“A la Presidenta de la República (Claudia Sheinbaum) que nos oiga, que nos venga a regrese a ver, de la forma más atenta se le pide, por favor, que vea por nosotros y que mande a que nos cuiden”, urgieron los habitantes de Ayutla de los Libres,Guerrero tras el hallazgo de cinco cuerpos incinerados dentro de un vehículo Nissan Tsuro calcinado.
Pero estos cadaveres,que se suman a mas de 23 mil bajo el sexenio de Claudia Sheinbaum,son mas que cifras en una perspectiva humana y social, lejos del tono aséptico de los informes oficiales que por igual desdeñan la horrorosa cifra de “levantados”.
¿23 mil muertos con Sheinbaum? Normal, dice el gobierno. Barbarie, decimos los que seguimos contando cadáveres.
A ver, hay días en los que México parece competir por el Guinness Record de la atrocidad diaria. Y mientras la cuenta oficial de homicidios con Claudia Sheinbaum ya rebasó la línea de las 23,073 almas —una cifra que dice poco cuando la repiten funcionarios con tono de burócrata anestesiado— en Guerrero siguen apareciendo cuerpos como si fueran fichas extraviadas de un rompecabezas macabro.
¿Se imaginas llenar un estadio con los 23,000 muertos de este sexenio? Podríamos necesitar tres veces el coloso de la CDMX. Pero no, cada número le sirve al gobierno para presumir “reducciones” o “variaciones a la baja”, como si el horror viniera con descuento de temporada.
En Ayutla, después del ataque de hace unos días, ni los comunitarios pueden hacer la cuenta: primero fueron 8 policías ejecutados, luego subió la cifra a 13. Cinco más heridos, cinco más quemados vivos. El conteo avanza como si nos vendieran boletos para una rifa: “Elija por favor los números que desea para su entierro.”
Mientras tanto, en Palacio, la estrategia oficial parece ser cruzar los dedos y normalizar la tragedia. 71 mexicanos asesinados por día bajo CSP (Claudia Sheinbaum Pardo), como si fueran turnos de una maquiladora de muerte. Son 71 historias truncadas cada 24 horas: hijos, madres, viejos, combustibles humanos que ni siquiera suben al trending topic nacional, ahogados por el costumbrismo del espanto.
Los comunitarios de la UPOEG piden que la Presidenta se acuerde que Guerrero existe, que mande a alguien a cuidarles la vida. ¿Será mucho pedir que quien promete seguridad, de menos, escuche los gritos detrás de cada cifra? O tal vez sólo les darán “variación a la baja” y sus cuerpos serán parte del próximo informe. Los muertos no votan, pero sí cuentan: 23 mil veces y las que faltan.
Porque 23,073 homicidios no son una estadística. Son la rutina del horror diario que el gobierno normaliza y el país aprende a ignorar.
Con informacion: ELNORTE/ TRESEARCH/
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