivas, y el incremento de las formas de violencia que se habían visto en México.
No solo cooptó la voluntad de policías municipales, estatales y federales, como lo han hecho infinidad de delincuentes, sino que consiguió penetrar en las filas de la Marina, servirse de la información de su actuar en Tierra Caliente, y adelantarse a las intenciones operativas del alto mando de las Fuerzas Armadas.
Los datos se desprenden de informes de investigación de la Policía Judicial Federal Militar, anexos a la causa penal 197/2014, en los que se hace constar el involucramiento de personal naval perteneciente a la Secretaría de Marina con integrantes de la organización delictiva denominada Los Caballeros Templarios. Más de una decena de marinos de diferentes rangos, son procesados actualmente por ello.
La voluntad política y los más recientes ajustes del Gobierno de la República para atrapar a Servando Gómez -tras el rotundo fracaso del comisionado para la seguridad y el desarrollo de Michoacán, Alfredo Castillo- redujeron el campo de operación del capo, quien primero se refugió en una cueva durante dos semanas y, finalmente, quiso pasar inadvertido en la ciudad de Morelia.
“La Tuta” juró que no sería detenido con vida. Lo dijo en 2009, cuando salió por primera vez ante los medios de comunicación para explicar las motivaciones de su grupo criminal, en ese entonces La Familia Michoacana, y lo repitió en un video a finales del año pasado. Hoy ya tiene un auto de formal prisión en un penal de máxima seguridad por delitos contra la salud y delincuencia organizada.
De maestro a delincuente
Gómez Martínez nació el 6 de febrero de 1966 en Arteaga, Michoacán. Estudió para educador de primaria y durante muchos años ejerció la noble profesión, alternando sus actividades con la agricultura. Se casó con Ana Patiño López y procreó tres hijos. Hoy se señala en investigaciones que tiene 38 hijos en total, con al menos ocho mujeres.
Las necesidades “espirituales” de Servando le llevaron a participar en actividades religiosas y predicar la “palabra de Dios”, sobre todo entre personas adictas a las drogas. Así conoció a Nazario Moreno González “El Chayo” y Enrique Plancarte Solís, con quienes promovió la creación de algunos centros de rehabilitación.
A la postre y con el apoyo del reconocido narcotraficante Jesús “El Chango” Méndez, el grupo de “rescatadores” de adictos decidieron fundar La Familia Michoacana, cuyos miembros se presentaron como una organización “amigable” y con principios religiosos, interesada en el bienestar de los michoacanos.
Al iniciar el nuevo milenio, los líderes del grupo obligaron a dueños de medios impresos a publicar desplegados en los que prometían atacar la producción de drogas sintéticas y terminar con delitos como el secuestro y la extorsión. Sin embargo, La Familia Michoacana atacó a los maleantes de época para apoderarse del control criminal.
“La Tuta” se dedicó a la siembra y cultivo de la marihuana que en esa tierra occidental tan fértil para producir la yerba. En 2002 fue identificado por autoridades federales como narcoproductor, y en 2003, se libró una orden de aprehensión en contra del profesor normalista por delitos contra la salud. Un Juzgado de Distrito en Uruapan le concedió el amparo y protección. En 2004 le fue dictado un nuevo mandamiento de captura por delincuencia organizada.
Mientras que por un lado, el maestro normalista seguía en la nómina del sector educativo, por otro se dedicaba a predicar y dar cursos de superación, pero a la vez, con la llegada de células del Cártel del Golfo a Michoacán, “La Tuta” formó un clan con migrantes centroamericanos con los que incursionaba al puerto de Lázaro Cárdenas para ejecutar a sus rivales, dedicados a la distribución de drogas.
Apoyados con La Familia Michoacana, los del Golfo se dedicaron a combatir al Cártel del Milenio o de Los Valencia, incrementándose los crímenes en la entidad y la compra de voluntades de elementos de diversas corporaciones policiales para que les protegieran. Así, en septiembre de 2005, Servando Gómez intervino ante el Ministerio Público para que liberaran al operador del Cártel del Golfo, Andrés Franklin Barragán Sánchez.
En Arteaga, Michoacán, “La Tuta” era propietario del rancho “El Encino”, cercano a una pista clandestina. Para sus actividades ilícitas en el campo y como sicarios, el narcotraficante empleó a personas de origen guatemalteco. Luego de que cometían ejecuciones o secuestros, los criminales se refugiaban en el rancho “El Valle”, a diez kilómetros de Tumbiscatío.
De La Familia a Los Templarios
La Familia Michoacana, liderada por Nazario Moreno y “El Chango” Méndez, con Arnoldo Rueda Medina “La Minsa”, encargado de la operatividad del grupo y con Servando Gómez y Enrique “Kike” Plancarte en tercer plano, como encargados de narcotienditas y producción de marihuana, terminó relaciones con el Golfo y se enfrascó en una guerra con Los Zetas y Los Valencia.
También los michoacanos ejercieron una violencia brutal contra la población, a través de extorsiones, secuestros, privación ilegal de la libertad, robo y narcomenudeo. Fue la primera organización criminal en convertir la decapitación de personas en una práctica habitual de los nuevos narcos. En 2007 arrojaron varias cabezas humanas a la pista de un centro nocturno, y en 2008, arrojaron granadas durante la celebración del “Grito” de Independencia.
La organización criminal rebasó el ámbito de operación estatal y extendió su presencia a los estados de México, Jalisco, Guanajuato, Guerrero, Morelos, Oaxaca y Chiapas. Después se conoció que la organización llegaba hasta Baja California para la introducción de drogas a Estados Unidos por Tijuana y Mexicali; también por las fronteras de Sonora y Chihuahua.
El 23 de marzo de 2009, la Procuraduría General de la República (PGR) anunció recompensas de 15 a 30 millones de pesos para capturar a líderes de cárteles de las drogas. Los más conocidos y de más alto precio, eran Heriberto Lazcano, Joaquín Guzmán Loera, Ismael Zambada, Juan José Esparragoza y los Beltrán Leyva. Pero también entre los de 30 millones estaban los de La Familia Michoacana: “El Chayo”, “El Chango” Méndez, Dionisio Loya Plancarte “El Tío” y Servando Gómez “La Tuta”.
A dos meses de ofrecer las recompensas, la PGR informó públicamente que La Familia Michoacana era el grupo delictivo más peligroso del país, al tener “el mayor poder de fuego y es el número uno en producción de drogas sintéticas”. Se ubicaban por docenas sus narcolaboratorios, principalmente en el municipio de Apatzingán. “Han sido particularmente crueles en la manera en que realizan su actividad”, afirmaba el entonces procurador de la nación, Eduardo Medina Mora.
En junio de 2009 cayó preso Arnoldo Rueda “La Minsa”, del que aseguraban, era el “coordinador de coordinadores” y se encargaba de la importación de precursores químicos por los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas. Su captura desató violencia. Hubo ocho ataques con armas de fuego y granadas a instalaciones, agentes federales y soldados en Michoacán y Guerrero, con saldo de cinco policías federales muertos y otros 18 agentes heridos.
“La Tuta” y “Kike” Plancarte eran gente de “La Minsa” y tenían el control de los laboratorios clandestinos en Michoacán y Guanajuato. Determinaba las zonas de acopio y rutas para el trasiego de marihuana y el traslado de cargamentos de cocaína a los Estados Unidos. Semanas más tarde, otro lugarteniente informaría a las autoridades que Servando había asumido el mando operativo de la organización y ordenó atacar a policías y militares.
La polarización de la violencia en Michoacán movió a la federación a enviar más elementos de seguridad, como había ocurrido a inicios de sexenio, pero los narcos demostraron su poder a mediados de julio de 2009, cuando ejecutaron a 12 agentes de la Policía Federal –once hombres y una mujer- y abandonaron sus cadáveres sobre la autopista Siglo XXI.
“La Tuta” sorprendió por su habilidad para comunicarse, pues además de su función operativa, se convirtió en vocero del grupo criminal. Habló por teléfono el 15 de julio de ese año al programa de televisión de la empresa CB, “Voz y Solución de Michoacán”, con el conductor Marcos Knapp, que estaba al aire y lanzó una amenaza a las autoridades:
“Una cosa sí le voy a decir, también me defiendo. Si alguien va a atacar a mi padre, a mi madre, a mis hermanos, por buscarme a mí, me van a encontrar, pero de otra manera. Yo le pido a Dios, que es el único que quiero que me juzgue, nunca voy a dejar que nadie me agarre en la tierra, y espero que Dios me dé esa oportunidad”.
Gómez pidió pactar. El gobierno aseguró que no pactaba con criminales. Un mes después del exabrupto, la entonces Secretaría de Seguridad Pública federal dio a conocer -por primera vez- un retrato de Servando Gómez “La Tuta” o “El Profe”.
Además de extender sus dominios a las entidades vecinas, La Familia Michoacana replegó a sus rivales iniciales, pero empezaron hostilidades con el Cártel Jalisco Nueva Generación. Al interior hubo disputas que ocasionaron la ruptura entre los líderes. “El Chayo” con los Plancarte y “La Tuta” formaron una nueva organización llamada Los Caballeros Templarios, y “El Chango” Méndez se fue con los de Jalisco.
El poder corruptor de “La Tuta”
El Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia de la PGR, identificó la operación de Los Caballeros Templarios y asentó en la ficha de investigación: “Opera principalmente en el Estado de Michoacán, cuyas actividades son cometer ejecuciones, extorsiones, secuestros, incorporación de menores al mercado de drogas y a su estructura operativa a través de la adicción, así como también, traficar metanfetaminas a los Estados Unidos”.
Después se conocerían sus tentáculos criminales en el tráfico de minerales y su extracción del país, así como su activa participación en el robo de hidrocarburos y el acoso a industriales y gasolineros para que adquirieran el combustible robado. También del hostigamiento a sacerdotes y obispos de Michoacán, a quienes amenazaron de muerte para que dejaran de lanzar sermones contra su actuar delictivo.
En el tránsito de identidad de La Familia Michoacana a Los Caballeros Templarios, la propia autoridad puso de manifiesto el poder corrupto de “La Tuta”, quien a la muerte de sus líderes, quedó como responsable absoluto del cártel y lo mismo había comprado la protección de policías municipales, estatales o de investigación, a soldados y hasta brindó apoyos a candidatos a cargos públicos.
El delincuente hizo gala de sus dotes de comunicación muchas veces más. Lo mismo daba entrevistas a cadenas de televisión o medios impresos internacionales, que mostraba sus videos con altos políticos o periodistas de Michoacán a través de las redes sociales, para exhibirlos que eran tan corruptos como él. Eso le costó el puesto al secretario de Gobierno, Jesús Reyna García; al propio gobernador, Fausto Vallejo -cuyo hijo Rodrigo aparece en videos-; y a presidentes (as) municipales. Algunos de ellos están en prisión.
En 2014, en plena persecución de Servando Gómez Martínez, el Gobierno de la República estableció que a partir de 2011, el capo había logrado penetrar en un grupo reducido de elementos de la Marina, quienes le proporcionaban información de las actividades militares en contra del narcotráfico y la delincuencia organizada por parte de la Armada.
A través de un segundo maestre y un capitán de navío, “La Tuta” pudo reclutar a más de una decena de informantes que tenían a acceso a toda la información confidencial que se planeaba y ejecutaba en la zona naval. Sus contactos contaban con todas las órdenes operativas y administrativas de las diferentes bases hasta con 20 horas de anticipación.
Algunos marinos desertaron de la Décima Zona Naval de Lázaro Cárdenas y se fueron a trabajar para Los Caballeros Templarios. Otros más requerían estar dentro de la institución para servir a la organización y entregar copias fotostáticas de las referidas órdenes de operaciones.
Al descubrirse el contubernio, la Secretaría de Marina actuó en consecuencia e inició una investigación del Ministerio Público Militar con una lista que contenía diversos nombres de marinos, unos completos, otros solo por su apellido y sus cargos. Algunos de ellos recibían 50 mil pesos mensuales por proporcionar la información al cártel michoacano.
Los conectes de Servando Gómez Martínez se fueron desarticulando hasta que el gobierno decidió iniciar la verdadera ofensiva contra el capo, a mes y medio de la caída de Alfredo Castillo como comisionado en Michoacán y a un día del relevo de Jesús Murillo Karam como procurador general de la República.
“La Tuta” fue sorprendido el viernes 27 de febrero en Morelia. De madrugada, como han caído otros capos en los últimos tiempos, si no es que todos con Enrique Peña Nieto. “Lideré a una banda de pendejos”, esa fue la respuesta del narcotraficante cuando agentes federales le preguntaron sí sabía por qué estaba detenido. Aun preso, sus videos continúan entre los más visitados en redes sociales.
Fuente.-ZetaTijuana
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