Siete mujeres y cinco hombres juzgarán a Genaro García Luna. La selección del jurado para el juicio contra el secretario de Seguridad del Gobierno de Felipe Calderón concluyó este jueves, después de tres días consecutivos de entrevistas a más de un centenar de candidatos. Los 12 elegidos decidirán, a final de cuentas, si el exfuncionario mexicano es culpable o inocente de los cinco cargos que se le imputan en Estados Unidos: tres por narcotráfico, uno por delincuencia organizada y otro por falsedad de declaraciones.
“Felicidades y gracias por su voluntad de servicio”, dijo Peggy Kuo, la magistrada que condujo el proceso de selección, a los integrantes. Las identidades de los jurados no se van a dar a conocer, aunque ciertos detalles sí se hicieron públicos durante las entrevistas en la Corte del Distrito Este de Nueva York. Se trata de un panel diverso en cuanto a las edades, el origen étnico y los perfiles socioeconómicos. Hay, por ejemplo, varias personas con familiares en los cuerpos de seguridad y otras con parientes que purgan una condena y están encarcelados. Unos son asertivos, otros son más bien tímidos o dubitativos. También difieren sus opiniones y experiencias en cuanto a los temas que atraviesan a la sociedad estadounidense y, en particular, a la neoyorquina, como la crisis de la vivienda, la legalización de las drogas o la confianza en las instituciones de justicia.
La defensa insistió mucho esta semana en saber qué opinaban los candidatos de los policías y otros agentes de los cuerpos de seguridad, así como que fueran acusados de delitos por corrupción o narcotráfico. Su cliente fue el jefe de la Policía Federal. Los fiscales hicieron más énfasis en descubrir cómo se posicionaban los potenciales jurados frente al hecho de que fueran llamados al estrado varios testigos colaboradores, criminales que están dispuestos a dar testimonio a cambio de acceder a penas reducidas. La lista de testigos de la Fiscalía tiene más de 70 nombres y se perfila que muchos de ellos sean antiguos capos de la droga, detenidos durante el Gobierno de Calderón y encarcelados en Estados Unidos.
Tras una maratón de más de 20 horas de entrevistas presenciales, en el proceso se eligió también a seis suplentes: tres hombres y tres mujeres. La selección del jurado se trasformó en una partida de ajedrez entre la fiscalía y la defensa. Ambas partes buscaban que se integraran la mayor cantidad de perfiles que pudieran ser más receptivos a sus argumentos, entre los 40 candidatos que pasaron a la última etapa, y cada lado podía vetar a tres personas que les parecían demasiado sesgadas o parciales.
La selección fue un procedimiento tedioso para todos: los ciudadanos que participaron, los protagonistas que lo condujeron y los reporteros que se presentaron en el tribunal. Pero también es una fase determinante que puede convertirse en el fiel de la balanza y que en la recta final no estuvo exenta de una dosis de dramatismo. La paradoja es que los abogados del acusado y los fiscales tienen que ponerse de acuerdo para llegar a una lista final. Durante alrededor de una hora, las partes discutieron sus opciones por separado, se juntaron en un extremo de la sala y negociaron en voz baja ante la mirada de los candidatos, que esperaban en silencio. La sala de prensa, en cambio, rugía a solo un pasillo de distancia.
García Luna se veía meditabundo y parecía algo preocupado. Permaneció sentado frente a una mesa del tribunal y giró su silla para no darle la espalda a las personas elegidas para decidir su destino, pero también evitó verlas a los ojos. Se llevó un bolígrafo a la boca, recargó la cabeza en una de sus manos y clavó la mirada en el vacío. Los abogados iban y venían, pero él solo esperaba y respiraba hondo. No es que no entendiera el proceso. Uno de sus representantes legales contó en una charla informal que durante las sesiones se comunicaba con su cliente en inglés. Intercambió algunas palabras con ellos antes de que se integrara el jurado. Estaba, sobre todo, abstraído.
El próximo lunes comienzan los alegatos iniciales frente al juez Brian Cogan, el mismo que condenó a Joaquín El Chapo Guzmán en julio de 2019. Es una etapa en la que los abogados más elocuentes de la Fiscalía y la defensa expondrán sus argumentos por primera vez ante el jurado. Buscarán conmoverlos, empatizar con ellos y, si tienen éxito, empezar a convencerlos. El calendario del juicio establece que las audiencias se llevarán a cabo de lunes a jueves y que no habrá sesiones los viernes y los fines de semana.
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