Desde marzo, un veterano de la Fuerza Aérea de EU de 80 años, Harlan Giar, vivía afuera del 7-Eleven de Gómez Morín y Vía Collatina, en San Pedro.
Era una noche un poco fría de abril de este año cuando Liz Marie Gangemi lo vio por primera vez. Estaba sentado en la banqueta de una tienda de conveniencia, con algunas cobijas en la esquina, sus cabellos crecidos y un bastón a su lado.
“¿Gustas un café?”, le preguntó, sin imaginar que la familia de este hombre llevaba más de 15 años sin saber de él, al punto de creerlo muerto.
“No ‘sabo’ español”, respondió él, quien estaba viviendo en las afueras del 7-Eleven de Gómez Morín con Vía Collatina, en San Pedro.
“Do you ‘sabo’ english?”, siguió ella, provocando en el hombre una risa y una invitación a sentarse a su lado.
Ya en inglés, Liz le preguntó si necesitaba ayuda, a lo que él contestó que no, que muchas personas le regalaban comida.
Al día siguiente volvió y el hombre le platicó que era de Estados Unidos, que hacía mucho estaba solo en México, pero no quiso compartir más.
La charla se repitió algunas noches. Liz le regalaba un café, se sentaba a platicar y después volvía a su casa, sin saber qué historia había detrás de él.
Pero fue la canción de los años 60, “The Sounds of Silence”, que la hizo reflexionar en cómo ese hombre sin hogar podría ser cualquier persona, podría ser ella.
“El silencio como el cáncer crece”, citó Liz una frase del popular tema del dueto Simon and Garfunkel.
“¿Así se sentirá el señor?”, se preguntó. “¿Qué se sentirá vivir con ese silencio? El silencio de tus traumas, tus penas, tus miedos, tus fracasos…
“No sabe el idioma y la gente le habla, pero no platican; la gente lo oye, pero no lo escuchan”.
El hombre, quien padece esquizofrenia, recibía apoyo de los empleados de la tienda permitiéndole el baño y dándole refugio cuando llovía.
Entonces fue a buscarlo de nuevo.
“Una vez me dijiste que tú tienes familia”, le dijo la vecina de Fuentes del Valle y madre de familia. “No es justo que ellos vivan en el silencio, que tú vivas en el silencio: a lo mejor ellos piensan que tú estás muerto”.
Con lágrimas tras escuchar esas palabras, el hombre de 80 años decidió confiar en ella. Su nombre era Harlan Giar, le dijo y, el de sus hijas, Traci y Terri.
Fue así que aquel 28 de abril inició la búsqueda para reunirlo con su familia.
I. EL ENLACE
Harlan llegó a ese 7-Eleven a fines de marzo, recuerda Rosy Acevedo, una de las empleadas de la tienda.
“Me dio ternura porque era una persona grande y estaba solito”, cuenta. “Nos pedía el baño, en las mañanas venía por su café y compraba cosas”.
Por propia iniciativa, cuenta, pedía la escoba del negocio para barrer el estacionamiento y, las veces que llovía, le abrían las puertas para refugiarse.
Toda la comunicación fue casi a señas, porque los empleados no hablan inglés.
Fue gracias a Facebook y al apoyo de usuarios estadounidenses que atendieron sus publicaciones que Liz logró contacto con Thomas, hermano de Harlan.
“¿Estás segura de que es él?”, le preguntó asombrada la esposa de Thomas al responder la llamada de la sampetrina.
Tiene muchos años perdido. Lo hemos estado buscando”.
Pasaron unas horas en que Thomas y Harlan estaban ya platicando por teléfono, entre sollozos del hermano que tenía 19 años sin hablar con él.
Su situación dio un vuelco cuando Liz, vecina de Fuentes del Valle, platicó con él y se dio cuenta que se trataba de un estadounidense sin contacto con su familia por más de 15 años.
Todo pasó rápido, relata Liz: pronto las hijas recibieron la noticia, platicaron con Harlan por videollamada y comenzaron a gestionar los trámites para regresarlo a su país.
Traci, una de las hijas, le contó a Liz que su padre, nacido el 3 de julio de 1943, es veterano de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, donde fue mecánico de aviones y buzo de búsqueda y rescate. Su hobbie era volar. Tenía un avión pequeño.
También, que el hombre tiene esquizofrenia, pero desde hace años no tomaba bien su medicamento. Se unió a los Testigos de Jehová y lo trajeron a México.
“Hace más de 15 años de que no hemos hablado con él ni sabido nada”, le dijo Traci, quien junto con su familia lo buscaron por años, sin éxito, y lo creían muerto.
Con algunas lagunas mentales, el hombre compartió que en la organización religiosa le pidieron dejar de tomar su medicina, pues “Jehová lo curaría”.
Harlan comentó que su divorcio, antes de dejar Estados Unidos, le había dolido mucho.
De acuerdo con lo que él relata, llegó primero a Durango, compró una casa y vivió ahí hasta que “los hombres malos” le robaron. Con miedo, dejó esa ciudad.
“Él dice que recuerda que se vino solo, según él caminó desde Apodaca hasta acá (San Pedro)”, relata Liz.
Sin recordar hace cuánto llegó a Nuevo León ni fechas en particular, Harlan afirmó haber acudido al Consulado de Estados Unidos a solicitar ayuda, pero le pidieron un formato que no pudo conseguir y no regresó.
Mantenía un trozo de papel que constaba su visita y su pasaporte vencido de hace años.
Para entonces, Liz ya había compartido la noticia en el grupo de vecinos de la colonia y pidió apoyo de ropa para Harlan, lo que fue atendido rápidamente.
Además de las prendas, el estadounidense recibió comida y un hombre ofreció su casa para hospedarlo. Lo afeitaron y cortaron el cabello.
“Tú ya hiciste todo eso, déjame yo también poner de mi parte”, le dijo a Liz este vecino, quien prefiere el anonimato.
Con apoyo de más sampetrinos, Harlan volvió a la oficina consular, donde después de algunas trabas burocráticas le entregaron su pasaporte de emergencia.
Otros vecinos solidarios lo apoyaron para que Harlan se aseara y le dieron ropa mientras buscaban a su familia vía Facebook.
El anhelado regreso estaba en puerta.
II. EL RETORNO A CASA
Harlan viajó a Iowa el pasado 4 de mayo, acompañado de un escolta. Sus hijas no pudieron venir por él debido a la premura, pero no quisieron esperar más tiempo.
A punto de subir al avión, los empleados del aeropuerto dijeron que no podía salir de México porque su pasaporte no tenía el sello de ingreso al País.
Fue un empleado de la aerolínea, de rango superior, que tomó la decisión.
“Había leído de estas cosas, nunca me había sucedido”, exclamó al conocer la historia. “Yo autorizo el pase de abordaje.
Quiero poner mi granito de arena”.
En su maleta Harlan llevó montones de ropa que le regalaron los sampetrinos y una colcha azul con adornos de veleros que alguien le obsequió tiempo atrás y sobre la que dormía en la banqueta. Insistió en llevarla con él.
Hoy esa cobija está sobre su cama en el departamento que sus hijas alquilaron para que viva, muy cerca de una de ellas.
Ya reconectado con sus sorprendidas hijas, se acudió al Consulado de EU donde, tras algunas gestiones, le entregaron su pasaporte de emergencia.
“¿Estás feliz?”, le preguntó Liz hace unos días a Harlan vía telefónica.
“¡Tengo mis propias ollas!, ¡puedo cocinar!”, respondió él, quien se dedicaba a la plomería, es aficionado a los caballos y a visitar Disneyland.
Aliviada de que hoy Harlan ya tiene un hogar y esté reunido con su familia, Liz reconoce que ella tan sólo es una de todas y todos los que hicieron posible esta historia.
“Ellos tienen participación en todo esto, no lo hice todo yo”, expresa la vecina.
De la misma manera reflexiona sobre el precio tan alto que tiene el silencio y el poder de atreverse a romperlo, por lo que invita a las personas a quitarse la pena de preguntar a otros si necesitan ayuda y de pedirla cuando uno mismo la requiere.
Quedan preguntas de esta historia, pero no hay duda de la inmensa alegría de Harlan y su familia al reencontrarse.
“Debido a que alguien le extendió la mano a un extraño, tengo a mi papá de vuelta”, expresó Traci.
“Nuestra historia demuestra el poder de la amabilidad y la conexión”.
Tras recibir apoyo y asistencia de los vecinos, el anhelado regreso de Giar, a quien su familia lo creía muerto tras su desaparición, estaba ya muy cercano.
Así, apenas se reunieron, Harlan grabó un video en el que exclama con júbilo: “¡Estoy vivo!”.
Sí, está vivo y con los suyos de nuevo.
Harlan viajó a Iowa el 4 de mayo para reunirse con su familia.
Harlan viajó a Iowa el 4 de mayo para reunirse con su familia.
TODA UNA CHULADA FELICIDADES X ESTA HERMOSA NOTA GRACIAS SIGAN ASÍ CON ESTE EXCELENTE TRABAO AYTA NOMAX DIGO
ResponderBorrarExcelente Trabajó Liz y a Todos los que contribuyeron para poder realizar está noble acción de regresar a este Señorón a su Familia y a su Nueva Vida, Viva México y Su Gente de Corazón Noble 🙏🏻🇲🇽
ResponderBorrarEnhorabuena mi Harlan échele Chingazos Apa que aún hay mucho por Vivir, Bendiciones al Millón 🙏🏻🇺🇸
Una nota como esta, en este espacio de notas de corrupción, injusticias y de lo peor del ser humano es aire puro.
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