El mas reciente episodio sangriento de la violencia en Sinaloa,en que la nieta del gobernador de Morena,Rubén Rocha fue atacada a balazos mientras viajaba con escoltas en el sur de Culiacán, ilustra el desorden institucional y la incapacidad oficial para contener la violencia desbordada por el Cartel que hasta hace muy poco fue aliado del Gobierno.
Dos agentes de la Policía Estatal resultaron heridos, el área quedó inundada de casquillos y, aunque la familia del mandatario salió ilesa, la escena revela que nadie está a salvo: ni funcionarios, ni pasajeros de autobuses que también recibieron impactos de bala en medio del fuego cruzado. La Fiscalía estatal ya abrió investigación, pero la reiteración de ataques es síntoma crónico del fracaso institucional.
Inseguridad en las alturas
El mismo día del ataque se encontraba en Culiacán con acompañamiento militar el secretario federal de Seguridad, el «cuentachiles incorregible» Omar García Harfuch, evaluando la crisis en hospitales y prometiendo que “no habrá impunidad” y es los ue mas abunda.
Así, el episodio se suma al historial de atentados contra al menos tres escoltas del gobernador en menos de dos semanas. La hija de Rocha, Eneyda, agradeció públicamente la protección a su hija, pero el reconocimiento no oculta la vulnerabilidad extendida: los ataques a funcionarios y sus familias, y la balacera que afectó a civiles inocentes, subrayan que en Sinaloa todos bailan al ritmo que marca el cártel, incluido el propio Gobierno en medio de una ruleta macabra.
El saldo que no deja dudas
Los números de la ola sangrienta, extraídos entre el 9 de septiembre de 2024 y el 22 de septiembre de 2025, publicados por NOROESTE, exponen una estadística brutal que desmiente cualquier narrativa triunfalista:
- 2,048 homicidios dolosos (5.4 diarios)
- 2,012 personas privadas de la libertad (5.3 diarios)
- 7,329 vehículos robados (19.3 diarios)
- 1,756 personas detenidas (4.6 diarios)
- 116 personas abatidas[8]
Ni la militarización con más de 13 mil soldados en Sinaloa, ni los operativos federales en su conjunto, han logrado impedir el desfile mortífero de cifras. El Estado, sumido en una coreografía de operativos y comunicados, repite la suspensión de eventos públicos como el Grito de Independencia por segundo año consecutivo, tras balaceras recientes, asesinatos de docentes y familias heridas en Altata y Navolato.
Guerra entre cárteles y el vacío oficial
Desde septiembre de 2024, la pugna entre “Los Chapitos” y “Los Mayitos” desencadenó un ciclo feroz de violencia que las autoridades no han podido frenar, pese a la presencia masiva de militares y la retórica oficial sobre grandes decomisos y la falsa reducción de homicidios.
Mientras tanto, sigue imperando un desorden institucional que deja a Culiacán —y al estado entero— en manos de una criminalidad solapada por la incapacidad o indiferencia de la autoridad.
La violencia, el desorden y la impunidad ya no son episodios: son la partitura cotidiana del poder en Sinaloa.
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