«…El 8 de octubre, la nueva administración del gobierno mexicano dio a conocer su estrategia de seguridad para los próximos seis años: reducir las tasas de pobreza, reducir la brecha de desigualdad, abordar las causas fundamentales y fortalecer la Guardia Nacional. Esencialmente, es una continuación de la misma estrategia seguida por el predecesor de Claudia Sheinbaum, Andrés Manuel López Obrador.
Está claro, creo, que la estrategia no ha funcionado. Hoy en día, las organizaciones criminales en México han ganado terreno, dejando de lado las negociaciones, recomendaciones, acciones y batallas con el gobierno. Hoy en día, el gobierno mexicano no es un factor.
Aquí hay tres ejemplos: en la misma semana, hoy, martes, mientras escribia esto, un alcalde recién elegido en la capital del estado mexicano central de Guerrero fue asesinado, decapitado, y su cuerpo, cortado en dos partes, fue exhibido en una camioneta en una avenida pública. Solo un día después, dos alcaldes de Sinaloa fueron emboscados en la carretera principal al puerto turístico de Mazatlán en ese estado, por hombres armados que robaron sus vehículos oficiales.
Además, un mes después del secuestro de Ismael ‘El Mayo’ Zambada en Sinaloa, la guerra entre dos facciones que anteriormente mantenían un equilibrio de poder ha resultado en casi 200 homicidios y un número similar de secuestros. Esto ni siquiera explica el daño a la economía de Sinaloa, que ahora parece irreparable.
Dada esta perspectiva, es preocupante que la estrategia de seguridad anunciada por el nuevo jefe de seguridad de México, Omar García Harfuch, no ofrezca nada nuevo.
A pesar de las condiciones en constante cambio de violencia social y dinámicas del crimen organizado, la estrategia para combatirlos sigue siendo la misma. Es como luchar una Tercera Guerra Mundial con una estrategia de la Primera Guerra Mundial. Un fracaso predecible.
En este punto, uno debe preguntarse si es hora de buscar una tregua. ¿Es este el momento para que el gobierno se siente y negocie?
En septiembre de 2010, mientras la ciudad fronteriza mexicana de Ciudad Juárez, frente a El Paso, Texas, atravesaba una de las crisis de seguridad más devastadoras del país, con más de 13 asesinatos por día, un periódico local hizo lo que muchos en la ciudad habían estado pidiendo: pidieron una tregua, un pacto de paz con los narcos.
El editorial preguntó a los narcos, ambas organizaciones en guerra, qué querían de los periodistas para que dejaran de amenazarlos.
Ese artículo reverberó internacionalmente: muchos criticaron al periódico por suplicar a los narcos, mientras que otros lo vieron como una medida heroica para detener la violencia, y algunos opinaron que los tiempos desesperados requieren medidas desesperadas.
Unos meses antes de las elecciones en las que Rubén Rocha Moya ganaría como gobernador de Sinaloa, el periodista mexicano Carlos Loret de Mola le preguntó en una entrevista si se sentaría a negociar con los narcotraficantes. Rocha Moya simplemente dijo que no estaba cerrado a esa posibilidad.
Hoy en día, tal reunión podría parecer necesaria en aras de la paz, para dejar que el pueblo de Sinaloa viva en paz. Pero ese barco ha zarpado: para sentarse y negociar con los narcos, en primer lugar, uno debe tener integridad, estar más limpio que las paredes de un quirófano y, sobre todo, no haber tomado dinero de una de las facciones que ahora están en guerra. En otras palabras, no puedes deberle nada a nadie.
En mi opinión personal, una negociación podría traer la solución que los Sinaloanos están buscando hoy. Pero no debería ser una negociación sobre entregar el estado a una facción o beneficiar a un lado sobre el otro para dominar el territorio y ganar dinero en el camino.
Sería necesario sentarse en medio de ambos lados, buscando entender que la guerra no beneficia a nadie. Se debe encontrar un terreno neutro. Lo menos importante es el equilibrio de poder o quién gana o pierde. Lo que importa es que la gente de Sinaloa se quede en paz. Que abandonen las calles de Culiacán.
Suena loco, pero es posible.
Ahora la pregunta es: ¿Quién será lo suficientemente valiente?
Con informacion.-ATSAGA/Luis Chaparro/
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