Como si algo les faltara por destruir, como si algún rincón de los equilibrios de poder faltara por desaparecer, el gobierno de la Cuarta Transformación pretende tomar por asalto el Instituto Nacional de la Vivienda para los Trabajadores, conocido popularmente como el Infonavit.
Es un acto de golpismo político y financiero sobre una de las muy pocas instituciones que sobreviven en sano equilibrio con la participación y vigilancia de los trabajadores, sus empleadores y el gobierno.
Creado en abril de 1972, durante el sexenio de Luis Echeverría, el Infonavit se instauró con la aportación igualitaria de recursos que por lo mismo nació con un consejo de decisiones y vigilancia en el que todos tenían el mismo peso en las decisiones.
Pero de súbito, el gobierno de la Cuarta Transformación, sin debate ni discusión de por medio, aprobó el 14 de diciembre una iniciativa que despoja al Infonavit de esos equilibrios tripartitas y le entrega al gobierno federal el control de las decisiones y hasta la designación del director, que siempre fue propuesta y aprobada por obreros, patrones y gobierno.
Lo más peligroso de este albazo legislativo es que, bajo el nuevo esquema de control mayoritario oficial, el gobierno en turno puede disponer a sus anchas del fondo de vivienda que alcanza la nada despreciable cifra de 2 mil 400 millones de pesos, lo que coloca al Infonavit en un serio peligro si nos atenemos a las experiencias de las disposiciones que desaparecieron los fideicomisos y los fondos de reservas que ya se consumieron en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
Pero por si eso fuera poco -que no lo es- se pretende crear desde el gobierno una nueva constructora de vivienda que desplazaría a los constructores privados en la edificación de casas de interés social. De aprobarse la iniciativa, viviríamos las malas experiencias del Aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y Dos Bocas, ahora en la vivienda social para los trabajadores.
Y si quieren ver el desastre que la Cuarta Transformación hizo con el Infonavit vayamos a las cifras. López Obrador recibió, en 2018, el organismo de la vivienda con un índice de morosidad de 7.81 por ciento. Es decir, cerca de 8 de cada 10 créditos no se estaban pagando. Seis años después esa morosidad se elevó al 17.51 por ciento. Más del doble.
La cartera vencida del Infonavit en 2018 era del 16.08 por ciento. El gobierno de López Obrador con su mala administración la elevó al 32.45 por ciento. El doble en seis años.
¿Y por esa pésima administración es que ahora el Segundo Piso de la Cuarta Transformación quiere asestar el golpe para controlarlo todo?
Ya 23 sindicatos obreros nacionales se manifestaron en un desplegado en contra de este apropiamiento del gobierno de una de las pocas instituciones que sobreviven a la insaciable depredación institucional, desatada por López Obrador y que por lo visto ahora continuará con la presidenta Claudia Sheinbaum.
Alguien tiene que ponerles un hasta aquí a esos caprichos totalitarios de quererlo controlar todo para disponer del ahorro nacional y terminar depositando en el olvido, los restos de lo que fueron nuestras instituciones creadas a lo largo de décadas de buscar sanos equilibrios, transparencia y finanzas sólidas.
¿Alguien en su sano juicio cree que con traspasar al gobierno federal el control mayoritario de las decisiones, el Infonavit será una mejor institución? ¿A quién le van a ceder la construcción de las casas de interés social? ¿A la cleptocracia militar que tiene los bolsillos repletos de todo lo que sustrajeron de las “obras insignia” en los seis años que fueron colocados por Andrés Manuel López Obrador? ¿Y en la más pura tradición morenista, serán ahora los soldados los que dejen a un lado el fusil para tomar el pico, la pala y la cuchara para convertirlos en los “arquitectos” del “nuevo” Infonavit?
Y en todo esto, dónde está la postura abierta del sector empresarial. Inaudito que sean los sindicatos los primeros que estén plantando cara frente al gobierno enfrentando este golpe, mientras los patrones sólo han aportado condenas individuales, aisladas, sin presentar un frente común de indignación frente a lo que amenaza con ser uno de los mayores despojos. ¿Dónde está el Consejo Coordinador Empresarial? ¿Esperando que Carlos Slim, el principal constructor de la 4T, le dé línea?
Los recursos de la vivienda vienen 66 por ciento de los bolsillos privados y sólo el 33 de los fondos públicos. ¿Por qué con esa minoría se da el albazo en la Cámara de Senadores? Es momento de que trabajadores y empleadores se tomen de la mano para impedir este golpe que sería mortal para el Infonavit. Una decisión unilateral de un gobierno morenista que con cifras en la mano ya dio sobradas muestras, no sólo de ser incompetente, sino de ser insaciable para destruir instituciones.
Fuente.-CODIGO MAGENTA/
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